Las cifras no son alentadoras. En los últimos cinco años, el empleo cultural había crecido al pasar de 488.700 puestos de trabajo en 2011 a 515.000, en 2015. Las cifras acusaban sin embargo un empeoramiento de la proporción por sexos: 55% de hombres y 45% de mujeres en 2011 frente a 59,9% de hombres y 40,1% en 2015. En tres años el empleo masculino subió, mientras que el femenino bajó muy por encima de la media del empleo total en España. La cultura en España es ya de por sí un entorno masculino y marcado por la desigualdad, todavía más profundamente lastrado en esa materia luego de la crisis económica, así lo demuestra el más reciente Anuario de Estadísticas Culturales publicado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España.
El impacto de la crisis sobre el empleo cultural total, en el que las mujeres ocupaban ya un papel minoritario (40,3% en 2009), tuvo efectos perniciosos en cada uno de los sectores. En casi todos, las consecuencias fueron más graves para mujeres que para los hombres, rebajando aún más su proporción en el total del empleo (un 0,5% menos, hasta el 39,8%). Hasta 2009, el empleo femenino era mayoritario en sectores como la edición de libros, documentación (bibliotecas, archivos) y los museos, donde estas ocupaban un 51,5%, cinco años más tarde, en 2014 éste había caído hasta un 50%, mientras que los hombres experimentaron un ligero ascenso. En los sectores de cine, vídeo, radio y televisión, donde el empleo masculino era claramente mayoritario en 2009 y siguió siéndolo, pese a perder 2.900 puestos frente a los 1.400 de mujeres.
Las pérdidas de empleo femenino no se vieron compensadas por la generación de otros puestos. Según la Fundación Alternativas en su informe sobre el Estado de la Cultura en España en 2017, las contribuciones y debates que surgieron en determinadas asociaciones gremiales, evidenciaron indicadores de discriminación femenina que apuntaban a un hándicap histórico y acumulado que, no por cualitativo, dejaba de ser altamente revelador de esas limitaciones cuasi invisibles que lastraban el papel social de las mujeres en la cultura, comenzando por su presencia institucional en los resortes claves del poder cultural, como jurados o academias del arte, y terminando por su implicación en los puestos de mando de las empresas culturales, además de su considerable ausencia en determinados circuitos culturales, especialmente aquellos relacionados con el reconocimiento como creadoras.
Algunas cifras de Estadísticas culturales en España ejemplifican esa situación. Entre 1975 y 2010, solo tres mujeres habían accedido al premio Cervantes (8% del total). En los premios nacionales de letras (1983-2010) se contaban apenas tres mujeres. En los premios de literatura dramática en esos mismos años, destacaba una mujer de 19 premiados. En los de ensayo, también había una mujer entre 32 premiados. La minorización de las mujeres en las Reales Academias es manifiesta. En el caso de Real Academia de la Lengua, la presencia femenina actual es de ocho mujeres en un total de 44 miembros, un 18% del total. La situación es similar en países del entorno. En la Academia Francesa, la proporción es de 5 mujeres en un total de 38 (13%) o la Academia Sueca, conformada por 18 miembros, de los cuales solo cuatro son mujeres (22%).
Pero hay más variables y cifras. Solo un 14% de los Premios Nacionales de Música fueron concedidos a mujeres. En Artes Escénicas, 29% de los galardones nacionales desde su creación han sido para las mujeres, frente al 56% que se han llevado los hombres. En la Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos, de 40 autores teatrales sólo 7 son autoras (17,5%). En los Premios Max de Artes Escénicas, las mujeres son minoritarias en casi todas las categorías, especialmente directores de escena (25%) y autores (19%). De hecho, según el informe Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 201 las mujeres leen más libros (67,9%) que los hombres.
Otras entidades asociadas a la Cultura, como el Instituto Cervantes, confirman lo que ocurre en los otros ámbitos. De un total de 56 directores, 42 (75%) son hombres mientras que sólo 14, 25%, son mujeres. La cifra contrasta cuando, al revisar ese cuadro de distribución de personal por edad y sexo, puede verse que del total de los profesores distribuidos a lo largo de sus centros, el 64% del cuerpo docente son mujeres, es decir 174, contra los 97 profesores hombres. Los puestos directivos son masculinos, mientras que los puestos docentes corresponden a mujeres. En la del total de del personal administrativo (259), 196 son mujeres (75%) son mujeres, mientras que 25% son hombres, justo la proporción inversa del cuadro directivo.