El director Manuel Gutiérrez Aragón abandonó el cine en 2008, consciente de que las cosas iban a cambiar y de que el oficio de rodar películas, tal y como él lo concebía, ya no iba a ser igual. Desde su última película, Todos estamos invitados, un drama protagonizado, entre otros, por Óscar Jaenada y José Coronado, han pasado ya 14 años, pero su filmografía pesa demasiado en la historia del cine español, por lo que la Seminci en su 67 edición ha decidido otorgarle la Espiga de Honor, un galardón que también recibirán Fernando Colomo, Victoria Abril, Andrés Vicente Gómez, Antonio Resines, Chema Sarmiento y Jim Sheridan.
Gutiérrez Aragón (Torrelavega, Cantabria, 1942), miembro de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y de la Real Academia Española (RAE), donde ocupa el sillón F, es una de las voces más importantes del cine hecho en España y uno de los realizadores que han logrado el éxito más allá de las fronteras: con Habla, mudita (1973), su debut en la dirección, recibió el Premio de la Crítica del Festival de Berlín y fue candidato a los Premios Óscar, mientras que con Camada negra (1977) consiguió el Gran Premio del Festival de Berlín y el Oso de Plata a la mejor dirección.
Con motivo del premio honorífico de la Seminci, que recibirá este galardón el martes durante la Gala del Cine Español que acoge el festival vallisoletano, Gutiérrez Aragón ha hablado con Vozpópuli sobre su nueva ocupación como escritor, el libro de relatos que publicará en 2023, la soledad de la pluma, el bullicio del cine, la fascinación por Blonde, la cultura de la cancelación y su disposición, si alguien está interesado y escucha su oferta, a volver al cine y rodar para una plataforma.
Pregunta: ¿Qué supone este premio honorífico que le otorga la Seminci?
Respuesta: He ido más al Festival de Berlín o al de San Sebastián, pero recuerdo cosas importantes de la Seminci. Allí presenté la serie El Quijote, y el sufrido público de Valladolid vio seguidas seis horas en la butaca, una experiencia que no había tenido. La segunda parte de aquella serie, una película, también se proyectó allí. Teniendo en cuenta que yo ya he dejado el cine, agradezco que se acuerden de mí después de mi última película.
P: Se retiró en 2008, tras el estreno de su película Todos estamos invitados. ¿Echa de menos el cine?
R: Claro que lo echo de menos. Dejé adrede el cine cuando las cosas iban bien y pensaba que iban a ir mal, como así ha sido. Entonces, mis amigos del cine me preguntaban por qué, y les contestaba que veía el porvenir muy negro y que valía más retirarse a tiempo. Y así fue. Todos aquellos que me preguntaban por qué no seguía tuvieron muchas dificultades para hacer películas, porque el cine pasó a ser controlado por las televisiones y porque vino la crisis, los presupuestos fueron menores y cambió el público, que ahora lo ve de otra manera. Me retiré a tiempo, lo que no significa que no lo eche de menos todos los días. Rodar, aparte de ser una actividad artística es una actividad vital, la vida pasa por un rodaje. De vez en cuando toreo de corto, hago un documental o cortometrajes, pero no un largometraje.
Las plataformas, por mucho que a los cineastas les moleste ese formato, han heredado el cine de autor", señala el cineasta
P: Las televisiones acapararon muchas producciones y luego llegó el boom de las plataformas, algo que en 2008 ni siquiera se imaginaba.
R: Las plataformas, por mucho que a los cineastas les moleste ese formato, han heredado el cine de autor. Ahora hay un formato de serie más reducido, de cinco o seis capítulos, como se ha visto en Apagón, donde sí es posible hacer lo que antes era una película, que era una historia de una hora o de hora y media. Las plataformas han retomado lo que era el cine de autor que ahora en la pantalla de cine es más difícil porque, entre otras causas, porque se va menos al cine. Incluso las películas largas donde más se ven es en la televisión, qué vamos a hacer, hay que plegarse a eso. Si ahora empezara a hacer cine pienso que lo que hacía entonces lo haría en una plataforma.
P: Si una plataforma le ofreciese espacio para un nuevo proyecto, ¿estarías dispuesto?
R. Sí, porque eso es volver a lo que yo hacía. Mis películas a veces eran muy especiales, necesitaban estar en un festival y abrirse así paso. Ahora, lo más parecido a cierta exquisitez del relato está en las plataformas. A ver si lo lee alguien y se anima.
P: La impresión general es que este 2022 es un año excelente en el cine español. ¿Cree que es así?
R: Este año ha sido bueno. Son cosas muy cíclicas y después de algún tiempo de sequía viene un año bueno. No recordaba desde hace tiempo un año con tan buenas producciones, todas tan interesantes y películas de calidad. Me ha gustado lo que hace ahora Alberto Rodríguez, Isaki Lacuesta o Jaime Rosales. Han retomado el cine que nos gustaba hacer a nosotros años atrás, el que hacíamos Saura, Camus o yo.
