Una de las ideas más impactantes sobre nuestra propia biología es que nuestras células se están renovando constantemente y que, en conjunto, no somos los mismos de una semana para otra. Pero esta idea quevediana de que somos un “hoy y mañana y ayer, juntos” es hoy un poco menos cierta después del estudio que acaba de publicar el equipo de Rafael Arrojo en el Instituto Salk y en el que han utilizado un nuevo método para datar la edad de las células de ratones en diferentes órganos.
En un trabajo publicado este jueves en la revista Cell Metabolism, el equipo de Arrojo anuncia que ha descubierto que, pese a lo que se creía hasta ahora, las células del corazón y el cerebro no son las únicas que pueden ser tan viejas como nuestro propio cuerpo, sino órganos como el hígado o el páncreas contienen poblaciones de células y proteínas con longevidades extremadamente largas, algunas tan duraderas como las neuronas. A partir de las pruebas realizadas con el tejido de ratones, los autores han descubierto, además, que existe un ‘mosaicismo de edad’ en los distintos órganos, es decir, que conviven células viejas y jóvenes en el mismo espacio, con las consecuencias que esto puede tener para el estudio del envejecimiento.
“Quisimos ver si era posible que ciertos órganos tuvieran células tan longevas como las neuronas en el cerebro”
“Estamos bastante sorprendidos de encontrar estructuras celulares que son esencialmente tan viejas como el organismo en el que residen”, asegura el profesor Martin Hetzer, autor senior del artículo. “Esto sugiere una complejidad celular mayor incluso de lo que habíamos imaginado antes, y tiene intrigantes implicaciones sobre cómo pensamos en el envejecimiento de órganos como el cerebro, el corazón y el páncreas”. Además, según los autores, estos métodos pueden emplearse para contabilizar la edad de las células de prácticamente cualquier tejido y cómo evoluciona la calidad e integridad de las proteínas que se producen en determinados órganos durante el proceso de envejecimiento.
“Los biólogos se han preguntado qué edad tienen las células en un organismo. Hay una idea general de que las neuronas son viejas mientras que otras células del cuerpo son relativamente jóvenes y se regeneran a lo largo de la vida del organismo”, explica Arrojo. “Lo preparamos todo para ver si era posible que ciertos órganos también tuvieran células que fueran tan longevas como las neuronas en el cerebro”. Por eso utilizaron las neuronas como punto de partida para compararlas estructuralmente con las otras células del cuerpo, mediante una técnica combinada de marcaje con isótopos y un método híbrido de espectrometría de masas llamado MIMS-EM.
“Para su sorpresa, la inmensa mayoría de las células del hígado eran tan viejas como el propio animal”
Para sorpresa de los investigadores, al observar los resultados descubrieron que las células del endotelio (las que conforman la pared interna de los vasos sanguíneos) son también tan longevas como las neuronas, es decir, que no se replican ni se reemplazan durante todo el periodo de vida del organismo. En el páncreas, los llamados islotes de Langerhans o islotes pancreáticos presentaban una combinación de células viejas y jóvenes; y mientras que las células encargadas de segregar la insulina se renovaban periódicamente, otras permanecían vivas y si dividirse durante todo el tiempo. Respecto al hígado, conocido por su capacidad de regenerarse, resultó que la inmensa mayoría de las células eran tan viejas como el propio animal, con algunos rasgos de mosaicismo que resultan especialmente interesante para estudiar la regeneración de este órgano.
“Determinar la edad de las células y las estructuras subcelulares en organismos adultos nos aporta una comprensión nueva de los mecanismos de mantenimiento y reparación celulares y el impacto de los cambios acumulativos durante la edad adulta en la salud y el desarrollo de enfermedades”, concluye Hetzer. “El objetivo último es utilizar estos mecanismos para prevenir o retrasar el deterioro relacionado con la edad de los órganos con tasas limitadas de renovación, como el cerebro, el páncreas y el corazón”. El siguiente paso será encontrar la diferencia de edad, a nivel molecular, entre lípidos y ácidos nucleicos, así como comprender si este mosaicismo se relaciona con el desarrollo de enfermedades como la diabetes tipo 2.
Referencia: Age Mosaicism across Multiple Scales in Adult Tissues (Cell Metabolism)