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El Real Madrid se da un histórico baño de masas para celebrar su 14 Champions

La celebración del conjunto blanco paralizó la ciudad, con una marea blanca que impedía hacer otra cosa que no fuese admirar a los nuevos campeones de Europa

Miles de aficionados se habrán levantado con una buena resaca tras la gesta de su Real Madrid en París, pero eso es una minucia cuando se trata de celebrar una Champions League junto a sus ídolos. Lo del domingo por la tarde en la capital fue uno de los mayores baños de masas que se recuerdan en el mundo del deporte: la ciudad estuvo atestada de madridistas con ganas de ver, aunque fuese por unos pocos segundos, a los protagonistas de la 14.

Tras aterrizar en Barajas a las 12 de la mañana, la plantilla del Real Madrid se reunió en el Santiago Bernabéu a media tarde para comenzar la ronda de actos institucionales. Con el trofeo al frente del autobús oficial del equipo, jugadores, cuerpo técnico y directivos pusieron rumbo a la primera parada del tour: la Catedral de la Almudena. Allí, los hinchas, vestidos de blanco, recibieron a sus ídolos. Allí ofrecieron la copa a la patrona de Madrid para poner rumbo a la sede de la Comunidad de Madrid.

Las aceras, durante el paso de los campeones de Europa, era intransitable sin importar su localización. Esto se vio de manera clara en la Puerta del Sol, donde los miles de aficionados aguardaban a que los jugadores saliesen al balcón a saludar. Antes de ese momento, los futbolistas fueron recibidos por una radiante Isabel Díaz Ayuso, que no dudó en enfundarse la elástica blanca -personalizada para ella- en cuanto los jugadores se la ofrecieron como regalo.

En la sede de la Comunidad de Madrid, Florentino Pérez demostró por qué los merengues son los reyes de Europa. El presidente ya piensa en el próximo año pese a que no haber pasado ni 24 horas desde que Marcelo levantase la copa al cielo de París. "A por la decimoquinta", afirmó el presidente. Después, el capitán madridista se animó a cantar el 'cómo no te voy a querer' desde el balcón para deleite de la afición allí presente.

El tercer acto fue en el Palacio de Correos, donde la plana mayor del Ayuntamiento de Madrid, encabezado por José Luis Martínez-Almeida, recibió al campeón de Europa. El alcalde también obtuvo una camiseta del Real Madrid y aunque Marcelo trató de ponérsela, como buen atlético se negó. Eso sí, posó con ella y tuvo tiempo para soltar un pequeño dardo a Courtois. "En el lado bueno también estamos los que lloramos en Lisboa contigo y a tu lado", dijo, algo que no le hizo demasiada gracia al cancerbero madridista. Para los que no lo recuerden, el belga defendía la portería rojiblanca en aquella final que a la postre sirvió al madridismo para ganar la décima.

En la Cibeles no cabía un alfiler | EFE

Tras la parte protocolaria, tocaba ir a Cibeles. Lo hicieron en un autobús descapotable y dando algo de vuelta: se pasearon por una Castellana repleta de aficionados antes de festejar a los pies de la fuente. Este enclave fue el más popular entre el madridismo: miles de personas se congregaron allí para ver cómo Marcelo engalanaba a la diosa con los colores del club blanco.

Durante la fiesta en la Cibeles, hubo recadito para Mbappé. Los aficionados se acordaron de su madre y el cántico sonó con tal fuerza que incluso cortó el discurso de Marcelo. Fue el único momento tenso de la tarde, ya que durante el resto de la celebración los aficionados se dedicaron a corear las canciones más habituales entre el aficionado madridista. Destacó Hazard, que prometió "dar todo" por la hinchada madridista. Necesitará suerte con las lesiones la próxima temporada para poder hacerlo.

El colofón final, en el Santiago Bernabéu. De nuevo en el autobús, el Real Madrid se dio un baño de masas hasta llegar a la última parada del festejo. Con un lleno absoluto -las entradas volaron-, el coliseo blanco estaba listo para disfrutar de una noche mágica. En la fiesta del estadio, lo más destacado fue Carlo Ancelotti cantando el himno de la décima 'de pé a pá' y las lágrimas de Marcelo en su despedida. Se marcha, eso sí, a la grande: con una Champions bajo el brazo y como el jugador más laureado de la historia del club.

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