Queda claro que a esta España alicaída, vulnerable, cualquier rival le puede hacer un roto. Y es que los de Scariolo rozaron la tragedia en el Carioca Arena pero siguen vivos en el torneo olímpico de baloncesto tras ganar a Nigeria por 87-96, en el primero de los tres partidos que están obligados a superar si quieren estar en cuartos de final.
La explosión controlada en las inmediaciones del pabellón de una mochila sospechosa justo antes de comenzar el partido, que provocó una fuerte detonación, ya auguraba una tarde indeseable. Aunque nadie esperaba que los efectos de ese canguelo se trasladasen a la cancha, donde los de Sergio Scariolo coquetearon con el fracaso de una manera muy osada.
El 66-65 a favor de los nigerianos (prácticamente, eso sí, todos ellos nacidos en los Estados Unidos) al final del tercer cuarto era algo difícil de digerir para la expedición española en Río. Y ya se comenzaba a pensar si los Oguchi o Aminu no se iban a convertir en los nuevos Conçeiçao y Guimaraes de aquel 'angolazo' del 31 de julio de 1992.
Tuvieron que sufrir de lo lindo los aficionados españoles, que tragaron saliva con el 82-83 a tres minutos del final y no respiraron con cierto alivio hasta que Felipe Reyes puso el 82-89 con dos tiros libres a un minuto escaso del bocinazo. Una estampa que ejemplificaba la situación por la que estaba pasando el plantel de Scariolo fue la que ofreció Pau Gasol, sentado prácticamente todo el último cuarto en el banquillo con el partido vivo y después de haber recibido una técnica, absolutamente desquiciado.
En su regreso a la cancha, a 3:30 del final, el pívot de Sant Boi ayudó a solventar un trance en el que salieron al rescate primero Rudy Fernández, al inició del tercer cuarto, y luego, ya en el último, un oportuno Willy Hernangómez y un Juan Carlos Navarro cuya personalidad nos ofreció un pequeño déjà vu de exhibiciones pasadas. No es físicamente el de hace unos años, pero su talento sigue siendo clave para desenquistar ciertos momentos peliagudos.
Afortunadamente para España, la pesadilla acabó sin tragedia (una derrota hubiese eliminado matemáticamente al plantel del torneo). Pero la odisea no terminó anoche en tierras cariocas. Ahora llegan dos rivales de mucha más enjundia, Lituania y Argentina, sin margen de error. Y las sensaciones siguen siendo las peores de la era contemporánea de este grupo de jugadores.