España tuvo la lucidez, desarmante lucidez, de colocar su fiesta nacional en una fecha que va mucho más allá de la exaltación de la patria. El idioma español es el escenario de la obra, la religión católica pone los marcos de relación y la cultura compartida es quien escribe el argumento. Cuando necesitamos explicar nuestros conflictos, no solemos hacerlo apoyados en la literatura ni en el cine, sino en la música popular en español, que empezó a conquistar el planeta antes de mediados del siglo XX y ha logrado ser dominante en nuestra época, gracias a fenómenos barriales como el reguetón, la cumbia y la música regional mexicana.
Una de las mejores formulaciones que he escuchado de este fenómeno la hizo Ramiro Villapadierna, director de la Oficina del Español en Madrid, cuando le entrevistamos para Vozpópuli. “El mundo entero ha aprendido a decir ‘Bésame mucho’ por un bolero y no por una universidad. La música es un canal potentísimo porque hoy día llevamos la música con nosotros a todas partes y además nos toca puntos emocionales. Los políticos pueden estar insultándose y exigiéndose perdones históricos pero luego se encuentran en los espacios de socialización con música, donde escuchan tango, salsa y baladas sentimentales”, nos contaba. Los negocios terminan a las diez y con ellos se ahoga el ‘business english’. A partir de ahí, bajemos a las tabernas a escuchar boleros, bachatas y baladones.
Artistas legendarios como Luis Miguel y Diego El Cigala viven hoy de tocar en recintos de lujo de toda la esfera hispana las canciones con las que se enamoraron y decepcionaron nuestras abuelas (da igual si vivían en los barrios más ricos o en los mas pobres del país). Me refiero al repertorio clásico de Armando Manzanero, Agustín Lara, Carlos Gardel, José Alfredo Jiménez, Roberto Carlos y tantos otros, que conforman nuestro abecedario emocional universal.Las buenas canciones borran las diferencias de clase e incluso las políticas: se acaba de estrenar la película El sonido de la libertad, muy aclamada por la derecha, y al verla descubres que la canción principal de la banda sonora es una versión de "La maza", del revolucionario Silvio Rodríguez.
Podemos recordar también al progresista Pedro Almodóvar incluyendo a Los Panchos en sus tórridos melodramas homosexuales y al comunista irredento Manuel Vázquez Montalbán escribiendo Crónica sentimental de España (1971) para explicar a su bando que coplas, boleros y pasodobles no eran veneno franquista sino farmacia emocional. Por encima de doctrinas políticas, emerge la figura luminosa de Juan Gabriel, un gay que logró convertirse en emblema nacional en el país más machista del planeta, gracias a sus canciones sencillas y devastadoras. Por cierto, que él estaba tan cómodo cantando al México popular como componiendo para divas españolas de la talla de Rocío Dúrcal e Isabel Pantoja, para quien llegó incluso a escribir un himno a la Virgen del Rocío.
Destaca el trabajo titánico de Bad Bunny, que ha conquistado el mercado global para nuestro idioma, negándose siempre a grabar en inglés
Esta tradición de cordialidad nunca se acaba: hoy la continúan héroes como Andrés Calamaro, empeñado hace décadas en acercar culturalmente las dos orillas del Atlántico, ya desde su brillante etapa en Los Rodríguez. Más moderno todavía, C. Tangana está aprendiendo a rebotar de un punto a otro de la canción sentimental española, trayendo a casa a los cachorros que crecieron con el trap y el hip-hop underground. Por supuesto, no podemos olvidarnos de esa enorme estrella que es Shakira, ni del trabajo titánico de Bad Bunny, que ha conquistado el mercado global para nuestro idioma, negándose siempre a grabar en inglés (e incluso a hablarlo en grandes eventos de la industria estadounidense).
A todos ellos, y a muchos más, debemos darles las gracias, porque cosen y recosen con cada verso de amor los destrozos que causan los conflictos políticos, económicos y militares. Mientras López Obrador exige al Rey de España disculpas por la conquista, Marc Anthony se pone de rodillas ante José Luis Perales en el festival Viña del Mar por haber compuesto "Y quién es él" (como los españoles nos quitamos el sombrero desde siempre ante cualquier gran compositor de América Latina). Por muy mal que estén las cosas, la música popular es un tesoro común que nadie puede quitarnos.