El poeta Luis García Montero se ha roto una pierna. La izquierda, para ser más exactos. Eso no le impide cumplir con la agenda de entrevistas para la promoción de Un lector llamado Federico García Lorca (Taurus), un ensayo en el que ausculta la biblioteca del autor de Bodas de sangre. Con la pierna en alto, envuelta con un severo vendaje blanco, García Montero se explaya en lo literario y se cuida de hablar de más de lo político. Hace justamente un año, en plena trinchera electoral, García Montero dio paso al frente como candidato de Izquierda Unida por la Comunidad de Madrid. Hoy aquello queda demasiado lejos. El poeta aparta el tema, lo empuja con toquecitos discretos. Y por aquello de la pierna rota –la izquierda - convendría no cebarse con el poeta. No sería de recibo.
Con la pierna en alto, envuelta con un severo vendaje blanco, García Montero se explaya en lo literario y se cuida de hablar de más de lo político
Víctor Hugo, Ibsen, Maeterlinck o Juan Ramón Jiménez, esas fueron algunas de las lecturas que prendieron en el corazón de Federico García Lorca. A lo largo del recorrido que traza García Montero desde las lecturas de inciación hasta aquellas que ejercieron una influencia decisiva, sobresale un autor por encima del resto: Rubén Darío. Fueron justamente los poemas del nicaragüense los que condujeron a Federico García Lorca en la travesía, personal y estética, de filtrar la tradición a través del cristal de las vanguardias. Pero hay otro rasgo todavía más esclarecedor que apunta García Montero. Si leer es también un acto político, ¿qué rastro dibuja la bitácora de los libros en la pluma de quien escribe?
"Cuando Lorca leyó a Dumas o a Víctor Hugo lo hizo desde la perspectiva de un hombre en guerra con la sociedad, uno al que la sociedad no entiende y que va contra su libertad… Por eso Lorca encontró en el romanticismo una forma de hablar de él como individuo enfrentado a la sociedad (…) Él se declara romántico porque se declara enfrentado a una sociedad con la que discrepa", explica sin torcer el gesto en ningún momento, a pesar de la incómoda posición –la pierna rota en alto, como un puño sobrevenido-. Lo verdaderamente hermoso de este ensayo es que deja muy claro cómo un escritor es los libros que ha leído pero también los que ha olvidado. Así lo constata el lector desde el primer Lorca, fascinado por Góngora, hasta el que entregado busca a Elliot o Walt Whitman.
-¿Qué le dijo el García Lorca lector que usted ya supiera?
-Este libro es una reflexión que surge de mi propia experiencia en la literatura. Me recuerdo deslumbrado, adolescente, con un libro de Federico García Lorca. Yo quería saber qué libro dejó a García Lorca deslumbrado como él me dejó a mí. Eso me permitía además ir en contra de esa idea del Lorca inspirado, no muy culto. Y eso es totalmente falso. Lorca fue mal estudiante, es verdad, pero siempre leyó apasionadamente. Leer es negociar con la propia identidad, uno va habitando los libros y seleccionando, eligiendo palabras, páginas, que dan respuesta a esa negociación con la vida, que es esa identidad que nos vamos fabricando. Lorca filtró su experiencia, su homosexualidad o sus condiciones de vida en los libros. Así que cuando leí a Víctor Hugo, Platón o Ibsen no ya con mi mirada, sino intentando ponerme en la piel de Lorca para ver qué pudieron decirle esos autores a Lorca. Fue como un juego de espejos.
"Leer es negociar con la propia identidad, uno va habitando los libros y seleccionando, eligiendo palabras, páginas, que dan respuesta a esa negociación con la vida"
- Una autor es los libros que lee pero también los que olvida. En el caso de Lorca, la vocación lectora es paralela a la vocación por escribir, ¿qué se queda en él y qué no?
-Sí, él va leyendo y asimilando cosas que le interesan para llevarla a su propia escritura. Eso es cierto, uno es lo que recuerda de los libros que ha leído y lo que olvida de ellas. Lorca fue lector de Salvador Rueda, de Zorrilla… son lecturas muy juveniles. Lorca se aleja del romanticismo de Zorrilla y del andalucismo de Salvador Rueda para buscar otros caminos. Cuando Lorca leyó a Dumas o a Víctor Hugo lo hizo desde la perspectiva de un hombre en guerra con la sociedad, uno al que la sociedad no entiende y que va contra su libertad… Por eso Lorca encontró en el romanticismo una forma de hablar de él como individuo enfrentado a la sociedad. Lorca termina acercándose no al grito romántico, sino al secreto sugerido del simbolismo. Es ahí cuando comienza a leer a Rosalía de Castro, Ibsen, Maeterlinck… Fue una manera de hacer una poesía que pudiera guardar secretos, decir cosas que no se pueden decir
-¿Alude a la fuerza de Góngora en el Romancero, pero el Lorca dramaturgo, a quién lee? ¿El Cervantes de los entremeses le influyó?
