La selección española masculina de waterpolo se ha proclamado este domingo campeona del mundo por tercera vez en su historia en la final del Mundial de Budapest 2022, al vencer a Italia en los penaltis (9-9 (5-6)) y resarcirse de las tres gran finales anteriores que perdieron ante los transalpinos, entre ellas la de hace tres años en Gwangju 2019.
Los de David Martín mostraron su garra para volver a liderar el mundo 21 años después y alcanzar una gloria que les ha sido esquiva en los campeonatos más recientes. Los penaltis decidieron tras la igualdad en el encuentro (9-9), pero Eduardo Lorrio se vistió de héroe para parar en la muerte súbita el tiro del italiano Cannella y destronar a los vigentes campeones del mundo.
España se jugó el orgullo y basó su fortaleza en la defensa para ganar un gran título que se resistía. La actual subcampeona del mundo quiso dejar atrás esta etiqueta, precisamente ante la selección que le privó de hacerse con el oro en los Juegos de Barcelona 1992, en el Mundial de Roma 1994 y hace tres años en Gwangju.
Así, la ansiada 'vendetta' se fraguó en la piscina Alfred Hajos de Isla Margarita y dejaron atrás el bronce europeo en 2018, la plata mundial en 2019 y europea en 2020, junto a la cuarta posición olímpica en 2021.
La selección supo sufrir y se desquitó de todos los malos sueños que acumulaba en las grandes citas. Un mal trago con un desenlace feliz en Budapest.
El sueño español empezó con buen pie gracias al primer tanto de Álvaro Granados para abrir el marcador, secundado por un Alberto Munarriz imperial en ataque, que permitió amedrentar a los italianos con dos tantos del navarro al fondo de la malla. No obstante, la amenaza contraria despertó y Edoardo di Somma, Canella y Bruni empataron el partido (3-3) al aprovechar los tiros exteriores en el primer cuarto.
Penaltis en la final de waterpolo
El muro bajo palos de Unai Aguirre decantó la balanza en el segundo cuarto a favor de los suyos. Así, con ocho paradas, le dejó la faena al ataque y se fueron al descanso con un 3-0 de parcial (6-3), comandado por un Granados 'enchufado', con dos tantos, junto al lanzamiento efectivo de Roger Tahull.
Tras el descanso, la entrada de Nicosia bajo los palos italianos surgió efecto y frenó la sangría española. Sin embargo, con un parcial favorable a los de Campagna, los actuales subcampeones mandaron de dos en el tercer cuarto (6-8).
Pese a dominar, y con un gol más que les daba una ventaja de tres, el equipo de David Martín no supo cerrar la final y empequeñeció ante una imponente campeona mundial que apareció en el momento indicado para seguir soñado gracias a sus tres goles (9-9). Así, la corona acabaría decidiéndose en la tanda de penaltis.
Emergió entonces la figura de Unai Aguirre para dar ventaja a los suyos al parar el undécimo penalti de Cannella, pero Munarriz no fue capaz de rematar la faena y estrelló su tiro picado al larguero. Ante la igualdad en la muerte súbita, Lorrio sustituyó a Unai y paró el penalti decisivo a un Cannella errático para coronar a España como los mejores del mundo.
De este modo, la selección supo sufrir y se desquitó de todos los malos sueños que acumulaba en las grandes citas. Un mal trago con un desenlace feliz en Budapest, que sirvió para redimirse también de la final perdida en penaltis ante Hungría en el Europeo de 2019.