Sería injusto que los Mundiales de Pekín pasaran a la historia por la estelar actuación de Bolt. Detrás de las exhibiciones descomunales del competitivo rey de la velocidad se ha desplegado una de las ediciones más brillantes de la historia de los campeonatos. El medallero ha descubierto el sorprendente reinado, por primera vez en la historia, de un país africano, Kenya, encaramada en los más alto gracias a sus siete oros, seis platas y tres bronces (dieciséis metales en total). En el ránking los Estados Unidos han caído hasta el tercer puesto del podio, empujados por los velocistas jamaicanos.
En la clasificación se cuela Etiopía quinta con sus fondistas, Polonia y sus lanzadores en la sexta posición y Rusia se despeña hasta la novena posición. España sigue su retroceso, con una solitaria medalla de oro lograda por Miguel Ángel López, que le retrae a niveles de los años 80. La era Olaizola se cerrará de la peor de la formas posibles.
A nivel de nombres individuales, son muchos los nombres destacados: Eaton, Bolt, Fraser-Pryce, Schippers, Van Niekerk, Rudisha, Farah, Kiprop, Dibaba, Ayana, Kemboi, Farah, Shubenkov, Bett, Drouin, Taylor, Barber, Silva, Fajdek, Malachowski, Yego, Bartoletta, Felix, Molitor, Ibargüen... La gran gesta de los Mundiales corrió a cargo del estadounidense Asthon Eaton en decatlón, llevando el récord del mundo hasta los 9045 puntos tras completar un concurso ejemplar: los 100 metros en 10.23, 7,88 en longitud, lanzó 14,52 en peso, 2,01 en altura, unos esplendorosos 45.00 en el 400, 13.69 en 110 metros vallas, 43,34 en disco y 5,20 en pértiga, 63,63 en jabalina y los agónicos 4:17.52 en 1.500 que le daban el récord. El próximo reto será volver a superar el registro en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
La velocidad fue gobernada por ese genio genético y competidor intratable que es Usain Bolt, oro en 100, 200 y 4x100. El Relámpago superó a Gatlin en la final con claridad, después de dar el susto en la semifinal, en la que un tropezón en la salida pudo costarle caro. El 200 fue un paseo, como la final de 4x100, con mejor marca del año de los jamaicanos y plata de los chinos, favorecidos por la descalificación de los estadounidenses con una mala entrega final.
En chicas hay un nombre propio, el de la holandesa Dafne Schippers, una antigua atleta de heptatlón que fue bronce en Moscú 2013, pero que se ha centrado en la velocidad, proclamándose ganadora en 200, con una remontada descomunal hasta el último metro, y plata en 100, primera reina de la velocidad blanca en mucho tiempo. Un escalón por debajo aparecen la mujer que la derroto en el hectómetro, la entrañable Shelly Ann Fraser-Pryce, oro en 100 y 4x100. Y a su altura, la menor de las Dibaba, que venía batir el récord mundial de 1.500 metros (3:50.07). Pero la etíope, que se propuso coronarse en el medio fondo con el doblete en 1.500 y 5.000 metros. Sin embargo, en la segunda sólo pudo ser bronce.
A su nivel, entre los hombres, y casi al de Bolt, surge el deslumbrante Mo Farah, dominador incontestable del fondo. El británico sumó su cuarto doblete consecutivo 5.000-10.000: Londres 12, Moscú 13, Zúrich 14 y Pekín 15. África vive sometida por este somalí que se entrena en Estados Unidos y al que poco importa que la carrera sea rápida con un ritmo exigente o lenta y se decida con un ataque final. Destacó la esplendorosa final de 400, la primera en que tres hombres bajaron de 44 segundos, con el sudafricano Van Niekerk ganando el oro con 43.48 por delante de LaShawn Merritt y Kirani James.
Ha sido un Mundial sorprendente en el que se ha visto ganar a blancos los 110 vallas (el ruso Sergey Shubenkov) y a africanos compitiendo en los lanzamientos y copando la jabalina con el keniata Yego primero y el egipcio Abdelrahman El Sayed segundo. Ambos forjados por el gran Petteri Piironen. Un keniata ganó el 4 vallas, Nicholas Bett, y un jovenzuelo, el canadiense Shawnacy Barber, le arrebató el oro en pertiga al francés Renaud Lavillenie. Síntoma de la llegada de la nueva hornada de atletas, que se dejó ver en los podios, encabezada por los velocistas que compartieron el bronce en los 100, el canadiense Andre de Grasse y el estadounidense Trayvon Bromell.
Un Mundial, por tanto, que deja un esperanzador escenario para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, en los que Usain Bolt asaltará por últilma vez el doblete de la velocidad.