El suicidio de Verónica Forqué ha puesto aún más en el foco la salud mental y sus consecuencias si no se pone la atención suficiente a su solución. Un problema que afecta a muchas más personas de las que uno podría pensar: a mediados de 2020, según el INE, había 2,1 millones de personas diagnosticadas con un cuadro depresivo, lo que supone el 5,25% de la población mayor de 15 años. De estas, 230.000 sufrían una depresión grave.
Es un problema que ataca especialmente a las mujeres (7,1% frente al 3,5% de los hombres), algo que se acentúa cuando se trata de un caso grave: por cada hombre diagnosticado, hay 3,5 mujeres que lo están. "A ello hay que sumar todas las personas que aún no han sido diagnosticadas, que son muchas", nos cuenta Natalia de Miguel, psicóloga en el centro malagueño de Montealminara.
Este volumen de personas que padecen enfermedades mentales se traduce en otro dato significativo: a falta de ver las cifras de 2021, el pasado 2020 fue el año con más suicidios en España desde que comenzaron a registrarse en 1906. En total, 3.941 personas se quitaron la vida, una media de 11 al día, algo que tiene una relación directa con el aumento exponencial de los problemas relacionados con la salud mental.
"La mayoría de personas acuden al psicólogo cuando han llegado al límite, pero esto es un proceso progresivo", nos cuenta Nuria de Miguel. Las personas cifradas en el INE son aquellas que tienen un diagnóstico oficial, pero aún mucha gente no ha dado el paso, aunque cada vez está más normalizado acudir a un especialista.
La tentativa de suicidio no se puede prever
Preguntada sobre si hay alguna 'luz roja' que advierta que una persona se va a suicidar, Natalia de Miguel cuenta a Vozpópuli que "no hay indicadores" que reflejen que alguien se va a quitar la vida. "Tenemos grandes problemas para detectarlo, ya que se puede prever el desencadenante de un suicidio, pero no que lo vaya realmente a hacer". Según nos dice, es casi imposible distinguir una amenaza real de una llamada de atención.
Ese desencadenante, según nos cuenta esta especialista, surge cuando una persona pierde el sentido a la vida. "La gran mayoría de personas que se intentan suicidar lo hacen porque pierden por completo la esperanza y les falta la energía para pedir ayuda". La confianza en uno mismo es clave para evitar esto, algo que no tienen las personas que sufren depresión: "Tenemos que saber que somos los motores de nuestra vida y tenemos que decirnos a nosotros mismos que podemos".
En caso de intento de suicidio fallido, Natalia de Miguel recomienda consultar a un especialista de forma inmediata. "Los familiares y amigos tienen que acompañar a esa persona en el proceso terapéutico, porque muchos tienen tendencia a abandonar el proyecto por ser procesos lentos. Esto no es como la cirugía estética, por ejemplo", nos cuenta.
Los familiares y amigos tienen que acompañar a esa persona en el proceso terapéutico, porque muchos tienen tendencia a abandonar el proyecto por ser procesos lentos"
Antes de llegar a ese límite, sí existen ciertos síntomas que nos hacen ver que una persona sufre depresión y necesita ayuda. "Normalmente la depresión se asocia a un estado de ánimo decaído muy prolongado en el tiempo, al menos seis meses, además de tener carencias relacionadas con la resolución de problemas, pensamientos negativos distorsionados, trastornos alimenticios y problemas para conciliar el sueño".
"A raíz de la pandemia nos estamos encontrando con muchísimas personas con problemas de ansiedad y depresión, especialmente ansiedad", nos cuenta Natalia de Miguel sobre el cambio de tendencia que ha sufrido la sociedad española desde que comenzaron a llegar casos de coronavirus.
También cree que existe un problema social a la hora de detectar estos problemas: "La sociedad actual y su ritmo nos exige a estar poco con nosotros mismos y de ahí vienen muchos problemas. Si no somos capaces de estar con nosotros mismos, es mucho más complicado ver como está la otra persona".
Normalmente la depresión se asocia a un estado de ánimo decaído de al menos seis meses, además de tener carencias relacionadas con la resolución de problemas, pensamientos negativos distorsionados, trastornos alimenticios y problemas para conciliar el sueño"
Señala también la necesidad de fortalecer el sistema público de salud en materia psicológica, dado que muchas personas no tienen capacidad económica para irse a un centro privado y esta fórmula es "muy deficitaria". "Tengo pacientes que fueron a la pública, les vieron en enero y la siguiente cita se la dieron para noviembre. No se está haciendo el trabajo necesario". Las cifras respaldan esta tesis, ya que solo el 30% de los psicólogos clínicos en España (unos 9.000) trabajan en la sanidad pública. Esto es algo que se acentúa al observar que hay una alarmante falta de psicólogos en España: hay 0,70 especialistas por cada 1.000 habitantes.
La farmacología también muestra que existe un problema. España es uno de los países de la OCDE donde más ansiolíticos y antidepresivos se consumen: más de dos millones de españoles consumen ansiolíticos, ya que estos son de fácil acceso en farmacias sin necesidad de receta.