Muchas veces la cultura de la cancelación tiene un proceso inquisitorial, porque no viene de un proceso judicial", afirma Gutiérrez Aragón
P: En los últimos cinco años, especialmente a raíz del Me Too, la llamada cultura de la cancelación ha ganado protagonismo. ¿Qué hace cuando la vida y la obra de un artista no casan como a uno le gustaría, cuando uno descubre aspectos muy oscuros en la vida de aquel al que se admira?
R: Separo muy bien la vida privada de Woody Allen de sus películas, porque son películas que ya viste en un momento determinado y el recuerdo no se borra. Muchas veces la cultura de la cancelación tiene un proceso inquisitorial, porque no viene de un proceso judicial. Creo que la cultura de la cancelación pasará. He visto como con la China de Mao, algunos artistas tenían que dejar de hacer películas, y en la Unión Soviética muchos cineastas tenían que dejar de hacer cine porque no les ofrecían la oportunidad tras haber sido estigmatizados políticamente. Eso se parece bastante a la cultura de la cancelación.
P: Hay quien comenta que la crítica cinematográfica y la información sobre cine se ha ideologizado mucho, y existen nuevos términos que han puesto el acento en cuestiones como el machismo. ¿Qué opina?
R: El cine es muy permeable refleja mucho lo que ocurre en la sociedad. Nosotros vivimos la fiebre del cine social, que fue tremenda, y sobrevivimos. Pienso que cuando cualquier movimiento, por noble que sea -como el feminismo- se ideologiza, pues malo. Cuando se pasa de ser un movimiento social a un movimiento ideológico de control y de censura, malo. El cine es muy poroso y todas las inquietudes de la sociedad pasan al cine y a la televisión, entonces es lógico que el cine esté penetrado por cualquier movimiento reivindicativo. Cuando ese movimiento pasa a ser control ideológico, malo. Las causas más nobles siempre pueden ideologizarse y convertirse en un instrumento de control. No sería la primera vez que ocurre en la historia.
P: ¿Ha tenido la ocasión de ver Blonde?
R: Es verdad que la película produce tanta atracción como rechazo, porque evidentemente el personaje de Marilyn no es empático, parece un victimismo demasiado festivo, no parece una víctima de la sociedad sino otra cosa. En cualquier caso, la película es muy interesante y se produce un hecho que solo se produce en el cine: provocar rechazo y atracción al mismo tiempo, porque Ana de Armas lo hace muy bien. La película rompe el discurso cinematográfico habitual.
P: Precisamente, usted descubrió a Ana de Armas en un casting para su película Una rosa de Francia (2005), que finalmente ella protagonizó.
R: Fue un flechazo. Yo ya tenía una actriz protagonista y cuando la vi durante un casting en Cuba cambié sobre la marcha. Era una chica que ya prometía. Tuvo la suerte de que la película se vio en España y se vino. Luego estuvo unos años haciendo series que le venían muy bien económicamente. De Blonde lo que salva a todo el mundo es Ana de Armas.
Tuve mi época militante y ya no, ahora lo veo como el cine, como espectador, pero ya no como un personaje activo. Eso sí que no lo echo de menos", confiesa el director
P: Militó en el Partido Comunista de España hace muchos años. ¿Le interesa la situación política de la actualidad?
R: Más que vivir los acontecimientos políticos asisto a la vida de los demás. Tuve mi época militante y ya no, ahora lo veo como el cine, como espectador, pero ya no como un personaje activo. Eso sí que no lo echo de menos. Las profecías del marxismo no se cumplieron -como conseguir una sociedad sin clases-, pero sí hay una parte del marxismo que se cumplió, el de la Escuela de Frankfurt. Las grandes transformaciones han sido sobre todo de la vida cotidiana, de hacer normales cosas que estaban totalmente prohibidas. La sociedad ahora es más libre.
P: Ha cambiado la cámara por la pluma. ¿Cómo se combate esa soledad, tan diferente al bullicio del rodaje?
R: Esto es más tranquilo, tienes más libertad a la hora de contar, pero el cine es la vida y esto no, es un proceso en soledad. Como siempre tuve una veta de escritor, pues lo llevo bien. En 2023 publicaré un libro de relatos, Oriente, en Anagrama.
P: En su libro El rodaje, desveló la rivalidad que existió entre Berlanga y Bardem. ¿Descubrirá en este libro algún otro detalle de la filmografía nacional, alguna anécdota que merezca la pena conocerse?
R: Alguna hay, pero sin nombres. Hay un episodio de la vida de un productor sin su nombre que sí aparece en mi próximo libro de relatos, pero se puede adivinar.
Berenguer
"La sociedad es ahora más libre" ... No es cierto, solo en apariencia. Cada vez hay más pensamiento único y autocensura. Y cada vez lo será menos de acuerdo con la Agenda 2030. Libre para unos (pocos), opresiva para el resto.