El cáncer de mama es el tumor más frecuente entre las mujeres de nuestro país. En el año 2020 se diagnosticaron más de 34.000 casos y aproximadamente el 30 por ciento de los cánceres diagnosticados en mujeres se originan en la mama. Además, el cáncer de mama es ya el tumor más diagnosticado del mundo, superando por primera vez al cáncer de pulmón, según datos publicados en 2021 por el Centro de Investigaciones sobre el cáncer (IARC).
En España, el cáncer de mama es un problema sociosanitario de primer orden debido a su elevada incidencia, que no ha dejado de aumentar en los últimos años. Una de cada ocho mujeres lo va a padecer a lo largo de su vida pero es que debemos saber que el pico de mayor incidencia tiene lugar entre los 45 y los 65, intervalo de edad en el que la mayoría de las mujeres entran en la menopausia.
El hecho de que la mayor incidencia de los cánceres de mama ocurra durante esta etapa –cerca del 80 por ciento de los cánceres de mama son postmenopáusicos-, hace que muchas mujeres sientan con preocupación la llegada de esta etapa, e incluso que piensen que, por sí misma, la menopausia es factor de riesgo de padecerlo. ¿Qué hay de cierto en esta afirmación?
“No es así. La menopausia no causa cáncer de mama, aunque es cierto que se trata de un periodo en el que confluyen varios factores que sí incrementan el riesgo de padecerlo. Entre ellos, el más destacado, -y que no está bajo nuestro control- es la edad”, nos explica Emilia Gómez Pardo, asesora científica de 'CRIS contra el cáncer' en nutrición y prevención y doctora en Bioquímica y Biología Molecular y Máster en Nutrición y Salud.
“Creemos que es posible controlar ciertas condiciones que acompañan al proceso inevitable de cumplir años, como es la ganancia de peso, de la misma manera que podemos controlar hábitos de vida que influyen en el riesgo de padecerlo, entre los que destacan el consumo de alcohol, el sedentarismo y la mala alimentación”, añade la experta. Por eso, le hemos querido hacer algunas preguntas para desterrar algunos mitos y confirmar otras verdades que pueden ayudarnos a la hora de prevenir un cáncer de este tipo.
¿Influye la edad en el cáncer de mama?
La edad avanzada es el factor de riesgo más importante para el cáncer en general. La probabilidad de tener cáncer se incrementa con los años, sobre todo a partir de los 45-50 años, y el cáncer de mama, en este sentido, no es ninguna excepción.
¿Nuestro peso tiene que ver con el cáncer de mama?
“Con el paso de los años, son muchas las mujeres que aumentan de peso poco a poco, pero de manera constante. Tanto el incremento de peso durante la edad adulta, como sobre todo, la ganancia de peso durante la etapa de la menopausia, es un factor de riesgo de cáncer de mama muy importante”, nos cuenta la doctora.
¿Por qué se gana peso durante esta etapa? “El problema es multifactorial. Por un lado, los cambios hormonales que ocurren en este momento de la vida ocasionan que, de forma progresiva, se pierda masa muscular a la vez que se gana grasa. Es decir, disminuye el metabolismo basal, ya que aquellas calorías que iban destinadas a mantener el músculo se convierten en grasa. Por otro lado, confluyen otros componentes de estilo de vida, como la falta de ejercicio, la alimentación poco saludable y los problemas de sueño que acompañan a esta fase. Factores que de forma conjunta contribuyen a que sea más difícil mantener un peso saludable”.
Por lo tanto, para disminuir el riesgo de padecer cáncer de mama y reducir el riesgo de recurrencia tras la enfermedad, los expertos recomiendan mantener un peso estable y saludable durante la edad adulta, evitando la ganancia durante la etapa de la menopausia e incluso perderlo en caso de que sea necesario.
¿Los hábitos de vida son eficaces en la prevención?
“Desde 'CRIS contra el cáncer' subrayamos la importancia de los hábitos de vida saludables. Y es que hasta un 30 por ciento de los cánceres de mama se podrían evitar con un estilo de vida adecuado. Sin duda, y seguido del sobrepeso, el factor que más impacto tiene en el riesgo de padecer este tipo de cáncer es el alcohol”, explica. "El alcohol contribuye directamente al desarrollo de cáncer. No existe un nivel seguro de consumo y cuanto más alcohol mayor es el riesgo de cáncer de mama. Concretamente en los posmenopáusicos, una sola bebida aumenta el riesgo de padecerlo”, añade.
Llevar una vida activa y evitar el sedentarismo disminuye considerablemente el riesgo de padecer la enfermedad, aumenta la supervivencia y disminuye los efectos secundarios de los tratamientos. Durante la menopausia es muy importante la práctica de actividad física, pero muy especialmente la vigorosa. Especialmente, aunque no solo, porque contrarresta la tendencia a la ganancia de peso y ayuda a evitar la pérdida de masa muscular.
En cuanto a la alimentación, tiene un papel muy importante en el control del peso, además de un efecto directo en el desarrollo y progresión de la enfermedad. Se ha demostrado que un elevado consumo de alimentos ricos en fibra y carotenoides (un tipo de pigmento) ejercen un efecto reductor del riesgo muy importante. Una dieta que, por un lado, incluye y aumenta el consumo de cereales integrales, fruta, verduras de hojas verdes, verduras de la familia de las coles y hortalizas de colores y, por otro lado, minimiza el consumo de carne roja, reduce al mínimo posible carnes procesadas, alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas.
“Una dieta que ejerce un importante efecto protector frente al cáncer de mama, disminuye el riesgo de padecer la enfermedad a la vez que aumenta la supervivencia tras el diagnóstico”, concluye.
¿El cáncer de mama es ‘hereditario’?
Esto es un mito. La mayoría de las personas con diagnóstico de cáncer de mama no tienen antecedentes familiares de la enfermedad. Muchas personas piensan que el cáncer de mama es una enfermedad heredada pero los estudios aseguran que entre el cinco y el 10 por ciento de los casos son hereditarios, lo que significa que son causados por cambios anómalos (o mutaciones) en ciertos genes, que se transmiten de padre o madre a hijos. Por lo tanto, la mayoría de las personas que tienen un cáncer de mama no tienen antecedentes familiares, lo que indica que otros factores pueden entrar en acción, como el entorno y el estilo de vida.