Tras 90 años de historia, la Unión Deportiva Salamanca desapareció en 2013 debiendo a sus acreedores un acumulado que superaba los 23 millones de euros, una deuda que no hizo sino agrandarse en los últimos años de su existencia en un intento desesperado de agarrarse como fuera al fútbol profesional. Sin embargo, no fue suficiente. En 2011, el club había caído de nuevo al “pozo” de la Segunda División “B”, del que jamás pudo volver a salir, y todo por una espiral de malas decisiones e inversiones irresponsables que condenaron a los charros a un concurso de acreedores que finalizó con su disolución dos años después.
Como este, son decenas los casos que se han dado en la historia reciente del fútbol nacional entre disoluciones y descensos administrativos. El fantasma de la “desaparición” o del “concurso de acreedores” persigue desde entonces a los clubes profesionales que se ven involucrados en grandes inversiones para campos y jugadores a las que después temen no poder hacer frente. Sin embargo, nunca había parecido hasta ahora que los grandes clubes deportivos, como el Barcelona, estuviesen pasando por una situación parecida. Al fin y al cabo, sus fichajes millonarios, los contratos de cifras estratosféricas y las construcciones faraónicas en las que han acabado convirtiendo sus estadios han estado sustentados en unos ingresos siempre abundantes y consistentes.
Desde 2021, sin embargo, el escenario aparenta ser otro en Can Barça. Las palancas de Joan Laporta —presidente en su segundo mandato desde 2021— han permitido fichajes como los de Lewandowski y Raphinha por 103 millones y éxitos deportivos como la Liga de la “Xavineta” de 2023. Un derroche de millones que llega durante la etapa financieramente más negra de la historia del club catalán y que tiene a muchos aficionados culés temblando, sobre todo cada vez que LaLiga les deniega el fichaje de una nueva estrella y, aun así, Laporta se acaba sacando de la chistera un conejo más, con el que el Barcelona parece estar un paso más cerca de una ruina que nunca llega.
Nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que el equipo que fundó Joan Gamper en 1899 está lejos de pasar por una situación como la que sufrió el Salamanca en 2013. Si LaLiga le impide la incorporación de nuevos jugadores o, como ha sido el caso, le da de baja automáticamente a Dani Olmo el último día de diciembre de 2024, es porque la asociación del fútbol profesional tiene un plan para que los clubes españoles no vuelvan a caer en los errores del pasado. Se trata del ‘Fair Play económico’, una normativa pionera en las grandes ligas europeas por la que su presidente, Javier Tebas, saca pecho orgulloso. Se trata, sin ningún género de dudas, de la medida estrella de su mandato, el cual se alarga ya desde 2013, cuando los clubes debían a Hacienda y la Seguridad Social más de 666 millones de euros
Si el Barcelona no ficha es porque LaLiga no le deja, no porque no tenga posibilidades de endeudarse. El “fair play” de Tebas determina que cada club tiene un “límite de coste de plantilla deportiva” al que puede llegar y, en caso de superarse, ya no se pueden realizar nuevas incorporaciones. Para ello, hay que vender jugadores antes de comprar a otros nuevos en el mercado, algo a lo que los grandes parece que no estaban acostumbrados.
LaLiga se refiere a los salarios, las primas y los gastos en fichajes, todo ello en lo relativo a sus plantillas profesionales —también cuerpos técnicos—. Se trata de una normativa que busca una masa salarial que no supere el 70% del presupuesto del club, la cual es más estricta aún que la de la UEFA, ya que no solo controla el gasto a toro pasado al final de temporada —lo que propicia que la UEFA ponga sanciones por incumplimiento— sino que antes de comenzar los mercados de fichajes anuncia a los equipos cuánto pueden gastar basándose en sus presupuestos de gastos e ingresos.
Tebas echa a Dani Olmo de LaLiga
En el Barcelona hace tiempo que el dinero es una preocupación, y todo por la existencia de este “Fair Play” económico que introdujo Tebas. Este 31 de diciembre, el caso Dani Olmo ha vuelto a recordar a los aficionados culés la delicada situación por la que está atravesando su club por culpa de una mala gestión.
Tanto Dani Olmo como Pau Víctor tenían una licencia temporal que expiraba el 31 de diciembre en caso de no poder garantizarse cumplir con dicha normativa de control económico. El centrocampista de Tarrasa de 26 años llegó en verano por 55 millones de euros y ahora, por culpa de quedarse sin ficha, puede que abandone el club gratis.
Con estas dos bajas, el Barcelona de Flick queda seriamente tocado en lo deportivo para lo que resta de temporada, pero también en lo económico, ya que la eventual marcha de sus jugadores los dejaría sin dos valiosos activos para las arcas del club.
Este viernes 3 de enero el Barcelona ha entregado la documentación que faltaba para demostrar que pueden seguir fichando. Se trata de los papeles que corroboran la venta de la gestión de sus palcos VIP por los millones necesarios para mantener las fichas de ambos. Pero llega fuera de tiempo y sus licencias ya están dadas de baja, lo que ocasiona nuevos problemas para la directiva de Laporta.
En caso de que el Barcelona reciba la luz verde por parte de LaLiga o la RFEF para realizar fichajes por este montante, ya no podrán ser ni Dani Olmo ni Pau Víctor los que ocupen la plaza, ya que otra normativa —de la Real Federación, en este caso— impide que un jugador “desinscrito” pueda volver a darse de alta en una misma temporada. Pero esa ya es otra historia que nada tiene que ver con el ‘Fair Play’ de Tebas.
Ahora el Barça podrá salir adelante en este mercado de invierno, pero tendrá que hacerlo con la incorporación de otros jugadores salvo que un juez diga lo contrario, porque es LaLiga la que tiene la competencia de las licencias y parece imposible, según los expertos en derecho deportivo, que vaya a haber marcha atrás en las próximas horas.
