Cultura

Cuando Felipe II fue rey de Inglaterra antes que de España

El matrimonio del entonces príncipe Felipe con la reina María Tudor favoreció una breve recatolización de la Corona inglesa

  • Felipe II retratado en 1551. Taller de Tiziano

"Vos deberéis prestar juramento de respetar las leyes y privilegios de Inglaterra… … pero la Reina en confidencia nos asegura que secretamente se hará todo conforme a nuestra voluntad, y Nos la creemos", este era el mensaje que el emperador Carlos V envió a su hijo, el futuro Felipe II, sobre el acuerdo de matrimonio entre el entonces príncipe español y la ya reina de Inglaterra. Poco después el príncipe Felipe embarcaba desde La Coruña rumbo a Londres para proceder al casamiento que le convertiría en rey de Inglaterra un lustro antes de serlo de los territorios hispanos.  

El hombre que organizó una gigantesca armada para tratar de invadir las islas británicas, había sido durante más de cuatro años rey de los ingleses y estampaba su firma en leyes del país. Carlos V le acababa de ceder Nápoles y el ducado de Milán para que se pudiera presentar ante su nueva esposa en cierta condición de igualdad, de rey a reina. Una de las misiones del joven príncipe, que entonces tenía 27 años, era apoyar la recatolización del país que puso en marcha su esposa María Tudor. Esta era hija de Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos y primera esposa de Enrique VIII. Fue el intento de anular este matrimonio lo que llevó al monarca inglés a romper con el culto tradicional católico. 

Nos encontramos en un periodo decisivo para entender la Europa y el mundo de los siguientes siglos. En un par de décadas y como un péndulo, la religiosidad oficial de la Corona inglesa se movió entre el catolicismo, el protestantismo y de nuevo al catolicismo, para alejarse definitivamente del papado romano. Por la influencia imperial que tendría unas centurias después y como germen de Estados Unidos, estos decenios terminaron siendo trascendentales para la política y cultura mundial.

Felipe II y María I de Inglaterra.

'Bloody Mary'

María ya había estado comprometida con la Corona hispana, en concreto con el emperador Carlos, con el que Enrique VIII llegó a un acuerdo en 1522 para casar a su hija María, de 6 años, con su primo hermano el rey de España Carlos I, que entonces tenía 22. Pero unos años después se rompió el acuerdo postergando para un futuro la posible unión entre los Tudor y los Habsburgo. 

María se ceñía la corona con 37 años y soltera, una anomalía para la época y una auténtica alarma para la principal preocupación de cualquier trono, asegurar la descendencia. No eran pocos los comentarios que describían a la reina como "fea y vieja" frente al joven rey español. La posible esterilidad de la reina y sus continuos achaques convertían este asunto en la comidilla de las cortes europeas. Y aunque se llegó a anunciar el embarazo de la reina, la esperanza de un posible descendiente que prolongara el celo católico en Britania quedó en nada. 

Además de tratar de engendrar este príncipe, la empresa de Felipe consistía en asegurar la recuperación de Inglaterra para la causa romana, algo que María no tardó en oficializar. En una carta a su hermana Juana, enviada desde Inglaterra, Felipe expresaba su emoción con el retorno de la Corona inglesa al catolicismo,  "la alegría que por ello hemos sentido". “¡Sabemos el gozo que os producirá y también a todos en España!”

Las primeras reuniones del Parlamento derogaron las leyes aprobadas por su padre y su hermano, y el reencuentro con Roma se produjo un año después. El enlace con Felipe, que llegó con toda una cohorte de teólogos, aceleró la imposición del catolicismo de una forma intransigente, comenzando con duras persecuciones a los protestantes. En total se contabilizaron 273 víctimas de esta persecución y muchos más exiliados que sirvieron para que la posterior propaganda protestante adjudicara a María, el apelativo de sangrienta “Bloody Mary”.

Felipe pasó trece meses desde su llegada empeñado en estas dos tareas, después se ausentó por año y medio y solo regresó durante otros cien días en los que no logró el ansiado embarazo que podría haber cambiado la historia mundial. 

María murió en noviembre de 1558, cuando Felipe ya llevaba dos años como soberano de los territorios hispanos y con ello todas las posesiones de América; los reinos de Nápoles y Sicilia y los Países Bajos, posesión que más dolor de cabeza le terminaría dando. Con María Tudor moría el intento de recatolizar la isla. Su hermana de padre, Isabel  había sido encarcelada por su apoyo a los protestantes y parte del séquito de Felipe reclamó su cabeza, a lo que se negaron ambos monarcas. Esta hija de Ana Bolena fue la que finalmente heredó el trono. El largo reinado de Isabel I, de más de cuatro décadas, asentó el anglicanismo en la isla y se posicionó como una de las principales potencias enemigas de Felipe II.

El "Retrato Darnley" de Isabel I.

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