Si Isco llega a lo que promete, este España-Bielorrusia (3-0) de Huelva habrá que recordarlo como la noche en la que el país se rindió a sus pies. Examinado en su primera titularidad con la selección, el jugador malagueño coloreó el partido con su gama de prodigios técnicos, motorizó a la selección campeona de Europa y alumbró un gol de bandera para romper el partido. España hizo tres tantos y tres puntos, e Isco sacó matrícula de honor.
Todavía no había marcado su gol, apenas iban diez minutos de juego, y el Nuevo Colombino ya coreaba su nombre. A veces incluso cuando atacaba Bielorrusia parecía oírse un eco que gritaba “Isco, Isco”, como si fuera un reflejo del placer generalizado. Ante un rival tan defensivo como se esperaba –cinco defensas y cuatro medios justo por delante–, sin Iniesta y sin Silva, Isco hizo bailar a España.
El madridista recibía entre las dos líneas, conectaba a sus compañeros, bajaba a dirigir y plegaba a Bielorrusia. Los exsoviéticos miraban a todas partes sin encontrar la respuesta mientras Isco se seguía creciendo. Hasta que llegó el gol.
La pelota le vino mansa al mediapunta en el borde del área, perfecta para golpear con la derecha. Ahí su tobillo hizo magia: con un giro sutil y perfecto, elevó la bola para que trazase una parábola alta y plana hasta la escuadra de Bielorrusia. Difícil imaginar un gol de debut tan prometedor.
España sentenció el encuentro ante Bielorrusia en dos minutos en el tramo inicial
El partido terminó porque, aprovechando la inercia, España hizo el segundo casi en la siguiente jugada. Busquets enganchó otro disparo desde fuera del área, más terrenal pero igual de productivo, y a partir de ahí no hubo más historia. Con un 2-0 a favor, a España no le dolía tener la pelota sin tener ocasiones, su mal endémico en los últimos años, y los cinco defensas bielorrusos perdieron cualquier utilidad.
La segunda parte no fue tanto un partido como una entrega de premios. Primero Pedro le dio uno a Del Bosque por convocarle: el canario hizo un buen gol, el tercero, tras una gran jugada de Juanfran –pletórico en el inicio de curso– y le agradeció así otra convocatoria más pese a su discreto nivel con el Barça.
Después fue Del Bosque el que galardonó a Cazorla, queridísimo en Huelva –sus primeros destellos en la élite los dio con el Recreativo en primera–, y a Callejón. Entre las carantoñas que le hacía el primero a la grada, el delantero del Nápoles debutó con la camiseta de la selección española a los 27 años. Unos minutos después, el técnico tuvo el mismo detalle con Álvaro Morata, que se convirtió en internacional cuando sustituyó a Isco.
El Nuevo Colombino le dio al malagueño una ovación mayor incluso que a Cazorla. Ante la irrelevancia del encuentro, en la segunda parte Isco, que sabe que juega bien y además bonito, se pavoneaba como un adolescente. Intentó cada filigrana posible y casi era todo lo que se le podía pedir al partido de una España que necesitaba ilusión y encontró a un mago.