-Lorca descubre Góngora muy pronto. En el Homenaje que hace la generación del 27 a Góngora, Lorca se refiere a él como el Mallarmé del siglo XVII. En el Romancero gitano hay algo gongorino y no sólo por las metáforas. García Lorca aprendió de Góngora que era posible cantar y contar a la vez. Que era posible hacer una poesía por un parte lírica y por otra narrativa. Cuando lee a Góngora encuentra poemas que cantan y a la vez cuentan. Y eso es lo que creo que intentó hacer en el Romancero gitano.
-¿Y Cervantes?
-Lorca fue un gran lector de los clásicos. Pepín Bello lo recuerda entrando y saliendo de la biblioteca de la Residencia de Estudiantes como tomos de autores clásicos. El Quijote aparece muy pronto como esas individualidades que se enfrentan a la realidad. Pero, después, cuando se hace cargo de la Barraca, que llevaba por los pueblos a los clásicos españoles, representa algunos entremeses de Cervantes, pero lo más significativo es que cuando Lorca escribe sus textos en defensa del teatro como herramienta y que por tanto debe tener calidad literaria, lo que le aparece a Lorca son algunas de las reflexiones que Cervantes puso al final de la primera parte del Quijote.
Cuando lee a Góngora encuentra poemas que cantan y a la vez cuentan. Y eso es lo que creo que intentó hacer en el Romancero Gitano
-La lectura también es un acto político, ¿cuál es la fotografía del Lorca político en el Lorca lector?
-Eso se ve desde muy pronto en Lorca. Hay unas crónicas de juventud algo más íntimas que las Impresiones y Paisajes, que se publicaron mucho después de su muerte. En ellas queda perfectamente reflejado de qué forma el Lorca lector y escritor fijaba su posición ante el mundo. Él se declara romántico porque se declara enfrentado a una sociedad con la que discrepa. Aparece el horror que le produjo la Primera Guerra Mundial, el que quiere identificarse con los perseguidos. ¿Es posible contar una historia no desde el lado de los poderosos sino de las víctimas?, se pregunta. Y ahí entra su homosexualidad, esa guerra contra una sociedad que no lo acepta. La tensión en lo que es y lo que le gustaría ser. Lorca fue eligiendo libros en los que buscaba respuesta. El lee El banquete de Platón y descubre que en la Grecia clásica se reconoce que puede existir amor de un hombre a un efebo.
-Estamos en el 400 aniversario de la muerte de Cervantes, cuyos huesos permanecen en paradero desconocido. Los de Lorca, a su manera, también
-Fue una decisión la de su familia dignificar el lugar como un espacio de memoria histórico, pero no sacarlo de allí. La biografía de Lorca tiene mucho más que ver con ese lugar que con los cementerios donde la familia tiene sepultura.
-Hace un año estaba en primera línea de batalla, ¿cómo se ven las cosas desde fuera?
-Veo las cosas desde fuera del mundo de la política, pero también desde dentro como votante. A mí me parece que la situación española es difícil y no creo en la recuperación. Los puestos de trabajo que se generan son precarios, el mundo laboral es muy difícil y eso nos conduce a una degradación en la calidad de vida y compromete las pensiones. Por ese camino no se va a ningún lado. Lo que yo espero es que alguien trabaje por cambiar eso.
-¿Está dolido con IU?¿Tiene algo que reprocharles? ¿Por ejemplo su unión con Podemos? ¿Les dará el voto?
-No estoy dolido con Izquierda Unida. Yo fui consciente de que pedían que me presentara en una situación muy difícil, por eso no podía negarme. También ellos saben que si la situación no hubiese sido tan difícil, yo habría dicho que no. En política, las experiencias individuales y los rencores internos valen poco. Lo que hay que buscar son espacios políticos. En ese sentido, yo iré a votar por aquellos cuyas propuestas tengan que ver con la justicia social y las libertades y derechos civiles.