El cineasta argentino Diego Lerman estrenó en la pasada edición del Festival de San Sebastián una película aparentemente sencilla que profundiza en los dramas escolares de las zonas deprimidas de Buenos Aires, y esto mismo le sirve para añadir capas y capas de las contradicciones y las dudas que a uno le acechan cuando llega a la edad en la que el impulso empieza a perder fuerza.
"¿Para qué sirve la poesía?". La pregunta que el profesor de literatura protagonista de esta historia les hace a sus alumnos en el primer día de clase es la misma que uno puede hacerse con todo aquello de lo que no se obtiene beneficio y que no aporta un rédito, pero que, sin embargo, es imprescindible, como la empatía de un profesor que se enfrenta a los estragos que causa el narcotráfico en un colegio de la periferia más marginal de la capital argentina. En Vozpópuli hemos hablado con el cineasta durante su visita a Madrid con motivo del estreno de esta película.
Pregunta: En esta película, que aborda la urgencia de un profesor de salvar a uno de sus alumnos del narcotráfico, ¿qué conecta con su propia experiencia?
Respuesta: Tuve un profesor de literatura bastante inspirador y algunas escenas evocan alguna de sus clases. Además, tiene mi misma edad, y muchos de los temas que me rondan son también los suyos, como la relación con su padre. No es una película coral, pero sí una cinta que aborda diferentes aspectos del personaje. Está en crisis, empieza a derrumbarse y busca dónde aferrarse. Lo reconecta con sus deseos acerca de por qué ha estudiado literatura, por qué escribía y, en medio, tiene que aceptar el divorcio con su mujer, el fin de la infancia de su hija y la enfermedad de su padre.
P: El suplente parece ideada sin prisa y con mucho detalle.
R: El proceso de guion fue largo. Se trata de una propuesta en base a una investigación, para lo que realicé entrevistas a docentes y visité escuelas durante dos años. Filmé otra película y volví, no le encontraba la vuelta. Decidí volver a algo más sencillo: una película desde el punto de vista del personaje. De la clase media universitaria a estos márgenes, con esa idea de autopistas, de borde, de cruce constante que existía en mi imaginario y que se concretó en película. No es una película coral, pero sí de capas.
La educación es una apuesta por el futuro y por las herramientas, mientras que el narcotráfico lo que propone es dinero ya, dinero hoy", señala Lerman
P. ¿Que le llamó la atención en esta investigación?
R: El ingreso de la Germandería Nacional en las escuelas. Sobre el papel está prohibido, pero durante la investigación vi que sucedía y más seguido de lo que me podía imaginar. Siempre parece haber una excepción, y muchos niegan que eso sucede. La película se estrenó en Toronto y mientras tomaba el avión, me enviaron fotos de la escuela donde había hecho la investigación con fotos muy parecidas a lo que se veía en la película. También había otro elemento al que me resistía: el narcotráfico como algo presente, como parte de ese paisaje. Entendí que la educación es una apuesta por el futuro y por las herramientas, mientras que el narcotráfico lo que propone es dinero ya, dinero hoy.
P: Al hilo de esto, en la película hay una metáfora bonita. El primer día de escuela, el profesor les pregunta "para qué sirve la poesía".
R. En esos barrios hay muchos murales con fotos de chicos muertos, como parte del paisaje del cotidiano. En este caso, la respuesta sería la misma que da la película: para nada. Las cosas que no sirven son las más importantes, ese sería como invertir en un mundo tan material, concreto y poner eso en crisis, que a veces las cosas más inservibles son las fundamentales.
P: ¿Es necesario hacerse esa pregunta? Da la sensación de que hacerse la pregunta conlleva intentar buscar un beneficio en la creación.
R: La pandemia nos ayudó a repensarnos, hubo cambios de vida. Nos deberíamos hacer esa pregunta todo el tiempo. En la pandemia era notable, por ejemplo, en Argentina, el lugar que tuvo la educación. Abrían negocios y casinos, pero las escuelas fueron las últimas, como los teatros y los cines. Lo que genera negocio y movía dinero era más importante, como si vivir como un autómata produciendo plusvalías fuese lo esencial.
Con la pandemia se cayó una careta de hipocresía sobre el lugar que ocupan los niños en la sociedad", lamenta el cineasta
P: En España, los parques fueron algunos de los últimos espacios que se abrieron.
R: Alguna vez se estudiará lo que ocurrió. Se cayó una careta de hipocresía sobre el lugar que ocupan los niños en la sociedad, había que encerrarlos porque era peligroso, lo que muestra de manera muy descarnada cierto orden imperante.
P. ¿Qué le gusta de retratar esa clase media que vive con contradicciones?
R: No sé si me gusta o me sale. En algunas películas, o las últimas dos más concretamente, la contradicción también genera la riqueza de conflictos. A veces parece que todo es muy fácil, que no somos contradictorios, y lo que nos humaniza son las contradicciones: queremos una cosa y hacemos lo contrario. Si fuese todo tan literal, no seríamos humanos. Y me sale cierta indagación moral en las personas que me rodean, presto mucha atención. Les digo a mis hijos: no escuchéis qué dicen, fijaros en lo que hacen, porque la mayoría de la gente dice una cosa y hace otra. Porque ahí está lo que uno cree y lo que puede.