Cuatro goles atléticos en Stamford Bridge. El primero del Niño, que dejó claros en un solo golpeo su profesionalidad y sus colores. Era el gol que metía al Chelsea en la final de la Champions, la alegría máxima, y sin embargo Fernando Torres se acordó al instante de dónde viene, de que la víctima de su zapatazo era su propia gente. Y por eso apagó las celebraciones. Como si en vez de en un festejo estuviera en un funeral. El enésimo guiño de Fernando Torres con un escudo que le pertenece.
Los otros tres goles atléticos los marcaron ya sío los que llevaban su camiseta por fuera. Como si el equipo madrileño necesitara esperar a que su futbolista en Londres escenificara su religión, el Atlético no se agrandó hasta ir perdiendo. Koke, que hizo un partido monumental, poniendo sobre el césped esos atributos que hacen a Xavi nombrarle su heredero, ya avisó con un tiro curvado, en segunda jugada, que dio en el larguero y en el palo. Pero fue tras el 1-0 cuando el Atlético se soltó con una pareja inesperada, Tiago-Juanfran, para dar la vuelta a la historia.
Tiago buscó la línea de fondo y Juanfran corrió con todo para devolver la pelota al área. Juanfran primero y Arda después hicieron retroceder al Atlético 40 años, los que pasaron desde que la Copa de Europa le clavara aquella puñalada depresiva que tanto lo encogió. Un penalti de Diego Costa completó la gesta, una noche que como la de Glasgow ya no se borrará nunca de la memoria de los colchoneros. Con menos patadas y menos sudor, con menos expulsiones y más fútbol, pero con similar mística.
Todos los rojiblancos se ganaron un trocito de protagonismo en la proeza. También Courtois, o sobre todo Courtois, que puso sus paradas en el momento preciso sin importarle un gramo que sus derechos pertenezcan al Chelsea. Al belga le hace feliz donde juega. Pero desde Juanfran a Filipe, por supuesto los centrales, también la pareja de medio centros, los creativos Arda y Koke, la sorpresa Adrián (que metió el gol de Rubén Cano) o el batallador Diego Costa pusieron su apellido en la inolvidable noche de Londres.
El Atlético vuelve a la final de la Champions 40 años después. La obra de Simeone, que está a dos minutos de consagrarse como el personaje atlético más importante de la historia. Ole, ole, ole, Cholo Simeone. Ya no es un milagro lo suyo; es mucho más. Hasta Mourinho, siempre arisco y coartadista, se rindió ante su exhibición, le ofreció abiertamente sus respetos. El Cholo además de historia, hace amigos.