Aunque nuestros ojos no lo perciban, hasta los elementos más estáticos del paisaje están en constante movimiento. Un equipo de geólogos de la Universidad de Utah acaba de descubrir que la formación de roca arenisca de 122 metros conocida como Castleton Rock se bambolea como lo hacen los rascacielos debido a la influencia del viento, la vibración del suelo provocada por el tráfico de las carreteras cercanas, las olas de los océanos y los lejanos terremotos.
En un trabajo publicado esta semana en la revista Bulletin of the Seismological Society of America, el equipo de Jeff Moore detalla cómo, con ayuda de expertos escaladores, colocaron sismómetros en la base y en la cumbre de esta roca para medir su movimiento y detectar su frecuencia de resonancia. “Porque nada está realmente quieto, siempre hay energía propagándose a través de la tierra, que sirve como una fuente de vibración constante para la roca”, asegura Ruley Finnegan, coautor del estudio.
Tras analizar los datos y elaborar un modelo en 3D de la torre, los autores comprobaron que la formación rocosa tiene dos modos de resonancia fundamentales en las frecuencias de 0,8 y 1,0 hertzios respectivamente. Esto significa que la torre se está balanceando imperceptiblemente a un ritmo aproximado de una oscilación por segundo y de manera constante. “Las fuentes distantes que activan la resonancia única de Castleton Tower están siempre activas y transfiriendo energía a la masa de la roca”, asegura otro de los coautores del trabajo, Paul Geimer.
Con esta investigación, los autores quieren conocer mejor cómo se mueven de forma natural estas formaciones geológicas y cómo pueden responder ante eventos sísmicos y ante vibraciones introducidas por la actividad humana, como la derivada del tráfico. “Aunque algunas de las fuerzas que los humanos crean pueden parecer pequeñas”, asegura Moore, “nuestra investigación señala los efectos a largo plazo de estas fuerzas en el ritmo de erosión y la degradación estructural”. En el caso de Castleton Rock, parece que los efectos de estas vibraciones de baja frecuencia no ponen en peligro la roca, pero este tipo de estudios, que hasta hace poco resultaban impracticables, pueden darnos nueva información sobre el paisaje y cómo oscila lo que hay en él sin que nosotros nos demos cuenta.
Referencia: Dynamic Analysis of a Large Freestanding Rock Tower (Castleton Tower, Utah, USA), Bulletin of the Seismological Society of America | Fuente: Universidad de Utah
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