Es el principio del sectarismo andante: el que no está conmigo, está contra mí; el que no recoge conmigo, desparrama. Por donde llegamos ahora en nuestra querida España a un nuevo enunciado, conforme a la pedagogía gubernamental, según el cual todas las opciones disponibles se reducen a dos, de modo que sólo cabe ser sanchistas o fascistas. O se está con Pedro y con todo lo que el Pedro cambiante proponga o se tendrá bien merecido el estigma de fascista. No caben términos medios. No se trata de considerar los argumentos que nos ofrezcan para ponderar si nos convencen. Es una cuestión de fe. En cada momento el inquilino de la Moncloa sabe que es lo que más nos conviene. Él tiene más y mejor información, el conoce mejor el género humano. Otra cosa es que nosotros, ahora que somos pequeñitos y de pueril inteligencia, no sepamos apreciar el bien que se nos hace y que militemos en el bando de la ingratitud.
No caben términos medios. No se trata de considerar los argumentos que nos ofrezcan para ponderar si nos convencen. Es una cuestión de fe.
El salto adelante
Nada mas fácil ni halagador para un líder que dejarse acunar por los bajos instintos del público siempre propenso al aplauso de las vilezas. Nada más valiente, hasta la temeridad, que llevarle la contraria a la multitud enardecida cuando se atiende a las propias convicciones. En su libro Federico Sánchez se despide de ustedes escribe Jorge Semprún “desde que Carrillo me hizo expulsar en 1964 del Partido Comunista por crimen de revisionismo, se a qué atenerme. Sé que se considera de derechas ceñirse a la realidad, analizarla rigurosamente, condición preliminar a toda voluntad seria de reforma y transformación. En cambio, ser de izquierdas consiste en proclamar de manera voluntarista y dogmática la ruptura social, el salto adelante. O, mejor dicho, en el vacío”. Pero como señala Mayra Lahoz en el libro Destino y memoria, dedicado a Semprún, lo que caracterizaba a Jorge, de cuyo nacimiento se cumplen ahora cien años, era el ejercicio sistemático de la disidencia que ya no serviría para justificar la exclusión, sino para demostrar la lucidez de un pensamiento autónomo y beligerante.
Sé que se considera de derechas ceñirse a la realidad, analizarla rigurosamente, condición preliminar a toda voluntad seria de reforma y transformación.
Como dice Stendhal de Napoleón la idea del día devoraba la de la víspera y, sintiéndose con fuerza para destruir todos los obstáculos, nada era inmutable para un espíritu como el suyo ante el cual se alejaba el límite de lo posible como se aleja el horizonte ante el viajero. Por eso se ha creído a Napoleón pérfido cuando no era más que variable. Continuará