La idea era pasar una noche en un hotel tras su reapertura en época covid-19 y ver sus distintas adaptaciones a la pandemia, los protocolos, vivirlo en primera persona, contar nuestra experiencia. Y eso hemos hecho: esta semana nos hemos alojado en el hotel Novotel Madrid Campo de las Naciones y así lo vivimos.
Nada más acceder a la recepción, un cartel nos da la bienvenida con el siguiente mensaje: “Bienvenidos de nuevo, detrás de cada mascarilla hay una gran sonrisa”. Lo primero que llama nuestra atención es el suelo del establecimiento: no nos hemos dado cuenta, pero acabamos de pasar por una alfombra desinfectante que se impregna varias veces al día.
A partir de ahí, la empresa ha puesto una cantidad tal de señalética que uno se creería en una gymkana: flechas para ir hacia las habitaciones, flechas para ir hacia el área de restauración, líneas rojas que indican que por ahí no se debe cruzar e incluso, ¡ceda el paso! “Hemos querido jugar también un poco con el humor, evidentemente, esto no es una carretera y no vas a ceder el paso como en el coche, pero es para que la gente tenga muy claro los circuitos”, comenta Arantxa Fernández, directora del establecimiento.
El hotel abrió hace un par de semanas: si antes del coronavirus tenía una ocupación del 80%, ahora están en un 25%. Evidentemente esa cifra subirá dada la ubicación y las dimensiones del hotel, es una localización muy golosa para viajeros de negocios, tripulaciones, equipos de fútbol, etc.
Fernández dice que las dos primeras personas que cruzaron la puerta fueron unos clientes habituales que vinieron a desayunar: a ella le alegró tanto que les invitó al desayuno. Al fin y al cabo, abrir tras la pandemia del coronavirus es como si abrieras por primera vez. Pero con mascarillas, mamparas, geles por doquier y señales en el suelo.
Nadie entra sin mascarilla
Primera regla de la nueva normalidad: en el hotel no entra nadie sin mascarilla. “Y eso es así y tolerancia cero, si un cliente no quiere ponerse la mascarilla, pues perderemos un cliente”, enfatiza Fernández. Al mismo tiempo reconoce que la gran mayoría de clientes “Muestra respeto y obediencia hacia los nuevos protocolos, fluye muy bien y ayuda la actitud inmejorable del equipo”, comenta. Pero sigamos con nuestro recorrido: en el mismo mostrador de check in ya hay un gel hidroalcohólico.
Lo mismo en los accesos a los ascensores de cada planta. ¿Se han cerrado los baños del lobby tan socorridos en caso de apretón? “No, pero la frecuencia de limpieza es mucho mayor que antes”. Este ha sido uno de los ámbitos que más ha cambiado ahora: los protocolos de limpieza, pero abordaremos ese tema más adelante. También vemos algunos sillones precintados (porque invitan mucho al relajo y a saltarse las distancias de seguridad) y tampoco se permite que la gente se pasee libremente por las zonas.
Habitaciones: se han eliminado elementos superfluos
Dejamos la recepción y subimos a nuestra habitación: la apertura del ascensor se hace con tarjeta (punto para el hotel), si bien dentro tienes que tocar el piso al que vas (punto para el bicho, si bien, nada más salir del ascensor puedes desinfectar las manos con gel). Un cliente habitual de hotel se percatará de que la habitación está mucho más zen que antes: se han eliminado muchos elementos. “Y no por ahorrar, sino por minimizar riesgos al personal de limpieza porque tú, en la habitación, lo tocas prácticamente todo”. O sea, no hay cafetera ni tetera, únicamente una botella de agua y su correspondiente vaso. Están las amenities del baño, las habituales, junto con los textiles correspondientes pero no hay cuaderno y lápiz para anotar, revistas, prensa, el mini bar está vacío…. “Si el cliente nos pide una cafetera, se la llevamos, pero se han eliminado muchos elementos”, aclara.
La habitación permanece vacía 24 horas después de haber sido limpieza por el personal
El personal ha recibido una formación exhaustiva en lo que a limpieza de las habitaciones se refiere: “Cuando el huésped deja la habitación, lo primero que se hace es dejar que se ventile. Después, se retira la ropa de cama con unos movimientos específicos que suponen no airear con alegría las sábanas. Esa ropa y los textiles de baño van a lavandería donde se limpia a unos grados determinados. Después, la limpieza se hace con productos específicos. Posteriormente, se aplica una máquina de ozono durante cuatro minutos y la habitación, que ya estaría preparada para acoger a otra persona, se queda 24 horas vacía como precaución extra”, explica. “Ha cambiado sobre todo el procedimiento de limpieza, la forma en la que usamos los vestuarios, los productos específicos que utilizamos, pero me siento muy tranquila, nos protegemos mucho”, comenta la gobernanta Loli Gómez.
Restauración: el buffet asistido
Las comidas, cenas y desayuno son bajo reserva, y el buffet del desayuno como lo conocíamos se acabó. En cada mesa hay un cartelito que indica que esa mesa ya ha sido desinfectada con los productos específicos. “Se te acompaña a tu mesa y si es el desayuno, se te ofrece el desayuno express o el continental. Y te lo traen en una bandeja con todo cubierto de plástico. Lo mismo sucede si lo pides en la habitación”, comenta Fernández.
En unos días implementarán el buffet asistido: el cliente puede levantarse de su mesa (con la mascarilla puesta, y si te levantas 10 veces, pues diez veces que te la pones) y puede ir hasta la zona de buffet en la que, sin tocar nada, señalará lo que quiere y se lo sirven. Pero nada de levantar, como antes, la tapa de los platos calientes para ponerte unos huevos revueltos y unas salchichas.
Todos los trabajadores van con mascarilla, sus guantes, algunos, los de las zonas que lo requieran, también con pantallas protectoras. Y de hecho muchos de ellos, la directora incluida, llevan su pulverizador con el producto desinfectante: con el nombre puesto, para no hacernos líos. “Quizás no quede muy glamuroso verme con mascarilla y el pulverizador, pero da una idea de lo en serio que hay que tomarse este asunto”. En el hotel solo hubo un caso de coronavirus, al inicio de la pandemia y no hubo más porque ya se había impuesto el uso de las mascarillas casi desde el principio, bien antes del estado de alarma. “Se trata más de prevenir que de curar. Disponemos de un termómetro infrarrojo para en el caso de que un cliente nos dijese que se encuentra mal pero tratamos sobre todo de prevenir todo contagio manteniendo las distancias de seguridad y utilizando las mascarillas. Y sobre todo se trata ahora de no relajarnos ni de permitir que los clientes lo hagan”, aclara.
10.000 euros en adaptar el hotel al coronavirus
Al ser un establecimiento de grandes dimensiones, han tenido que retirar mesas, para cumplir con los dos metros de distancia, pero aún así, pueden estar comiendo simultáneamente 130 personas en la zona de restauración.
A fecha de publicación de este artículo, la piscina y el gym seguían cerrados pero se iban a abrir en las próximas semanas, cumpliendo con todas las normas de seguridad, con reserva y con aforo limitado.
¿Cuánto se ha dejado el hotel en implementar todas estas medidas? “Aproximadamente unos 10.000 euros, teniendo en cuenta que hay gastos por la propia actividad que han cambiado, por ejemplo, los de personal de pisos que se han incrementado bastante por la aplicación de los nuevos protocolos. Estamos arrancando, no podemos arrojar cifras con mucha certeza, pero sí que se han incrementado los costes”, comenta Fernández. Las tarifas, sin embargo, se han mantenido.