Aunque las matemáticas puedan decir lo contrario, este sábado se cumplen 75 años de '1984', la novela distópica del escritor y periodista George Orwell. Pocas obras de ciencia ficción han tenido en la historia una repercusión similar y es que términos como la Policía del Pensamiento, el Gran Hermano o la 'neolengua' no pierden vigencia con el paso del tiempo y, de hecho, cada vez dan la impresión de estar más cerca de la realidad. O al menos, eso podrían pensar los más conspiranoicos.
"Son términos que siguen de actualidad, incluso más que en la época de Orwell", señala a Vozpópuli Ángel Galdón. Como este doctor en Humanidades, son cientos los expertos de todo el mundo que creen que se pueden apreciar multitud de paralelismos entre nuestra realidad de 2024 y la que diseñó Orwell para ese futuro ficticio de 1984 porque "son conceptos que se pueden aplicar a casi todo lo que ves en la sociedad de hoy. Todos los planteamientos que hace el autor en la novela son interesantes y, además, los hace de una manera muy sólida y muy específica", señala el profesor.
Galdón hizo su tesis en Humanidades sobre esta conocida obra que se publicó hace hoy -sábado 8 de junio de 2024- tres cuartos de siglos y que tiene lugar en un Londres que forma parte del gran estado ficticio de Oceanía, surgido después de la II Guerra Mundial y en el que se imponen la manipulación, la represión y la vigilancia. Precisamente, el trabajo del protagonista, Winston Smith, no es otro que modificar las noticias de la hemeroteca en el Ministerio de la Verdad, un lugar en el que se busca todo lo contrario: "tiene una función paradójica, ya que su verdadero fin es generar mentiras".
Tanto el intento de controlar el relato de los hechos -interviniendo, por ejemplo, los medios de comunicación- como la generación de bulos -como que España sea el país del euro que más crece, como dijo el presidente Sánchez- son asuntos de plena actualidad. También lo son la adoración a la figura del líder -"no te tengo que poner ejemplos porque aquí el periodista eres tú", comenta Galdón durante su entrevista- y la creación de una neolengua -como puede ser el caso de crear de forma artificial un lenguaje inclusivo-.
Aunque '1984' ha quedado para la historia como la obra por antonomasia del futurismo distópico, no es la primera de su género. La novela rusa 'Nosotros', de Yevgueni Ivánovich Zamiatin, se publicó 25 años antes y está considerada la que inició el género de la novela distópica contemporánea. Según el doctor Ángel Galdón, 1984 trata la misma idea política, pero la enriquece con más componentes materiales -como los dispositivos digitales- y culturales -en cuanto a la adoración al líder, por ejemplo-", y es que su tesis intentó demostrar que 1984 no versaba sobre "una realidad futurística distópica", señala, sino que se trataba de una "crítica del presente" que vivió George Orwell.
'1984' supo prever los altavoces inteligentes de una sociedad digitalizada
Sin duda, una de las predicciones más precisas que pudo hacer George Orwell en su obra -publicada en 1949- fue la de las telepantallas. En la novela, se describe con todo detalle la presencia de un tipo de electrodomésticos a través del cual la Policía de la Verdad podía ver y escuchar todo lo que pasaba en las casas, por lo que los habitantes de Oceanía se sentían vigilados en todo momento, vigilados hasta en sus casas, y optaban por una autocensura. Aunque en 2024 no hemos llegado al extremo de cambiar nuestras conversaciones cuando estamos delante e Siri o Alexa, sí son muchos los que han preferido no instalar en sus habitaciones los conocidos como altavoces inteligentes o, si los tienen, apagarles el micrófono cuando se está en la intimidad. "Parece un ser inerte", opina el experto, "pero te está escuchando todo el rato y no te sientes tan vigilado como si te estuviese viendo una cámara".
