Seguramente seas de esos que hayas dejado el deporte aparcado durante las vacaciones. No te culpamos porque no eres el único, y es que el verano es la época propicia para dejarse llevar por algunos excesos -comedidos- y el motivo por el que el regreso a casa puede hacerse bola si no le ponemos remedio.
Es normal que aparezcamos con algunos gramos (o kilos) de más porque hemos alterado todas nuestras rutinas alimenticias. Comemos y cenamos más tarde, corremos el riesgo de hacer desayunos más pesados y, por si fuera poco, también hay grandes eventos, ya sean familiares o sociales, que nos invitan a desparramar un poco más en lo gastronómico.
A eso hemos de sumarle la batalla que el alcohol presenta, siendo también habitual que entre vinos, cervezas, cócteles o copas hayamos ingerido unas cuantas calorías vacías que poco beneficio procuran y que han ido directamente al michelín, la eterna línea de flotación que tememos cuando nos ponemos delante del espejo.
Incluso alterar rutinas de sueño, trastocando horarios de descanso y acostándonos tarde, puede ser otro desencadenante habitual en lo que a perder la forma se refiere, quizá no tanto por el simple hecho de engordar, como sí por el hecho de no descansar plenamente y sentirnos fatigados al día siguiente.
Como vemos, salvo unos pocos (o unos muchos) elegidos concienciados con el deporte y la forma física durante las vacaciones, seremos unos cuantos los que nos presentemos en casa, en el trabajo o en nuestro día a día con algunos excesos a los que poner remedio.
Algo que es especialmente palpable a partir de los 40, cuando recuperar masa muscular o perder peso es más complicado, y también en el caso de deportistas esporádicos y ocasionales que no tenían la rutina deportiva tan inculcada y que durante el verano la han descuidado.
Seas un figurín de gimnasio, un deportista ocasional o simplemente quieres desintoxicar tu cuerpo tras las vacaciones, hay ciertas pautas que tener claras para un retorno triunfal.
Un regreso triunfal al deporte después de vacaciones contra los excesos
Toca vigilar lo que comemos -y cómo y cuándo lo hacemos-, hay que decir adiós al alcohol (o al menos no ingerirlo del mismo modo que en verano), debemos aclimatarnos de nuevo a rutinas de trabajo y descanso que nos permitan estar frescos cada mañana... Las tareas son muchas y muy variadas, por lo que tener claro por dónde empezar es fundamental.
Además de ello, hay que ser consciente de que no volvemos igual que nos fuimos, por lo que no deberíamos pretender que nuestro retorno suponga el primer día cumplir con los mismos registros que con los que nos fuimos.
No importa que fuera levantar pesas, correr, salir con la bicicleta o simplemente aguantar largas caminatas del mismo. Todo deporte al que recurramos a nuestra vuelta necesita de nuevo una aclimatación y una habituación para no lesionarnos o sufrir distintas dolencias.
Volver poco a poco
“Los primeros días no es bueno exigirnos mucho, ya que la musculatura y las articulaciones deben retomar su actividad habitual de forma progresiva”, mantiene Carme Cervera, responsable audiovisual de Olimfit, el gimnasio virtual y de bienestar.
En ese sentido, si se nos complica la vuelta, es conveniente compartir el ejercicio, como buscar un compañero de entrenamiento para que lo involucremos en esa rutina y sea más amena, sobre todo cuando venimos de un verano donde incluso puede haber un exceso de socialización. Compartiendo este hábito, nos 'obligamos' más para cumplir con el compañero y también practicamos deporte de una forma más divertida.
No atormentarse
No vas a ser el único que venga con kilos de más, ni tampoco vas a ser el único que ha visto como tras 15 o 20 días de descanso ha perdido fuelle y no llega a las marcas que lucía antes de marcharse. Amargarse frente a la báscula, frente al espejo o frente al cronómetro solo va a servir para que te sientas mal contigo mismo y pretendas recuperar lo perdido en cuestión de pocos días.
Esto, además de irreal, puede acabar implicando distintas lesiones por sobreesfuerzo, pero también una fatiga mental por comprobar que estamos lejos de la situación previa en la que dejamos el gimnasio, las zapatillas de running o cualquier otra rutina. En ese sentido, debemos recuperar la constancia aún sin ver grandes progresos directos para volver a adquirir el hábito.
Nuevas motivaciones
Aunque todos sepamos que el deporte es saludable y que nos hace mucho bien, sabemos que no siempre nos apetece hacerlo. No te culpes por el hecho de no encontrar tan divertido o placentero ese retorno, más aún si tu única meta deportiva era encontrarte algo mejor físicamente y comprobar que lo has perdido durante ese período de vacaciones.
Busca así otras actividades que quizá sean más entretenidas para que la nueva rutina no sea tan exactamente rutinaria como la dejaste, ya que esto puede también ser un motivo de estrés. No concibas así el deporte como una obligación, sino como un pasatiempo o un divertimento que te permita desconectar y servir para despejar cuerpo y mente incluso tras volver del verano.
Vigila la alimentación
Es conveniente haberse ido con parte de los deberes hechos a las vacaciones y saber en qué peso nos hemos ido para saber si estamos cerca de nuestro peso ideal o lejos de él. Si practicas deporte a menudo, seguramente tengas cogida la medida al físico con el que más cómodo te encuentres y también será más fácil volver a él.
En cualquier caso, las opciones del retorno pasan por una alimentación más saludable, no solo en cuanto a excesos, sino también en tiempos de comida o en número de comidas al día. Saltar de las sobremesas veraniegas a comer delante del ordenador no es una buena idea, así que procura corregir ciertos déficits alimenticios como comer muy rápido o comer con una pantalla encima con el pretexto de volver de vacaciones.
Reconcíliate con la cama
Nos atribulan las rutinas, a las que consideramos como tediosas y repetitivas, pero nuestro cerebro las adora para ser más eficiente. De todos los hábitos cotidianos que deberíamos respetar, el del sueño es uno de los más importantes, ya sea para adelgazar, para no estar fatigado al día siguiente o directamente para no estar irritable.
Vuelve a tus horarios habituales de sueño o aprovecha la situación para corregirlos si eran incorrectos, siguiendo estas pautas de buena higiene del sueño, como prescindir de pantallas a última hora de la noche, no hacer ejercicio a deshora, no irse a la cama tras cenar o acostarse con alguna copa de más, trabas que en cualquier momento del año van a torpedear tu descanso y que ahora puedes poner solución.
Un correcto sueño permite crear músculo, liberar tensiones, despedirse de la ansiedad e incluso favorecer al metabolismo y quemar más calorías que si estamos estresados, así que no olvides que dormir bien es un magnífico aliado de nuestra salud.
Metas sí, pero realistas
De no atormentarse por el cambio a la desidia por no mejorar hay muy poca distancia. Por eso, no debes obcecarte con el corto plazo, pero sí pautar un calendario progresivo de mejorar. “Debemos preguntarnos, ¿dónde quiero estar en seis semanas? Eso nos ayudará a fijar un plan de entrenamiento, a la vez que nos permite comprometernos con la meta”, explica Carme Cervera.
Ese compromiso será positivo para mantener la rutina y también para que podamos ir analizando los progresos de manera paulatina. Aunque lo recomendable es que vayamos cumpliendo con ellos, podemos permitirnos ciertos recesos si vemos que no los alcanzamos, pero no dándonos por vencidos desde el primer día.