El cineasta Daniel Calparsoro se ha convertido en un maestro del thriller en España en la última década y en un director infalible en la materia, con historias sólidas y vertiginosas como Cien años de perdón (2016), El aviso (2018) o Hasta el cielo (2020). Ahora, como experto en una fórmula secreta que aúna emoción y entretenimiento, regresa a las pantallas de cine con Todos los nombres de Dios, una película que aborda el terrorismo yihadista y profundiza en asuntos más íntimos como la familia.
El protagonista de esta historia es Santiago, un taxista que tras sufrir un atentado en el aeropuerto es tomado como rehén y obligado a caminar por la Gran Vía de Madrid con un chaleco cargado de explosivos que puede hacer que todo salte por los aires en cualquier momento. Acompañado por las fuerzas de seguridad, se ve obligado a poner al límite su energía y sus esperanzas para salvar su vida y evitar una catástrofe de grandes consecuencias.
Tal y como ha señalado Daniel Calparsoro en declaraciones a Vozpópuli, se trata de una película que avanza a un ritmo en el que lo frenético no se encuentra en lo más "obvio" y que, sin embargo, sí resulta apasionada y desenfrenada, gracias, según destaca, al trabajo en el montaje de Antonio Frutos.
Sin embargo, esto no es lo más llamativo de esta película, que juega con un aspecto local de sobra reconocible para el espectador.
Una de las imágenes más espectaculares de Todos los nombres de Dios es ver la Gran Vía de Madrid cortada por el gran efectivo policial que protege al civil secuestrado. Tal y como ha señalado Calparsoro, se trata de la imagen más icónica y una de las premisas desde que arrancó el proyecto. Sin embargo, recuerda que tuvieron "pocas horas". Las escenas se rodaron en el mes de noviembre, justo antes de colocar las luces de Navidad, y durante dos domingos, con un horario de ocho de la mañana a doce del mediodía. A este escenario se suman, además, el Paseo de la Castellana, el Paseo de Recoletos y la Galería de Cristal del Palacio de Cibeles.
Otro de los requisitos al abordar este proyecto era contar con Luis Tosar como actor protagonista, una pieza "fundamental" porque, además de ser para el cineasta uno de sus actores "favoritos", él "atesora una manera de medir, un talento muy grande capaz de transmitir a una persona de carne y hueso y medir muy bien las emociones". Además, a pesar de haber trabajado en tantas ocasiones juntos -al menos tienen un proyecto sin estrenar, el thriller El correo, que terminaron de rodar en junio-, el cineasta afirma que aún existen "secretos" entre ambos y el "reto por hacer cosas nuevas".
"El compromiso de la historia no es tanto con el terrorismo yihadista ni con la política que lo rodea, sino con la historia humana que narramos"Daniel Calparsoro, cineasta
En cuanto al tono de Todos los nombres de Dios, Calparsoro destaca que se trata de un guion "muy comprometido", porque no solo saca rédito del "cine de espectáculo", de la "tensión" y el "entretenimiento", sino que presenta "una historia de personajes muy emocional". "El compromiso de la historia no es tanto con el terrorismo yihadista ni con la política que lo rodea, sino con la historia humana que narramos", explica el director sobre la "situación extraordinaria" a la que se enfrenta el protagonista de esta historia.
"Lo extraordinario de esta situación no es menos extraordinario de cómo él se enfrenta a esa situación, que no es como un hombre de acción intentando acabar con el malo y salvar el cuello, sino mantenerse con vida el máximo tiempo posible mientras se va dando cuenta de que lo que tiene que hacer es arreglar los platos rotos en casa, y eso es lo más importante. Es comprometida en ese sentido. A veces hemos visto películas en las que, ante situaciones similares, el protagonista primero arregla el asunto y luego vuelve a casa, y en este caso sucede a la inversa", agrega.
Calparsoro defiende que Todos los nombres de Dios no es panfletera ni tampoco maniquea, y en ella no hay buenos o malos. Sobre este asunto, y pese a que siempre se muestra reacio a hablar acerca de los secretos que se esconden tras un buen thriller, hace hincapié en dos aspectos. Por un lado, el funcionamiento del thriller como entretenimiento y suspense para "sorprender al espectador" y, por otro, unos personajes "de carne y hueso", algo que a su juicio es "lo más arriesgado", especialmente para los actores, que pueden caer en "la exageración".
Todos los nombres de Dios, un "thriller cargado de emoción"
"Independientemente de que este es un thriller trepidante, hay una parte emocional muy importante que suma a la película", ha señalado la actriz Inma Cuesta, quien da vida a Pilar, comandante de la Unidad Central Antiterrorista de la Guardia Civil, que se enfrenta a una situación extrema en sus primeros días en el cargo. "Tiene como objetivo salvar la vida de Santiago. Es alguien conciso y claro, que parece que toma decisiones descabelladas, pero que en el fondo lo tiene muy claro", cuenta la intérprete, que aplaude asimismo la decisión de que este personaje haya sido una mujer.
Para Luis Tosar, Todos los nombres de Dios es "un thriller bastante sobrio en comparación a otras películas a las que ha acostumbrado Daniel", a quien "le gusta la acción y el movimiento". "En esta película, muy inteligentemente, ha tirado por una sobriedad estilística que le sienta muy bien a la película y que como espectador te coloca en un lugar más tenso, no hay un gran artificio", agrega.
"En España, inevitablemente, hemos tenido que luchar contra el terrorismo, durante muchos años contra el terrorismo de ETA y luego contra el terrorismo yihadista. Hemos sido un país, por desgracia, especialmente activo en eso"Luis Tosar, actor
Por otro lado, respecto al tono local de este thriller, destaca que se trata de un asunto con el que se ha convivido en el país. "En España, inevitablemente, hemos tenido que luchar contra el terrorismo, durante muchos años contra el terrorismo de ETA y luego contra el terrorismo yihadista. Hemos sido un país, por desgracia, especialmente activo en eso, y las fuerzas de seguridad son un referente mundial porque nos ha tocado de una manera muy cercana. Es algo que no podemos negar ni evitar. Hemos convivido con eso, es parte de nuestra historia y es parte de cómo está conformada nuestra sociedad", apunta Tosar.