Ya ha comenzado el otoño y antes de que te des cuenta estaremos en invierno. ¿Qué significa esto? Además de que vas a poder por fin comprarte abrigos y zapatos nuevos, que pillarás un resfriado y que te refugiarás más que nunca en los bares, que acabarás engordando sin que te des cuenta.
Para nuestros antepasados, ganar kilos en invierno tenía una poderosa razón: con una capa extra de grasa tenían menos frío. (Seguro que has notado que cuando estás más gordo –o menos delgado– sueles tener más calor.) Esta realidad, no obstante, se ha extendido hasta nuestros días, pero con variaciones. Una investigación ha demostrado que tendemos a engordar en los meses fríos.
Esto ya es un drama por sí solo, ya que los kilos que has ganado en verano (y que aún no has perdido) se suman a los que vas a engordar en los próximos meses, a menos, eso sí, que hagas algo para evitarlo.
Por qué engordas en los meses fríos y cómo evitarlo
Hay muchas razones por las que ganamos peso en otoño y acabamos de rematar la jugada en invierno. No obstante, no está todo perdido, ya que hay unos trucos que podemos aplicar para evitar que esto se vaya de madre. Muy atento:
1) No quieres salir de casa
El invierno es la peor época del año para hacer ejercicio, ya que cuesta mucho salir del sofá. En verano, madrugar para salir a correr tiene su gracia. Incluso puedes verle el lado exótico al asunto. Pero en invierno, la verdad, es que pierde toda la gracia.
Y si vas al gimnasio, más de lo mismo. Llegas a casa cansado, harto de todo, y lo menos que te apetece es calzarte las deportivas para ir a un recinto repleto de gente y con olores extraños.
El truco: hacerte con una máquina de ejercicio para hacerlo en casa, ejercitarte tú en tu propio salón (hay muchos vídeos en internet), pagar a un entrenador personal para que te saque de casa a golpe de billetera o intentar ir andando a todos los sitios.
2) Comes más calorías
La investigación citada anteriormente muestra que comemos más calorías, inconscientemente, en los meses fríos: a más calorías, más temperatura corporal.
El truco: reducir tu consumo calórico y optar por comidas calientes y 'light', como verduras asadas, cocidas, caldos caseros... Todo eso te saciará y mantendrá tu cintura en su sitio.
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3) Menos luz: solo 9 horas y 32 minutos al día
Es una excusa barata, pero es cierto que las pocas horas de luz que hay en invierno, sumadas al polémico cambio de horario, hacen que engordes.
La escasez de luz, además de deprimirnos y dejarnos un poco aturdidos, hace que nos recojamos antes en casa, o lo que es lo mismo, que bajemos nuestra actividad.
El truco: vence la pereza de la escasez de luz venciendo a la pereza, o vete por calles donde haya muchas farolas y asunto arreglado. Ojo, no vale refugiarse en los bares, que nos conocemos.
4) Comes más dulces por el frío
Numerosas investigaciones, como esta, sugieren que tendemos a comer más alimentos dulces cuanto menos expuestos estamos a la luz.
El truco: si no puedes evitar comer dulces, intenta sustituir estos antojos por alimentos sanos, como frutas, y siempre consúmelos entes de las 19 horas.
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5) Tienes más estrés
En vacaciones somos muy felices –unos más que otros–, pero con la llegada del otoño vuelve el estrés. El colegio de los niños, las elecciones, el trabajo, los proyectos... Un estado de ánimo que, según la Harvard Medical School, estimula el apetito y la preferencia por los alimentos grasos que cumplen una función reconfortante.
El truco: según un estudio publicado en 'ACSM Health and Fitness Journal', puedes combatir el estrés con ejercicio aeróbico (correr, nadar, andar rápido...) o anaeróbico (Yoga). O toma tilas.
6) Las quedadas navideñas
Las cenas navideñas no solo son malas porque acabas liándote con quien no debes, sino porque comes por ti y por toda tu familia. Y cuando crees que te has librado de una quedada, aparece otra, y luego otra. ¿Resultado? Acabas cogiendo kilos entre la comida propia, los dulces y el alcohol.
El truco: si sabes que te vas a liar con las copas, intenta comer solo proteínas en estas cenas y obvia los hidratos de carbono. Céntrate en carnes, pescados, mariscos y algo de vino.
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7) Bebes menos agua
En verano bebes más agua. El calor hace que te apetezca incluso. Pero en los meses fríos te olvidas de hidratarte, lo que hace que confundas sed con hambre y que en vez de agua consumas otras bebidas que te acaban engordando.
El truco: fuérzate a beber agua durante todo el día. No hace falta que tomes los consabidos dos litros, pero sí que bebas asiduamente al menos un litro. Notarás la diferencia, ya verás.
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Y esto es todo, lector. No dejes que el invierno acabe con tu figurín (o con lo que queda de él).
¿Sabías que en los meses fríos tendemos a coger peso?