Ese es el enorme dilema económico de estos tiempos en que vivimos una situación inédita: el parón forzado de una buena parte de la economía casi tres meses, un quebranto que además tiene la enorme incertidumbre de que deba repetirse en otoño, y así hasta que encontremos una vacuna para el coronavirus o quedemos inmunizados por vía natural. No es que no haya habido epidemias antes, todos conocemos ejemplos de sobra, pero poco sirven sus datos para construir un pronóstico con cierta precisión con el que hacernos una composición de lugar según el sector que nos afecte, que es lo que intentaremos resolver hoy.
Navegación por derrota
Ante esta infortunada situación en que hemos perdido las cartas de navegación en plena tormenta, en que parece imposible fijar la profundidad y extensión de la recesión, he creído conveniente que continuáramos lo iniciado al explorar los mercado bursátiles, en "Cisne negro, peste roja y el Ibex35", cuando estimamos la recesión según el consenso de cientos de miles de inversores, añadiéndole nuestra mayor fragilidad después de la forma de gobierno, esto es, el sector turístico.
Por otro lado, ahora contamos con algunos datos más y, aunque en España casi todos los economistas "de lo público" siguen callados (pagamos igual), al menos sabemos que las previsiones de S&P ya son más creíbles, que el FMI ha dado las suyas, que son compatibles con las del BBVA, donde estiman que este año la recesión podría reducir el PIB un 8% (entre el -6,6 y el 13,6 según BdE); debe decirse que ese -8% (dato inédito), por el efecto de las menores importaciones, igual representa un desplome de la demanda agregada próximo al 12%. En cuanto al 2021, cuyo crecimiento se informa respecto al año anterior, podría ser positivo al final si hay recuperación, pero lo que es seguro es que entonces estaríamos mucho peor que el 2019, salvo los que perciben rentas públicas altas, claro, pero, al padecer una partitocracia, no habrá justicia distributiva. Una depresión de caballo pero en año y medio, más o menos.
Con ese -8% en mente y para intentar hacernos una composición de lugar, para llevarlo a algo conocido, hoy exploraremos, como en otras ocasiones, el Índice Adelantado Compuesto para varios países de la OCDE, o CLI, que busca estimar los cambios de ciclo con una antelación de entre cuatro y ocho meses, donde el valor 100 supone el crecimiento potencial a largo plazo; no veremos el caso estadounidense, pues van con cierto retraso en la pandemia.
Negligencia, mentiras y complicidades
Se confirma lo que pensábamos y que se sigue queriendo ocultar: todo ha venido por la típica negligencia criminal comunista, a la que se añadieron, como siempre, mentiras, complicidades locales y ayuda global, agregando al final, tal vez, pues India también lleva cierto retraso, otro millón de muertos a su palmarés genocida; ante eso, desde Alemania ya piden indemnizaciones y Trump manda aviso. Mientras, en España, el gobierno chavista nos "verifica" y con apoyo de sus 'bots' y de esa especie de cártel mediático en pleno blanqueo, nos distraen de sus maledicencias e ineptitud en la gestión sanitaria y económica.
No extraña pues que si comparamos el CLI de los principales países de Asia afectados por la peste roja (siguiente gráfica), salvo Taiwán -en duro conflicto con la OMS- y excluidos de la OCDE por el veto chino, vemos que Corea del Sur está en condiciones de hacer la famosa "V", o una recesión corta, de dos/tres trimestres, aunque es verdad que su casta no es tan mala como la japonesa, o la china, y que todo dependerá bastante de la recuperación estadounidense. Todos ellos, por cierto, con China en recesión por primera vez desde que se calcula el PIB (¿-6,8%?): tienen un CLI mejor que España, foco destacado de la expansión global de la peste, con récord de muertos por millón al ser el país que peor a tratado esta desgracia; de hecho, hay estudios serios que estiman que el dogmatismo progresista igual nos cuesta al final 20.000 muertos; y lo que nos queda de ruina económica, porque ahí siguen con sus chapuzas típicas de gente inútil enferma de poder.
Comparación europea
En España tenemos la peculiaridad, al intentar hacernos una composición de lugar del golpe económico que nos viene, de que, aunque ha habido un enorme cambio estructural desde el 2008 (que tanto hemos tratado aquí), el peso del sector turístico sigue siendo muy importante. Aun así, si nos comparamos con los grandes exportadores o comercializadores de bienes (siguiente gráfica), todos enormemente afectados por la recesión global (Suecia sin confinamiento total), el golpe cíclico inicial sitúa el CLI de España en el 97,8% de su potencial a largo plazo, que es similar al alemán (97,5%), siendo la posterior recuperación, por el turismo, será más difícil. Todos menos España, al tener menos deuda pública respecto al PIB, podrían hacer una "V", pero no la harán por su partitocracia.
Si la comparación la hacemos con países donde el sector turístico (y otros servicios) es muy potente, el castigo cíclico inicial hunde más a España que a Italia, con 98,1 y que a Francia, con 98,8. Destaca el Reino Unido, gran consumidor de nuestro turismo, que habiendo digerido el efecto del Brexit, cae a 98,2 cuando ya anunciaba su recuperación.
Expectativas "sonadas"
Siendo de marzo las encuestas de expectativas, con todos groguis por el golpe, no recogen bien la crisis pero tienen su interés repasarlas. Hay algo clarísimo y es que ya se iban a pique tras la llegada de Sánchez, siendo esta crisis la puntilla del ciclo malogrado por su desgobierno y, como no tenemos arreglo, incubábamos otra burbuja inmobiliaria (línea gris, tendencia futura de precios; siguiente gráfica)
Luego estarían las expectativas de consumidores (a un año) y de empresas manufactureras (a 3-4 meses), que son quienes mejor reflejan el ciclo de los negocios (siguiente gráfica, línea azul), "groguis" también, pero apuntando claramente a una situación similar (en promedio) a la de 2012, último año de la anterior depresión. Dibujan pues una situación muy dura, salvo, claro, para los que parasitan "lo público", cártel mediático incluido.
"Cambio de paradigma"
Recientemente se ha hecho común que los miembros de la generación sociópata o langosta, siempre con esa sonrisa a lo Tezanos en el rostro, nos hablen de "cambio de paradigma", una definición de Thomas Kuhn puesta de moda cuando formaban su personalidad de "adultos", allá por los 60 y 70 y, si supieran de lo que hablan, lo dirían en plural. Ahora, si lo que quieren hacernos creer, distrayéndonos, es que el pensamiento dominante o zeitgeist va a cambiar, la respuesta es que no y, de hecho, todos, "langostas" o no, esperan maná del Estado.
Tanto el mesianismo político como la oligarquía de partidos estatales terminan mal, muy mal, salvo que se implante un sistema electoral que sea representativo del votante, de la nación, que produzca una regeneración natural, y eso no lo van a permitir; podrá cambiar el Gobierno, pero la degeneración del orden y del pensamiento dominante seguirán. Ni siquiera por el enorme aumento del endeudamiento público y con un ajuste pendiente "de lo público", que habría de ser mayor del que tenemos pendiente desde 2012, pues para eso está el BCE haciéndonos un japonés y dándole hilo a la cometa.
Así las cosas, en 2021 estaremos en una casilla de salida parecida a la de 2012, pero con más deberes pendientes y con una partitocracia que nos hará perder otra década, destruyendo aún más nuestra demografía con sus experimentos psicóticos. Esperemos que por lo menos el paro no suba al 27% y que la recuperación empiece rápido. Esa es la composición de lugar que sale de esta previsión sobre lo incalculable y sobre la que hay que trabajar para que al final no sea tan mala.