El coitocentrismo es una palabra que deberíamos ir eliminando de nuestra actividad sexual para tener relaciones sexuales más satisfactorias y placenteras. Uno de los motivos principales además es que esto sigue desfavoreciendo la igualdad de hombres y mujeres también a la hora del sexo.
“Nuestra cultura sexual se fundamenta en lo que, a mi juicio, son tres pilares fundamentales: los genitales, el coito y el orgasmo. Creemos que si estos tres elementos no están involucrados, no hay actividad sexual o es insuficiente. Es decir: si no hay penetración es que son “sólo preliminares”; si no hay genitales, ni siquiera es sexo. El coitocentrismo es reducir el sexo a la penetración”, nos explica Cecilia Bizzotto, socióloga y portavoz de JOYclub España.
Los datos publicados recientemente por el Instituto de la Mujer afirmaban que más de la mitad de las jóvenes de nuestro país (un 58%) habían tenido relaciones sin apetito sexual o ‘por compromiso’, o que realizaban frecuentemente sexo con penetración (75%) pese a reconocer disfrutar mucho más con prácticas como la masturbación (92%). Para evitar este tipo de situaciones, y tener una noción mucho más amplia de lo que conlleva ‘practicar sexo’ lejos de la penetración, hemos querido saber más de la mano de la experta de qué es y como derribar de una vez por todas el conocido como coitocentrismo.
Historia del coitocentrismo
“No todas las culturas son coitocéntricas o tan coitocéntricas como la nuestra. En occidente ha influido mucho la visión religiosa de la sexualidad: la idea de que el sexo sólo es legítimo dentro del matrimonio y con fines reproductivos ha influido en la percepción de que el coito es el único acto sexual "legítimo" y aceptable. Sin embargo, no toda la culpa ha sido de la religión o del moralismo cristiano”, dice Bizzotto.
“Durante la época victoriana en el siglo XIX, en el contexto de la moralidad sexual de la época, se promovió una visión hiper restrictiva de la sexualidad. Desde la ciencia o las pseudociencias de la época, se justificó de manera presuntamente racional que el coito era la única opción válida en el encuentro erótico. Por ejemplo, Freud consideraba que el orgasmo vaginal alcanzado a través del coito era la forma más completa de satisfacción sexual, y las mujeres que alcanzaban el orgasmo o sentían placer con otras prácticas sexuales eran menos "maduras" o "desviadas".
Estas ideas siguen determinando muchísimo nuestra ideología presente y todavía hoy hay muchas mujeres que creen que les pasa algo malo en el cuerpo por no conseguir llegar al clímax en el coito. La realidad es que sólo el 18 por ciento de las mujeres alcanzan el orgasmo de esta manera”, añade.
Coitocentrismo e igualdad
¿Cómo influye el coitocentrismo en la igualdad entre hombres y mujeres? “Considero que es un tema que afecta particularmente a la satisfacción femenina, ya que creer que toda la experiencia sexual se reduce al coito cuando no es la actividad más placentera para muchas mujeres, promueve ellas deseen menos el encuentro erótico. Por ejemplo, conozco muchísimas mujeres que después del parto han dejado de desear el sexo porque sus parejas (y ellas mismas) sólo consideraban la penetración como acto sexual, por lo que al sentir dolor o molestias en la vagina prefieren no tener sexo y poco a poco van perdiendo la líbido”.
Nuestra cultura popular está plagada de estereotipos que dicen que a las mujeres no les gusta el sexo o no tanto como a ellos. “El problema no es que a ellas no les guste, el problema es que no nos gusta mantener relaciones sexuales como nos han dicho que debería ser. Además, el coitocentrismo no nos afecta sólo a nosotras: es una idea restrictiva e incompleta del amplio mundo del placer que limita también a los hombres, ya que les hace ser solo una figura que mantiene relaciones con penetración".
Eso les impide "disfrutar de su erotismo más allá de los genitales, al mismo tiempo que hace sentir insuficientes sexualmente a aquellos que no cumplen las expectativas de lo que presuntamente es masculino en el sexo”.
Adiós al coitocentrismo
¿Cómo podemos alejarnos en nuestro hogar del coitocentrismo? ¿Por dónde empezamos? “Considero que lo mejor para desaprender la idea coitocentrista y genitalocentrista del sexo, es animarnos a explorar nuestras fronteras del placer en nuestras propias carnes. Date tiempo, apaga los móviles, pon música, velas, incienso o lo que te funcione, luz tenue… Y recréate en cada milímetro de tu o su piel, usa juguetes… Esto permitirá que nos hagamos un mapa del placer con el que expandir nuestras zonas erógenas más allá de los genitales e incrementar el deseo sexual”, recomienda la experta.
¿Está bien hablar de ‘preliminares’? ¿Por qué? “No, pues la propia idea de los preliminares implica dividir el sexo en dos partes: la previa y el sexo propiamente dicho que sería el coito. Algo así como el calentamiento antes de hacer un deporte cualquiera. Todos esos juegos a los que llamamos preliminares son sexo. Un ‘calentamiento’ bien jugado puede ser mejor que el partido”.
Evolución del placer femenino
¿Cómo definiría la evolución del placer femenino de las españolas en los últimos años? “Indudablemente en España, al igual que en muchos países, se está produciendo una desestigmatización de la sexualidad que no sólo está haciendo más libres a las mujeres en particular, sino a todos los géneros en general. Desde las revoluciones feministas 'sexpositive' de los 60, se ha prestado mayor atención a la importancia del juego previo, la estimulación clitoriana y otras formas de estimulación sexual para el placer femenino”.
Esto ha ayudado a “desafiar la visión tradicionalmente coitocéntrica de la sexualidad y a reconocer que el orgasmo y la satisfacción sexual pueden lograrse a través de una variedad de actividades y prácticas sexuales”. Sin embargo, estudios recientes demuestran que las mujeres jóvenes prefieren en un 74,6% la penetración a la autoestimulación, al mismo tiempo que el 60% no están satisfechas con sus encuentros sexuales. “Esto nos habla de que hay mucho en lo que trabajar: en reeducar a las jóvenes en que hay sexo más allá del coito, reivindicar la masturbación y la autoexploración femeninas, fomentar una cultura del consentimiento centrada en el deseo…”.