En la novela, además, las calles estaban empapeladas con el nombre del Gran Hermano, el líder que todo lo veía y que recuerda, irremediablemente, al programa de televisión por el nombre, y a los grandes sistemas de videovigilancia inteligente. Comenzaron a implantarse en grandes instalaciones como aeropuertos, pero ya están presentes en algunas grandes ciudades del planeta, y su función es identificar a las personas y vehículos que captan sus cámaras.
La presencia de cámaras y localizadores en cada uno de nuestros dispositivos móviles, así como que dispongan de nuestros historiales de llamadas y búsquedas en internet son solo el primer paso de muchos que se pueden dar en este campo. Los aparatos electrónicos ya son capaces de memorizar las palabras que más escribimos y monitorizar nuestras rutinas de uso, por lo que solo habría que extraer esos datos de nuestros móviles y volcarlos en una base de datos para, tras cruzarlos con otro tipo de referencias -de compras a través de tarjeta bancaria, por ejemplo-, obtener al instante un informe sobre cada ciudadano con un detalle impensable para un profano en la materia. Y no se trata de ciencia ficción, sino de una posibilidad perfectamente al alcance de la tecnología actual.
Más anecdótica, aunque acertada, es la existencia de "hablaescribes", los dispositivos futuristas con los que soñaban escribir textos sin necesidad de teclear. Hoy día, en 2024, es una herramienta muy habitual y presente en todos los móviles de última generación a la que llamamos "escritura por voz" y que utilizamos gracias a los micrófonos del móvil.
La utilización del lenguaje y la creación de un enemigo común: de 1984 a 2024
George Orwell -periodista además de escritor- conocía la perfección las prácticas que se llevaban a cabo en la Unión Soviética para modificar la historia a voluntad del partido. También ocurrió en Roma y hasta en tiempos del Antiguo Egipto, y en su novela, el protagonista Winston Smith se dedicaba profesionalmente a ello. Es solo uno de los escalofriantes paralelismos que podemos establecer entre esta obra de ciencia ficción y la realidad aparte de la cuestión tecnológica, pero son más.
Para el partido -que lleva por nombre el Ingsoc- el poder mediático y el control del discurso es esencial, y por eso tergiversa los hechos para adecuarlo a lo que más interesa, una definición que puede recordar mucho al concepto de posverdad o a los bulos que se difunden con facilidad por las redes sociales y en los grupos de WhatsApp entre amigos y familiares.
Como parte de esta manipulación del pensamiento común de la sociedad se encuentra la denominada 'neolengua', una herramienta que utiliza el poder para controlar en qué se piensa. La premisa sería que lo que no se menciona no existe, de la misma manera que cuando se le cambia el nombre a un concepto para darle otro menos explícito -un eufemismo- se le puede quitar importancia a sus consecuencias. En este punto concreto, la obra de Orwell recuerda claramente a la cultura 'woke' y al lenguaje políticamente correcto.
Curiosamente, nada de esto importa a la hora de hablar de la clase baja, los denominados proles, ya que para el partido se trata de una masa social prescindible, sin voto e incapaz de rebelarse contra el poder, por lo que no están vigilada. No obstante, a todos los bombardean constantemente con mensajes que les recuerdan a que Oceanía se encuentra constantemente en guerra. "La guerra es paz", rezaban los carteles que aparecían en 1984, un lema que enfoca todo el interés en un enemigo común y que deja al margen al Ingsoc.
gwy
Siempre se omite en artículos como este el elemento más aterrador y perturbador de "1984": el doble pensamiento. Comprendo que es mucho más aparatoso lo de las telepantallas y la neolengua, pero lo que marca decisivamente el rumbo de la novela (spoilers por si alguien no la ha leído, que esos í que es un auténtico crimen) es que se enseña a los sometidos a cuestionarse a sí mismos antes que al Poder y a cambiar sus percepciones y sus recuerdos de forma automática. La frase más aterradora de "1984" es "Oceanía siempre ha estado en guerra con Eurasia" (o con Asia Oriental)