Aunque se ha puesto de moda para conseguir adelgazar, la dieta antiinflamatoria tiene un objetivo mucho más importante, cuidar de nuestra salud y evitar la aparición de enfermedades. Convertida en una de las más populares, como si de la dieta de la alcachofa o la dieta del metabolismo acelerado se tratara, este plan de alimentación es recomendado por los expertos para prevenir lo que se conoce como inflamación crónica, un proceso que, según los estudios, está relacionado con enfermedades responsables del 50 por ciento de la mortalidad global.
Para evitar la inflamación crónica, los expertos recomiendan cuidar importantes aspectos en la vida como el ejercicio físico, las horas de sueño, el estrés y, sobre todo, la alimentación.
De sobra son conocidas las recomendaciones de instituciones como la Organización Mundial de la Salud que insiste en la necesidad de llevar una dieta sana y equilibrada, basada en el consumo de frutas, verduras, legumbres, pescados y carnes magras principalmente, en la que se eviten los ultraprocesados, grasa saturadas, azúcares y bebidas alcohólicas. Unas pautas en las que también se basa esta dieta centrada en el consumo de los llamados alimentos antiinflamatorios.
¿Qué es la dieta antiinflamatoria?
Cuando hablamos de dieta antiinflamatoria nos referimos a unas pautas de alimentación a seguir de manea habitual en las que priorizar la ingesta de alimentos que reducen la inflamación crónica en el organismo. Aunque su objetivo no es adelgazar, sí es algo que se consigue adicionalmente. La finalidad de este tipo de nutrición es reducir la inflamación que, mantenida en el tiempo sin tratarse puede dar lugar a la aparición de peligrosas afecciones como la diabetes, enfermedades cardiovasculares, fibromialgia o algunos cánceres.
La inflamación es la respuesta que ofrece nuestro sistema inmunitario ante cualquier tipo de daño, sea un golpe, una alergia o un virus. Se trata de un proceso necesario para eliminar la causa que lo provoca e iniciar la recuperación. Sin embargo, a pesar de que se trata de una fase natural para advertir de que algo no está funcionando correctamente, es importante actuar antes de que se convierta en un problema de salud.
Los alimentos que debes comer y los que hay que evitar en la dieta antiinflamatoria
Desde hace años, los expertos aseguran que los alimentos pueden convertirse en el mejor medicamento. Y así ocurre en el caso de la dieta antiinflamatoria, que incluye el consumo de aquellos que gracias a sus nutrientes tienen la capacidad de actuar frente a la inflamación.
Es el caso de numerosas frutas como los cítricos (naranjas, pomelos o limones), que tienen un alto contenido en vitamina C que ayuda a prevenir la inflamación. También encontramos los frutos rojos (cerezas, fresas, frambuesas, arándanos y moras), que cuentan con antocianinas, unos pigmentos con propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. Algo que también ocurre con el tomate, rico en licopeno, y los aguacates, con un alto contenido en vitamina E y ácidos grasos monoinsaturados.
Entre las verduras también encontramos alimentos que tenemos que incluir en nuestra dieta antiinflamatoria. Entre ellas, los pimientos, las de hoja verde como espinacas, repollo, coliflor o brócoli, las cebollas, los puerros y los ajos.
Otros alimentos con propiedades antiinflamatorias son la cúrcuma, el acite de oliva, el cacao, el té verde, frutos secos como las almendras o las nueces, o pescados azules como el salmón, el atún o las sardinas, que destacan por su acción antiinflamatoria.
La dieta antiinflamatoria no se olvida de los alimentos integrales, que destacan por su alto contenido en fibra y su bajo índice glucémico, que los expertos relacionan con una reducción de los marcadores de la inflamación.
Al igual que existen los alimentos antiinflamatorios, también encontramos los proinflamatorios, que coinciden con aquellos que los expertos aseguran son negativos para la salud en general. Hablamos de alimentos que favorecen los procesos de inflamación como los ultraprocesados, hidratos de carbono refinados, azúcares, grasas trans, bebidas alcohólicas… Entre ellos, podemos señalar la bollería industrial, las galletas comerciales, las patatas fritas tipo snack, la carne roja, los embutidos, las harinas refinadas y los refrescos.