Determinar cómo funciona nuestra respuesta inmune frente a la covid-19 es uno de los puntos claves de cara a desarrollar una vacuna contra el nuevo coronavirus SARS-CoV-2. Poco a poco, la comunidad científica está siendo capaz de descifrar cómo funciona este sistema, pero todavía queda mucho trabajo por delante y las incógnitas son muchas.
Lo que sí parece que está cada vez más claro, no obstante, es que la 'potencia' de nuestra inmunidad natural contra el virus depende de la gravedad con la que hayamos sufrido la enfermedad.
A pesar de que durante muchos meses casi sólo se ha hablado de los anticuerpos como prueba inequívoca de haber desarrollado inmunidad contra la covid-19, la realidad es que la respuesta de nuestro cuerpo contra esta enfermedad es algo más compleja. Nuestro sistema inmune tiene varias maneras de luchar contra los patógenos y evitar que vuelvan a infectar nuestro cuerpo. Por un lado están los anticuerpos, producidos por las células B y por el otro, las células T.
Las células B son las que producen anticuerpos capaces de luchar contra el virus. Las células de memoria, por su parte, son un tipo de células B que se mantienen en nuestro cuerpo durante más tiempo y son capaces de reconocer el virus y producir anticuerpos incluso décadas después de la infección.
Por último, están las células T, que 'patrullan' nuestro sistema en busca de estos patógenos y son capaces de neutralizarlos sin ayuda de anticuerpos. El problema es que al contrario que estos últimos, tanto las células B como las T son más difíciles de estudiar y no se identifican con un simple test de sangre.
Los casos más severos producen más anticuerpos
Si nos fijamos en las respuestas de anticuerpos, múltiples estudios han determinado que esta suele ser más potente entre los casos más severos. No obstante, un reciente trabajo llevado a cabo por investigadores alemanes publicado en Cell establece que las respuestas de las células T también son más potentes en aquellos pacientes con cuadros graves que en el caso de pacientes con casos leves de covid-19.
Otro estudio, esta vez publicado en The New England Journal of Medicine basado en los datos de 1.200 islandeses contagiados de covid-19 ha establecido que los anticuerpos pueden durar hasta cuatro meses en nuestro organismo, aunque precisamente tienden a durar más cuánto más grave sea la enfermedad al padecerla. De aquellos que habían sido hospitalizados tenían más anticuerpos a los cuatro meses, especialmente los hombres de mayores de 65 años.
Los asintomáticos, la eterna incógnita
Y justo en el espectro contrario, están los asintomáticos. A principios de verano, un extenso estudio publicado en Nature Medicine, estableció que los anticuerpos de los pacientes recuperados por la infección del SARS-CoV-2 desaparecían a los dos o tres meses de superar la enfermedad, una noticia que hizo saltar todas las alarmas.
La investigación, que estudió a 37 pacientes sintomáticos y 37 pacientes asintomáticos, ha encontrado que, de aquellos que dieron positivo por la presencia del anticuerpo IgG, uno de los principales tipos de anticuerpos inducidos después de la infección, más del 90% mostraron fuertes caídas en 2-3 meses.
El estudio fue realizado por investigadores de la Universidad de Medicina de Chongqing, una sucursal del Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades, así como otros institutos. Ahora sabemos que aunque desaparezcan los anticuerpos, la respuesta de las células T sigue presente.
Pero además, otro de los puntos que puso sobre la mesa este trabajo es que las infecciones asintomáticas presentaban niveles de anticuerpos mucho más bajos que los casos con síntomas. Ahora, otro estudio publicado esta misma semana y llevado a cabo por otro grupo de investigadores de Congquing, en China determinado que sólo los pacientes que se recuperaban de cuadros graves o moderados de la covid-19 logran desarrollar una respuesta de estas células T, lo que refuerza la teoría de cuánto más sufres la enfermedad, mejor respuesta inmune desarrollar.
Los científicos de Chongqing estudiaron muestras de sangre recogidas de casi 60 pacientes en diferentes etapas del desarrollo de la enfermedad y con diferentes grados de severidad. Estos fueron luego comparados con pacientes sanos que nunca habían estado en contacto con el virus y se descubrió que los pacientes asintomáticos o con síntomas leves no generaron ninguna de las células duraderas que atacan al coronavirus.