"Quien no se lleva una buena hostia en la vida es afortunadísimo" cuenta Camilo, trabajador de Tráfico jubilado. A él le ha llegado el golpe a los 65 años. ¿Su pecado? Haber depositado los ahorros de toda una vida de trabajo en Bankia. "Esto empezó en la primavera del año 2009. En Cajamadrid me dijeron que tenían un producto que era como un depósito: a cinco años y al 7% de interés". Y de esta forma fió a su caja de toda la vida los ahorros de toda una vida: 128.500 euros.
Camilo habla mientras vamos de camino a tomar un café. Viste camisa de cuadros, un pantalón azul oscuro y una chaqueta. Las bolsas de sus ojos no sólo muestran el paso del tiempo, también se aprecia en ellas el rastro del insomnio y los disgustos. "Económicamente voy tirando con la pensión, pero luego en Bankia me empaquetaron un poco más cuando salieron las acciones", explica (la entidad comenzó a cotizar en bolsa el 20 de julio de 2011). En aquel momento Camilo compró 9.900 euros en acciones. Hoy, el valor de esas acciones ronda los 2.000 euros. Tiene bien grabados los números en su cabeza. No se olvida de que la cotización de la acción comenzó al 3,75% y ahora está en torno al 1,40%.
"Quien no se lleva una buena hostia en la vida es afortunadísimo"
Pero lo de las acciones es 'pecata minuta' comparado con sus 128.500 euros ahorrados a lo largo de 45 años en los que como él mismo dice "ha sudado". Acudió a su oficina creyendo que lo que firmaba era un depósito, pero en realidad lo estaba invirtiendo en participaciones preferentes. "Te ponen un montón de papeles en confianza. Les conoces, te conocen... Tanto es así que el producto va al 50% y mi mujer no tiene nada firmado con lo que entonces era Cajamadrid" se queja Camilo. "Mi mujer no tiene nada firmado con ellos y vamos al 50%", insiste. Porque el único que ha firmado es él, pero no Rosa.
"Yo podría aquí blasfemar, insultando a este o al otro o al de más allá. Yo no insulto a nadie. Yo lo único que digo es que creo estar seguro de que a mí me han estafado y por eso lo he denunciado". Fue en 2012 cuando Camilo y Rosa decidieron interponer una denuncia y acudir a la Audiencia Nacional. Allí en el tribunal a su mujer la tuvieron que atender "porque se echó a llorar y se desmayó". A los veinte días de interponer la denuncia les llamaron de la Audiencia y ante el estado de ansiedad de Rosa, el juez Fernando Andreu les recibió en su despacho.
"En mi casa no se puede hablar del tema, porque vale más la salud que toda esta historia. Y esta es la historia mía, así de elegante y así de pobre" expone con sencillez. "Yo lo que pido es lo que he sudado, lo que no me he gastado por ahí en despilfarros y he ido ahorrando", exige este jubilado. "Yo no soy inversor, yo por desgracia, soy ahorrador", sentencia.
"Yo lo que pido es lo que no me he gastado en despilfarros y he ido ahorrando"
Al hablar de cómo ha afectado todo esto a su salud se pone serio. Se nota que no quiere tocar el tema, pero finalmente accede: "En resumidas cuentas, estamos a final de septiembre y tanto mi mujer como yo estamos tomando pastillas para poder dormir y seguir viviendo. Porque nos desvelamos. Yo más que ella". Camilo es discreto y ahí aparca los temas personales, pero volviendo sobre la situación económica en la que se encuentran señala que él sabe quien es el culpable: "ni más ni menos que los políticos". Y hablando de políticos le viene a la memoria el día en que Bankia salió a bolsa: "Y encima sale ahí a bombo y platillo el Rato tocando la campana. A mí me la tocó bien la campana, y a otros más".
No alcanza a entender Camilo porqué sigue el Gobierno otorgando inyecciones de dinero a las entidades bancarias. Sabe que no lo tienen, pero "¿por qué están a dos velas Bankia, Novagalicia, Banco de Valencia y Catalunya Caixa?". "Porque yo no me lo he llevado, yo lo que hice fue meter dinero" protesta airadamente. Y vuelve sobre su caso: "Yo carrera no tengo pero alguna luz me queda. Si a mí me dicen al meter el dinero que eso era perpetuo, yo lo habría sacado".
"Rodrigo Rato a mí me tocó la campana pero bien"
Camilo se ha puesto al corriente de lo ocurrido en las entidades financieras a raíz de todo lo que empezó a salir en la prensa en 2011. Y fue consciente de que era uno más de los afectados por preferentes cuando en abril de 2012 los balances del banco empezaban a mostrarle diferencias entre el valor nominal y el dinero real. Los 128.500 euros que él había depositado en Bankia no han dejado de menguar desde entonces. Hoy, el dinero que había ahorrado tiene un valor real de entre 50.000 y 60.000 euros.
Por eso empatiza con las protestas del 25-S ante el Congreso de los diputados. "La gente allí no era de un solo color. Ahí se juntaban todos los colores porque todo el mundo tiene algo que le está pinchando, algo malo: el paro, los recortes, las hipotecas, todo", manifiesta. "¿Es que no tienen vergüenza los políticos" se pregunta. "Anoche mismo salió un político que decía que ganaba 5.000 euros al mes y que no podía tirar para adelante. ¡Oye, yo con menos de la mitad me conformo! Vamos a cambiar, a ver qué pasa".