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Real Madrid: cuando la alineación la hace el mercado, pueden pasar estas cosas

  

Empiezo por el final, que no deja de ser el principio de algo. Edificante y agradable de ver la deportividad de todos los contendientes al final del Barcelona-Real Madrid, rompiendo la penosa tónica de los últimos años. Y no voy a escribir la memez de aludir “a los niños que lo habrán visto”, estúpida muletilla demagógica. Simplemente, a ningún buen aficionado al deporte le gustan los espectáculos paralelos de las recientes temporadas.

Menos edificante fue la intervención del portavoz del Real Madrid, Emilio Butragueño, y del propio Ancelotti, cifrando la derrota de su equipo en la actuación de Undiano. Cierto que se tragó un penalti clarísimo, el de Mascherano sobre Cristiano Ronaldo. Importante. Pero pareció estar muy acertado en todo lo demás. Demasiado e interesado machaqueo sobre el colegiado. No consta que en los recientes partidos contra Elche, Levante y Juventus estas mismas personas consideraran tan importantísimas las decisiones arbitrales. Igual fue porque mayormente les favorecieron, y no poco. No se debería ser tan “doble raserista”. Que Sergio Ramos o Cristiano,  en caliente, protesten, tiene justificación. Que lo hagan los que lo han hecho, mucha menos, si es que tiene alguna.

Deberían buscar las razones de la derrota a un hecho mucho más dependiente del juego de su equipo. No se puede regalar una mitad del partido al FC Barcelona, y menos aún en su campo. Los merengues se defendieron bien, pero faltó fluidez en la salida del balón. Mas ello es previsible si entre los tres protagonistas de los apoyos de salida tienes a Khedira y Sergio Ramos. Dice Ancelotti que, a falta de Xabi Alonso, Illarramendi estaba renqueante. Vale. Lo que no se explica luego es que saques al “renqueante” al campo, en la segunda mitad, siendo que no sólo ya no estás igualado como de inicio, sino que has de remontar el tanteador. Deslumbrante.

Y lo de Bale en la banda, como atacante, también merecería una reflexión. El galés es un jugador que necesita muchos metros por delante para romper en velocidad a espaldas del rival, pero que se ahoga irremediablemente en la falta de metros. Excelente saliendo desde atrás, muy pobre de recursos saliendo adelantado. El Madrid jugó maniatado por su propia alineación desde el inicio. Cuando estuvieron en el césped los que probablemente deberían haber estado desde el pitido de arranque, igualaron el encuentro. En lo aparente y en lo real. Un gol para cada equipo. No muy fino Diego  López en el segundo gol catalán (un portero no debe salir de su marco cuando el atacante con balón está encimado como Varannne encimaba a Alexis), pero tampoco estuvo Valdés muy lúcido en el gol madridista. El desequilibrio lo acabó marcando el hecho de que los blancos ya habían regalado, desde el vestuario, 45 minutos. El Barcelona no es el Elche, ni Undiano es Muñiz. Cuando las alineaciones parece hacerlas el mercado -más que los entrenadores- pueden pasar estas cosas.

El equipo catalán, por su parte, también pareció perder algo de peligrosidad con Messi en su antigua posición, en la banda derecha. Un futbolista de su calidad inmensa es capaz de desequilibrar desde casi cualquier puesto, desde luego. Pero cuando en la segunda parte Alexis y Pedro ingresaron en el campo a muchos nos quedó la duda de qué habría pasado si uno de ellos hubiera saltado de principio y Lionel hubiera ocupado el eje.

El partido insulso de Cesc Fábregas, uno de esos encuentros en los que a veces parece difícil saber a qué está jugando, alimenta la duda. De la que hay menos es de que parece que el Tata ha conseguido que Messi acepte jugar –sea o no puntualmente- en el extremo. Y de que corra algo más de lo había hecho en la última temporada de Guardiola y en la más reciente con Tito Vilanova. Seguiremos atentos a la pantalla. Me gustó el partido aunque he oído opiniones contrarias. Será que –como decía un viejo entrenador- cuando dos equipos utilizan la misma formación, el juego se enreda. Si les decepcionó el encuentro, échenle pues la culpa al 4-3-3. Yo, en todo caso, prefiero pensar que las alienaciones, los jugadores y los puestos que ocupan, son más determinantes que la disposición. El marco es muy importante en un cuadro, pero el lienzo es lo decisivo. Creo que Tata Martino pintó mejor, usó con más maestría sus tubos y pinceles.

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