Pablo Iglesias salió preocupado de la reunión del martes con Pedro Sánchez. El líder socialista logró que el planteamiento del gobierno de coalición fuera ya cosa del pasado. Pero el líder de Podemos alberga la esperanza de que más allá de la cuestión semántica (“coalición” o “cooperación”), el socialista tenga que ceder e incluirle a él y a algunos de los suyos en el Consejo de Ministros. Serán como mucho dos o tres carteras, pero las suficientes para relanzar el proyecto de Podemos, que está en caída libre.
La esperanza es lo último que se pierde. Así que hay que llegar preparado. Este es el espíritu que se vive en el entorno de Iglesias, en el que empiezan a ponerse los nombres de los “ministrables”. Fuentes de la formación morada apuntan a que en determinados círculos se barajan figuras como Pablo Echenique, exsecretario de Organización y ahora activo en la Comisión de Seguimiento de Pactos de Gobierno; Vicky Rosell, la magistrada canaria y en la que Iglesias confía plenamente; Gloria Elizo, jurista ahora en la vicepresidencia del Congreso; el el inspector de Trabajo y Seguridad Social y profesor de la Universidad de Valencia, Héctor Illueca, que ha ganado enteros en los últimos meses en la opinión de Iglesias; Irene Montero, número dos del partido y el exjemad Julio Rodríguez.
Mi más sincera enhorabuena a las personas que han sido elegidas en las primarias de @ahorapodemos y a todas las que han participado en el proceso. Y un agradecimiento especial a los compañeros del Equipo Pablo Iglesias por su apoyo durante esta campaña https://t.co/p8qpUTh4F5
— Héctor Illueca (@Hector_Illueca_) December 22, 2018
Rodríguez, al que Iglesias hizo un guiño en el cierre de la campaña electoral de abril (“siempre contigo mi general”, dijo) es, sin embargo, considerado el perfil más débil. En el partido asumen que sus capacidades de negociación son limitadas y que eso es clave en el marco de las reuniones del consejo de Ministros. A la vez, si bien no es cuestionada su afinidad a Iglesias, ven poco rentable su figura desde el punto de vista de opinión pública.
Otro nombre que circula es el de Juan López de Uralde, actual diputado por Equo. López de Uralde forma parte de la corriente en Equo más afín a Podemos y podría ocupar una cartera de transición ecológica. Se trataría de un ministerio estratégico para Iglesias, tanto desde el punto de vista ideológico como por la voluntad de los morados de poner en marcha una empresa energética pública. Esta empresa podría convertirse en una fuente de mucho dinero para un partido que tiene problemas financieros.
Leales y atados
Todos esos nombres cumplen con los dos requisitos impuestos por Iglesias. Por un lado, que los dirigentes elegidos sean extremadamente fieles a él. El líder de Podemos está instalado en lo que algunos consideran una “situación de paranoia objetiva”. Es decir, que después del golpe de Íñigo Errejón y otras defecciones internas, lo primordial es asegurarse que ningún hombre o mujer que puedan obtener una cartera la aproveche para tramar y convertirse en aspirante a liderar Podemos.
El segundo requisito es que el elegido no haga sombra al líder. Iglesias no está dispuesto a ceder. La prioridad es que él esté en el Consejo de Ministros. Pero, si puede sumar a otros dirigentes, su intención es que ninguno de ellos le robe protagonismo: la cadena de mando de Podemos debe mantenerse dentro y fuera del gobierno.
Política de bloques
Nombres aparte, en varios sectores del partido expresan mucha cautela y algo de pesimismo sobre la posibilidad real de formar parte del Ejecutivo. Muchos esperan al encaje de los gobiernos municipales y autonómicos: creen que si Ciudadanos y el PP confirman su alianza a escala local y nacional, será más probable que el PSOE ceda y acepte a ministros morados en su gobierno.
Hasta ahora, no obstante, Sánchez no parece dispuesto a incluir a los morados. Solo se ha abierto a independientes provenientes del segmento de la izquierda. Se desconoce si ya hay nombres sobre la mesa, pero lo más probable es que sí. Y ya hay quien especula con figuras de relevancia que crearían problemas a Iglesias a la hora de rechazar un gobierno monocolor.
Desde el PSOE mantienen el veto a que Iglesias esté en el Consejo de Ministros: lo llaman el peligroso "efecto Salvini", como adelantó este diario. Pero el líder de los morados sabe que el asunto durará semanas y espera que la ventaja temporal de Sánchez se diluya y que el temor de los socialistas a volver a votar le obligue a acercar las posiciones. En definitiva, confía en la realpolitik. La misma realpolitik que le condenaría al declive si no logra entrar en el gobierno.