De Fernando Arrabal recuerda los ‘pollos’ que montaba en el Palace. Los conocía de sobra, porque lo persiguió durante casi toda la década de los noventa para hacerle un retrato. "Hasta que un día, en una casa, lo cogí del brazo y lo coloqué junto a un florero. Cada vez que intentaba medir la luz y le acercaba el fotómetro, Arrabal intentaba morderme. Así que le metí una margarita en la boca y santas pascuas. Así hice la foto". La de Arrabal masticando flores no es la única imagen de Victoria Iglesias que cuelga de las paredes del centenario hotel en el que alguna vez se alojó la Mata Hari. Se exhiben, en total, veintiséis instantáneas realizadas a veintiséis autores hechas por Iglesias y Jordi Socías. De esas, 11 son suyas: desde Francisco Umbral, Camilo José Cela, José Hierro o Juan Eslava Galán hasta Arturo Pérez-Reverte.
En el Westin Palace se exhiben, en total, veintiséis instantáneas realizadas a veintiséis autores: desde Jorge Luis Borges hasta Gabriel García Márquez
Con el título Miradas literarias, la periodista y fotógrafa reúne en una exposición los retratos que hizo a una buena parte de los nombres del canon literario en español. Algo extraño las distingue, a todas. Las fotografías son diapositivas hechas con película de ISO 50: el detalle y la nitidez es máxima. Pero hay algo mucho mayor que la luz que se refleja en estas fotos, algo mucho más grande y enceguecedor: el gesto, el ego de los retratados. El carácter complejo y desbordante de cada uno y, lo más importante, el momento en el que fueron hechas. En Miradas literarias desfilan personajes que habitan no la cápsula de la pose literaria, sino la forma de mirar con la que Iglesias los envuelve. "Todos los escritores que aparecen en estas fotos tienen algo en común: un carácter muy marcado, muy definido. Ya fuesen broncos o melancólicos, ocurrentes o explosivos. Todos poseen un temperamento fuerte", explica la fotógrafa, sentada en uno de los butacones del Westin Palace.
Victoria Iglesias, que estudió periodismo en la Universidad del País Vasco y luego en la Complutense, empezó en la profesión jalonada por la fuerza bruta de las vocaciones. “Tenía valentía, pero era una completa ignorante”, recuerda. Al escucharla, resulta imposible no imaginar la cara que debió de poner el reportero Fernando Múgica, en ese entonces subdirector en grupo Zeta de la revista Panorama, en plenos años noventa. Siendo casi una adolescente, Victoria Iglesias se presentó en la redacción y dijo que tenía una entrevista, que quería venderla. Pues bien. Fernando Múgica –sí, el corresponsal de guerra, el hombre que cubrió las revoluciones, contiendas y desastres de la última cuarta parte del siglo XX- la invitó a pasar. Ella avanzó, muy convencida.
-Me llamo Victoria Iglesias y tengo una entrevista –le dijo a Fernando Múgica.
-¿A quién?
-A Tamariz –Victoria se refería al ilusionista y mago.
-¿Tienes fotos?
-No.
No le costaría mucho a Múgica hacerse entender. Porque desde ese día, y de ahí en adelante, Victoria Iglesias no soltó la cámara. Incluso hay quien podría decir que se la encajó en los ojos. Porque desde entonces, cada vez que parpadea, fotografía. Ha retratado a políticos, escritores, artistas y cantantes: desde Sampedro hasta Camarón de la Isla, desde el pintor Antonio López hasta el Chiapas del Subcomandante Marcos. Ha hecho también fotografía social, reportajes en profundidad y, por supuesto, retrato. Que es el tema que nos ocupa en la mañana de un martes todavía veraniego.
Nunca aceptó un no. Y por eso los persiguió. Dispuesta a descubrir de qué pasta estaba hecha la persona que apretaba el disparador
"Todos estamos llenos de imágenes. Lo que a mí me interesaba no era fotografiar con la cámara, no. Yo quería fotografiar con los ojos". Ella ansiaba poseer el atributo de un carrete ISO 50: quería que su mirada estuviera hecha de un material lo suficientemente sensible que dejara entrar la luz en el interior de sus personajes, casi hasta quemar. Esa propiedad que tienen los fogonazos para esparcir la luz del retratado sobre quien retrata. Así, Victoria Iglesias conseguía mirar no sólo a quien tenía delante de la cámara, sino a esa otra persona que la sostenía. Por eso nunca aceptó un no. Por eso persiguió a los escritores, para conseguir de ellos un sí o una rendición; dispuesta a descubrir de qué pasta estaba hecho su modelo y, acaso también, la persona que apretaba el disparador.
Ella, que dice no sentir miedo cuando tiene la réflex entre las manos, muestra en esta exposición el gesto de quien se planta ante Camilo José Cela y elige para mostrar unas manos agrietadas de hombre agrio; al Arturo Pérez-Reverte que , sonriente, en la estación de Delicias, acaba de publicar Territorio Comanche, aquella novela en la que no dejó títere con cabeza y un Francisco Umbral duplicado en el espejo de su ego.
MIRADAS LITERARIAS
Exposición fotográfica conmemorativa del 400 aniversario de la muerte de Cervantes.
Reúne los retratos hechos por la fotógrafa Victoria Iglesias y Jordi Socías a 26 escritores: Jorge Luis Borges, Sanchez Ferlosio, José Bergamín, Soledad Puértolas, Carmen Posadas, Joan Marsé, García Marquéz, Rodriguez Sampedro, Vargas Llosa, Sergio Pitol, Manuel Vicent, José Hierro, Cela, Arturo Pérez-Reverte, Josep Pla, Umbral, Gala, Torrente Ballester, Carmen Martín Gaite fotografiados por Jordi Socías y Victoria Iglesias.
Lugar: Hotel Westin Palace, Plaza de las Cortes 7, Madrid.