No, Mariano no es el futuro del PP. Casi no es ni el pasado. Ha tenido incluso que emitir un libro para reescribir aquella eterna y penosa tarde de whisky y Dolores (Cospedal) en el restaurante Arahy. El marianismo agita ahora su nombre, al compás de la novedad editorial, por si a Casado le vienen mal dadas. “Dentro de un año, veremos qué pasa en el PP”, mascullan por los despachos y tabernas algunos de estos conspiradores, más enemigos de la actual dirección del PP que feligreses del marianismo, una secta en vías de extinción, Carmen nos perdone.
El futuro del PP es su presente. Quizás ni el propio Casado quiera darse cuenta, abstraído ahora en torear el incómodo trance de remitir a Sánchez a freír espárragos sin que parezca que lo entrega a las fieras corrupias de Frankenstein II. La sombra de Hamlet deambula por los pasillos de Génova, con su líder vacilante y sus acólitos, bamboleantes. Tan solo se escuchan los graznidos de algunos barones periféricos, disidentes y disolventes, de vuelo tan bajo que se les adivina el cuchillo entre los dientes.
No todos en el PP están sumidos en ese mar de dudas. Hay al menos tres damas con las ideas muy claras en estos tiempos confusos previos al desastre. Se trata de una tríada valiente y leal, que defiende con firmeza sus posiciones y no duda sobre la identidad del enemigo ni cómo combatirlo. Cayetana Álvarez de Toledo, brillante dialéctica, oradora mordaz, de punzantes metáforas y descripciones letales, pugna en el erizado frente catalán casi en solitario, tras la fuga de Ciudadanos y la oscilante complicidad de Vox. Cuando se anuncia que va a hablar Cayetana, todo el mundo pone la oreja, porque va a pasar algo.
Álvarez de Toledo, brillante dialéctica, de punzantes metáforas y descripciones letales, pugna en el erizado frente catalán casi en solitario
Isabel Díaz Ayuso se afana por blindar este Madrid dinámico y liberal de la embestida de los bárbaros, que ya llegan. Le bombardean las izquierdas y le zancadillean sus socios de Gobierno y hasta sus compañeros de partido. Nada nuevo. Ayuso quedó vacunada contra navajeos (internos) y cañonazos (externos) en la campaña electoral más aviesa y tóxica que se recuerda.
Andrea Levy desalojó de amiguetes y cuñados el templo de la cultura. Dos horas le bastaron a la concejal de Almeida para desterrar a la gansada podemita de los sillones del Ayuntamiento, donde llevaba aposentada cuatro años, ebria de soberbia y de pachorra, diezmando el presupuesto y predicando el populismo carmenita.
Tres pilares sólidos, una inequívoca referencia intramuros del PP en tiempos de tormenta. Quizás Casado no las tiene demasiado presentes
Las tres derechas son ellas y no ese espantajo imposible que pretendieron dibujar el sanchismo y su tropilla tras la plaza de Colón. Tres pilares sólidos, una inequívoca referencia intramuros del PP en tiempos de tempestad. Quizás Casado no las tiene demasiado presentes. Álvarez de Toledo, tan ensalzada antaño como preterida ahora, pasó de cerrar la campaña de las generales de Madrid, mano a mano con su presidente, a ser relegada en el debate televisivo del 10-N. La humillación resultó más cruel al ser Ana Pastor, buque insignia del marianismo, la figura desplazante.
Sánchez pide la abstención
Díaz Ayuso, el último dique de contención frente al simún que ya avanza, merecería de los suyos más atención y hasta algún gesto. Sánchez ya la ha señalado, se la tiene jurada. El líder socialista pretende pulverizar su política fiscal, entre otras, porque enarbola el estandarte de la libertad en una España en la que sólo se premia el chantaje y la sedición.
Andrea Levy, arrojada combatiente en el pantanoso territorio de la cultura municipal, que a tantas bocas halitósicas alimenta, desalojó de sus fortines a una colla extravagante de 'agitadores escénicos' que se había apoderado de las salas madrileñas. Lo ha hecho en un plis-plas, nada más poner los pies en Cibeles, entre el ensordecedor griterío de abajofirmantes, escribientes y maleantes que han mangoneado siempre esos ámbitos. La verdadera batalla política se libra en la educación y la cultura, algo que la derecha quizás haya entendido pero no ha emprendido. Al menos Levy lo tiene claro.
¿Qué va a hacer Casado cuando le convoque Sánchez a La Moncloa? Tal cosa ocurrirá y pronto. Pedro en funciones le acaba de reclamar de nuevo su abstención, como quien pide café al vecino. Sin dar nada a cambio. Las dudas atenazan a la cúpula del PP. ¿Abstención patriótica, condicionada, asimétrica, portazo en las narices...? Nada más sencillo. Que Casado consulte a su trío de damas. Ellas combaten el mal en primera línea, cada día, cada hora. Tienen muy clara la respuesta.