La madrugada del lunes al martes falleció en Madrid Pablo Milanés, víctima de un cáncer “cuyo tratamiento era inexistente en la sanidad cubana”. Hablamos de un cantautor que llegó a superventas internacional con canciones delicadas y sensibles, en las antípodas de la estética de radiofórmula, como demuestra su mayor éxito, “Yolanda”. La canción la escribió en 1970 a su segunda esposa, Yolanda Benet, y captura un subidón de enamoramiento cuando ella estaba embarazada de la primera hija de la pareja. “Si alguna vez me siento derrotado/ Renuncio a ver el sol cada mañana/ Rezando el credo que me has enseñado/ Miro a tu cara y digo en la ventana…/Yolanda, Yolanda/ eternamente, Yolanda”, canta el artista cubano. La anécdota graciosa es que Benet solía discutir con su madre porque ella era más seguidora de Silvio Rodríguez y su progenitora, de Milanés.
Pablo Milanés fue un símbolo cultural de respaldo a la revolución cubana. De hecho, el movimiento de la Nueva Trova fue poco a poco convirtiéndose en banda sonora del régimen y tanto Milanés como Silvio Rodríguez ejercieron de embajadores oficiosos de su país. Se puede definir la nueva trova como un movimiento de renovación y sofisticación de la canción popular abierto a influencias tan diversas como el tropicalismo brasileño, la nova cançó catalana y los hallazgos de iconos anglosajones como Dylan o Beatles. También tuvo influencia del bolero y el filin cubano, movimiento este último del que Milanés era emblema.
Comenzó cantando en clubes nocturnos acompañado solo con su guitarra y da el gran salto de popularidad en 1969 al colaborar con el Grupo de Experimentación Sonora del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, cuyo trabajo –bajo la dirección de Leo Brower– define la banda musical del cine de la época. A partir de entonces empieza a relacionarse con la élite cultural de otros países, gigantes como Violeta Parra, Mercedes Sosa, Daniel Viglietti, Chico Buarque, Simone, Vinícius de Moraes, Milton Nascimento y Víctor Jara, entre otros.
Pablo Milanés y el paso del tiempo
El novelista Gerardo Fernandéz Fe da en el clavo al señalar que Pablo Milanés fue el cantautor del paso del tiempo. No cuesta encontrar ejemplos: “Las publicaciones de este hombre, sobre todo las de los años setenta y ochenta, dan cuenta de esta obsesión a la que me refiero”. Habla de canciones como “El tiempo, el implacable, el que pasó”, “Para vivir”, “Hoy la vi”, “Años” y “Ya se va aquella edad”, entre muchas otras. "Se trata de letras que pueden ser hermosas escuchadas a los 16, a los 22 años, pero que cobran un valor áspero, rotundo, pasados los 40, cuando el peso del tiempo ya es otro, o al adentrarnos con temblor en la década siguiente”. Un caso bien claro es el de “Mírame bien”, donde un hombre maduro busca desprenderse de su joven amante: “Mírame bien, no creo ser el hombre/ Que a cualquier dama asombre/ Y es que mi mejor tiempo pasó/Te miro bien, provocas que me asombre/ Gustas a cualquier hombre, tu vida comenzó”. Sus versos tratan "de la imposibilidad, que no física, de amar a una mujer que tiene 15, 20 años menos”, escribe Fernández.
En las últimas protestas de la isla, Milané se puso del lado de los jóvenes y considero la represión 'irresponsable y absurda'
La implicación de Milanés le llevó a detentar el cargo diputado de la Asamblea Nacional del Poder Popular en la década de los noventa, aunque poco a poco se fue distanciando de la actividad política. En tiempo recientes, denunció la existencia de campos de concentración en la Cuba Revolucionaria. “Siempre lo recuerdo, pero nadie lo refleja nunca. Hago muchas entrevistas en Cuba y cuando hablo de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción) es como si hablara del diablo, porque es una pena que se lleva dentro, no han podido corregirla ni pedir perdón tampoco por lo que hicieron”, explicó al diario chileno La Tercera en 2018.
No era algo que estuviera cómodo discutiendo: “No hablemos más de eso, porque fue un asunto muy muy oscuro de la historia de la Cuba revolucionaria: hubo campos de concentración. Fueron 50.000 jóvenes los que estuvieron en los campos de concentración, y entre ellos yo también", añadió en la charla. Su distanciamiento del régimen quedó patente en su último concierto en La Habana, el pasado verano, donde las autoridades de la isla reservaron la mayoría de las entradas para organismos oficiales para evitar que el recital derivase en protesta.
Así lo explica la periodista Yania Suárez: “Es una práctica común de las autoridades cuando no les queda más remedio que aceptar que un evento políticamente incómodo ocurra en uno de sus recintos: dentro de la Revolución, se llena de revolucionarios. Los méritos para convertirse en un artista incómodo a estas alturas, Pablo Milanés los ha ido acumulando con los años y sus declaraciones controversiales. Las más duras y recientes ocurrieron a raíz de las protestas del 11 de julio, cuando se colocó del lado de los jóvenes y le pareció ‘irresponsable y absurda’ la represión desatada por un régimen sostenido por el pueblo, que ‘al final lo que hace encarcelarlo’”, narró en el Diario de Cuba el pasado verano.
Cisco
Siempre me gustó más Pablo que Silvio. Tanto en letras como en música. El segundo mucho más "pro revolución". Pablo acabó, consecuentemente, denunciando los dislates de la revolución. Que en paz descanse. Recuerdo todos los momentos en que disfruté con sus canciones.