Si ya veníamos de una primavera cargada de memorias y libros de análisis político –las municipales convirtieron la Feria del Libro de Madrid en un pasillo electoral-, este otoño, con las generales prácticamente encima, la oferta editorial no escatima en títulos volcados en la res publica: desde A pie de escaño (Península), de Alberto Garzón hasta #Ciudadanos. Deconstruyendo a Albert Rivera (Deusto). Sin embargo, un tema entre medias –la Diada y el 27S- precipita un nuevo aluvión de literatura sobre el independentismo en Cataluña, un tema que no ha parado de dar trabajo a autores y analistas así como títulos a las editoriales.
En esa larga carrera editorial se ha publicado de todo: novela, ensayo, reportaje, panfleto, adaptación teatral, propaganda… Desde Catalonia calling: el mundo lo debe saber, un libro que pretende explicar en brevísimas píldoras cuál es la situación política de Cataluña y los motivos para la secesión, y que la Generalitat hizo llegar por envío postal al presidente de EEUU, Barack Obama; el fundador de Microsoft, Bill Gates; la presentadora Oprah Winfrey; la canciller de Alemania, Angela Merkel, y hasta 10.000 personalidades influyentes del mundo –una desigual selección: desde el papa Francisco, Robert de Niro, Keanu Reeves o George Lucas- hasta el sesudo ensayo Las cuentas y los cuentos de la independencia (Catarata), en cuyas páginas Josep Borrell y Joan Llorach abordan el asunto fiscal como prisma desde dónde analizar el pantanoso asunto de la secesión. Algunas de las preguntas que se hacen Borrel y Llorach son, por ejemplo: ¿Por qué son tan diferentes los saldos de las balanzas fiscales de Cataluña según quien las calcule?
Se imponen también visiones más personales, como la del escritor y periodista Ramón de España en El manicomio catalán. A mitad de camino entre el diario y el libro de crónicas, las suyas, dice él, son las reflexiones de “un barcelonés hastiado”; y lo está. Sólo basta leer el libro para darse cuenta: un Laporta que es mezcla de Berlusconi y Charlie Sheen; un Jordi Pujol travestido en Papá Pitufo o un Maragall que terminó trabajando a favor del nacionalismo que adversó… son sólo algunas estampas de un libro en el que no queda títere con cabeza: ni los medios, ni los políticos ni burgueses. Todos al saco de la locura y la esquizofrenia.
Otros, como Germà Bel, el político y catedrático de Economía Aplicada en la Universitat de Barcelona intentan situar el suflé catalán en un contexto específico, con unas causas concretas. Así lo procura en Bel en Anatomía de un desencuentro, donde aborda las razones que han llevado a la actual situación. Su tesis más clara apunta a que tanto la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Autonomía, emitida el 28 de junio de 2010, como la crisis económica han precipitado el aumento del independentismo en Cataluña, además de la desconfianza mutua entre facciones políticas han sido el caldo de cultivo propicio. Uno de los factores decisivos que apunta Germà Bel en Anatomía de un desencuentro es la desconfianza entre Cataluña y España. Existen sin embargo otras lecturas más técnicas, en su libro Paciencia e independencia (Ariel, 2014), el escritor y catedrático de Derecho Constitucional Francesc de Carreras traza cuál ha sido la estrategia seguida por el nacionalismo para "inculcar el independentismo en la sociedad catalana".
El asunto no es nuevo y lleva años moviéndose. En 1995, cuando dirigía la compañía Els Joglars, Albert Boadella quería poner a prueba cuánto “sentido del humor tiene Cataluña cuando se tocan sus temas tabú”. En ese entonces, se estrenó Ubú president, una durísima sátira sobre los Pujol y su entorno. En aquella obra de teatro no se mencionaba ni en una ocasión al ex presidente de la Generalidad. Y ni falta que hacía, el asunto más claro no podía quedar. Ese montaje provenía directamente de Operació Ubú, una burla del primer Gobierno de Pujol, estrenada en 1981 y con la que Els Joglars escenificó los inicios de CiU en el Gobierno de la Generalitat. Fue, a su manera, como la misma Ubú president, para algunos premonitorio, aunque quizá sería más correcto decir que supo leer las claves de los tiempos que corrían.
Al independentismo se le han dedicado sus mejores líneas en Señoras y señores (Alfabia), una recopilación de retratos y perfiles de personajes que han atravesado la vida de España en los últimos treinta años -desde folclóricas hasta políticos, tenores o escritores- publicados por Juan Marsé entre 1978 y 1980 en la revista Por favor y el diario El País y que ha reeditado no sólo con las correcciones de su autor, sino con dos perfiles nuevos: el de María Dolores de Cospedal y el de Artur Mas. Es en este último donde se luce Marsé no sólo como el inmenso escritor que es, sino como el observador y meticuloso joyero que todavía sigue siendo: el que está acostumbrado a mirar una piedra horas y horas para ver cómo engarzarla, perfecta, en el broche.
"He aquí a un señor que confunde Catalunya con su persona. Y, sin embargo, no hay nada en esta fisionomía que recuerde a un país (…) En fin, una cara que expresa sentiments y centimets, esa distinguida dualidad que resume la problemática gobernabilidad de Catalunya”. No habla Marsé de Artur Mas. No señor. Habla de Jordi Puyol. Pero ahí está lo magnífico, aquello que distingue y actualiza su texto ante los ojos del lector como si de la pantalla de un aeropuerto se tratara. Pasado y presente se pasan el relevo, desfilan –procaces- como la cinta de un mismo carrete en el que todos alzan el mentón para posar. Marsé sólo presiona el botón, hace click: dispara. “El maxilar cuadrado y ligeramente popeyesco va siempre un paso por delante de la mirada estreñida: el paso largo y la vista corta (…) Pero no está de más recordar aquí que esta figura se mueve con una fuerte vocación de futura estatua conmemorativa, a ser posible con palomas, y por supuesto aferrado al timón”. Así describe Marsé a Artur Mas, ese hombre-parodia que necesita la patria tanto como su ego ansía el mármol. ¿Cuántos años han transcurrido entre Pujol y Mas? En la pluma de Marsé parecen un segundo.
En el apartado novela hay experimentos algo menos afortunados, desde la estrambótica y realmente nefasta El último catalán (Stella Maris), de Javier Barraycoa, hasta e José María Pont, quien ha elegido el telón de fondo del secesionismo para ambientar una primera novela: Banderillas negras (Kailas), una historia que echa mano del thriller y el humor para dibujar un paisaje hilarante, casi esperpéntico.