El Método Silva está en boca de todos después de que hace unos días el actor Álex González se declarara fiel seguidor de esta técnica de meditación. Se trata de un método de meditación activa (no hay por qué estar parado para llevarla a cabo) con el que a través de ejercicios sencillos se ayuda a alcanzar un mayor potencial mental.
Esta disciplina relacionada con el mindfulness ayuda a aquellas personas con falta de concentración en las tareas diarias, ya sea en el estudio o en el trabajo, y a las que viven situaciones de estrés, insatisfacción personal y problemas relacionados con la actividad mental.
Nuestra mente domina los procesos que ponemos en práctica en nuestra jornada y hay veces que no le sacamos el rendimiento máximo que podríamos.
La mente detrás del Método Silva es José Silva, empresario, atleta, artista, científico y filósofo. Se quedó huérfano de padre con tan solo cuatro años y empezó a trabajar cuando cumplió los seis años. Autodidacta, llegó a ser un empresario de éxito y fundó una compañía y una escuela de electrónica en su pueblo natal, Laredo, en Texas (Estados Unidos). Con su trabajo, diseñó y recibió patentes por varios instrumentos de biofeedback y escribió una docena de libros editados en más de veinte países.
Para él, la creatividad fue fundamental durante toda su trayectoria profesional y trató de enseñar esas habilidades innatas a otros para que las encontraran en su interior. Durante dos décadas, José Silva estudió a las grandes mentes de la historia de la humanidad e investigó la condición humana, llegando a generar programas de autoayuda. A raíz de sus investigaciones y estudios durante 20 años, creó el Método Silva, que se hizo público en 1966. A día de hoy, su método se ha traducido a 30 idiomas y está presente en más de 130 países. Silva falleció en 1999.
El Método Silva comenzó a aplicarse en el área de la educación y el aprendizaje observando en los alumnos una gran facilidad para centrar la atención, retener la información memorizada y recuperarla después, así como para la resolución de problemas, interiorización de hábitos de estudio, creatividad e imaginación.
Se advirtió también que los alumnos retenían mejor la información cuando se le añadían connotaciones emocionales, lo que a día de hoy se conoce como Inteligencia Emocional.
Su filosofía
El método se basa en la psicorientología, la forma en la que la mente se relaciona con el resto del organismo a través del cerebro. Según su filosofía, la inteligencia humana puede aprender a funcionar conscientemente en frecuencias cerebrales bajas (ALFA -cuando la persona se encuentra en un estado de relajación cercano al del sueño- y THETA - se alcanza con la meditación. Es un estado de calma profunda en el que aparecen las soluciones más creativas-), creando un entrenamiento mental que permite la comunicación subjetiva, base para la detección, análisis y solución de los problemas.
En qué consiste
Son una serie de prácticas sencillas cuyo objetivo es alinear nuestros pensamientos y aquellas acciones que han de tener unos objetivos determinados para que conseguirlos sea más fácil y efectivo. Se trata de potenciar las habilidades creativas e imaginativas frente al pensamiento más lógico y analítico (el que se usa de forma mayoritaria). Al equilibrar estas dos partes de la mente, se aumenta la capacidad de enfocar nuestra vida.
Las meditaciones de este método son activas, al contrario que muchas de las orientales que deben hacerse en un lugar silencioso y sin distracciones que nos haga llegar a poner la mente en un estado de relajación máximo. En estas se incorporan imágenes que potencian las funciones del hemisferio derecho del cerebro para poder relajarnos en cualquier lugar y situación (incluso caminando). El objetivo es traer a la mente tus pensamientos y tratar de ordenarlos para tomar decisiones adecuadas. La base del método es la relajación.
Beneficios del Método Silva
Según explican los que han puesto en práctica este método de meditación, entre los beneficios principales es que ayuda a controlar el estrés negativo y mejorar el descanso, intensifica el rendimiento intelectual y la capacidad de concentración y hace que se tenga una actitud más positiva y enérgica en el trabajo.
Además, aumenta la imaginación y la creatividad ante situaciones problemáticas y hace subir la confianza en uno mismo y la fuerza de voluntad. “Me ayuda a tomar mejores decisiones, me hace mejor persona”, explicaba Álex González en 'El Hormiguero'.
Pequeñas prácticas que ayudan
Lo mejor para aprender a meditar, ya sea una meditación oriental o esta del Método Silva, es ponerse en manos de un profesional que nos dé las pautas que debemos seguir. Sino, la frustración puede aparecer y en lugar de relajarnos, nos provocará un mayor estrés no lograr el objetivo que estamos buscando. Pero hay algunas pequeñas prácticas que podemos probar y que pueden hacerse en cualquier momento.
La técnica de los 40 días. Es un pequeño ejercicio que consiste en hacer una cuenta regresiva cada mañana al despertarse. Los primeros diez días contaremos del 100 al uno; los diez siguientes del 50 al uno; los diez siguientes del 20 al 1 y del día 31 al 40, del 10 al uno. Al final de este tiempo, se puede aprender a identificar el estado Alfa de consciencia, en el que estaremos más calmados y relajados, ideal para afrontar la jornada con la mente más clara.
Técnica de las tres pantallas. Consiste en visualizar tres imágenes: la primera con la situación que quieres tratar; la segunda con una posible solución y la tercera, en la que imaginas el resultado.
Visualiza. En el Método Silva no se intenta poner la mente en blanco (algo que es prácticamente imposible de conseguir), sino que podemos observar un objeto o situación o persona y luego visualizarlo tal y como lo hemos visto y con todo detalle. Nuestra memoria se irá activando poco a poco con esta práctica.
Siente las emociones. Nada de lo que hacemos o vemos está exento de una u otra emoción. Trata de sentir lo que te provoca un momento concreto del día, un gesto de una persona… y dale un enfoque positivo que asocies con la felicidad, la motivación o el entusiasmo.