Rafael Nadal Parera es el único tenista de la historia que ha ganado el título de los cuatro Grand Slams, la Copa Davis y el oro olímpico en individual y en dobles. Eso retrata a un jugador total. Una fuerza de la naturaleza. Pero sobre todo, un jugador extremadamente inteligente capaz de adaptarse a cualquier superficie (hierba, tierra o pista rápida) y a cualquier contexto, solo o acompañado. Un jugador capaz de reconocer el escenario, estudiarlo y adaptarse para rentabilizar sus prestaciones ante el rival, el marcador y las condiciones reinantes en eso momento. Sean cuales sean. Si el físico ha hecho ganar a Nadal muchos partidos, más partidos le ha hecho ganar su cabeza. Su fortaleza mental que le impide rendirse y su inteligencia emocional capaz de leer como nadie los partidos. Hoy su cabeza ha estado a punto de ganar el partido a su cuerpo agotado y a un rival, Juan Martín Del Potro, armado con una derecha devastadora.
La enemistad no es incompatible con el respeto. Y eso es lo que se profesan desde hace tiempo Nadal y Del Potro, una respetuosa enemistad. Son muchos los desencuentros que alimentan esa relación entre ambos, desde aquel partido de la Davis, a la semifinal del US Open que Rafa tiene clavada por la derrota ante Del Potro. Pero nada como aquel partido de octavos en Wimbledon en 2011 en el que Nadal arrastraba una dolorosa lesión en el talón que provocaba los alaridos del manacorí durante el partido. En un momento del mismo, el médico atendió a Rafa y Del Potro se quejó al juez de silla.
El argentino advirtió que había dicho lo contrario al árbitro, pero Nadal se enfadó y desmontó furioso ante la prensa el argumento del tandilense: "¡Nada de eso! Yo sé lo que vi y escuché". A esa fechoría de Del Potro se suma la del incidente que inauguró la hostilidad entre ambos. En 2008 un populista Del Potro declaró ante 15.000 personas, y por televisión: "Vamos a sacarle los calzones del orto a Nadal". Desde aque día 'Del Orto' es uno de los enemigos íntimos de Nadal. Se equivoca el argentino porque no hay cosa peor que ofrecer a Nadal excusas para motivarse y desatar su tenis furibundo. Si a eso sumamos el mayúsculo enfado de Rafa con la organización por unos horarios que han castigado su físico, el resultado es que en esta semifinal Nadal con demasiadas cuentas pendientes como para no dejarse la vida.
Si el físico ha hecho ganar a Nadal muchos partidos, más partidos le ha hecho ganar su cabeza. Su fortaleza mental que le impide rendirse y su inteligencia emocional capaz de leer como nadie los partidos
Al partido llegaban los dos mejor de cabeza que de piernas. Del Potro viene recuperando sensaciones de una lesión larga y Rafa reaparecía tras dos meses sin competir. Por tanto, mucha desconfianza en los primeros juegos, con golpes más evasivos que agresivos, buscando el revés del rival y mucha bola cortada para recolocarse. El primer juego concluyó con ruptura de servicio a favor del argentino, al que la derecha le vuelve a pesar y la bola le corre. El 2-0 en blanco con su servicio confirmó a Nadal que tendría que trabajarse el partido, mover a Delpo, sacarle del centro de la pista, castigar su revés... Así conquistó su primer servicio, ahora le restaba hacerle sufrir más con el suyo a un Del Potro muy cómodo en el saque.
Comenzó asaltando la fortaleza con saques pesados y derechas abriendo ángulos para mover a un pesado Del Potro al que le chirrían aún las bisgras cuando tiene que tirar de riñones. El partido pasaba por sacar de su zona de confort al de Tandil, impedirle meter su derecha con los dos pies en el suelo, hacerle pensar... Y lo comenzó a conseguir en el sexto juego, en el que se puso 0-40 con ese juego áspero y discontinuo que acabó rompiendo la pesada dinámica del argentino, al que rompió el juego en blanco. A esas alturas se contabilizaban cuatro errores no forzados de Rafa por 9 de Del Potro. En realidad los errores no forzados de Juan Martín eran forzados todos por Rafa. Los riesgos del español descentraban al argentino. Del 1-3 al 4-3. El cerebral tenis de Nadal desquiciaba a Juan Martín.
Y jugándole por fuera, descifrando cada bola, castigando cada golpe y cargando en el revés, llegó al 6-5 con servicio de Del Potro. Rafa lo movió, desmostró tener la cabeza fría y el corazón caliente. Del Potro cayó en la trampa, escondió sus revés con derechas tibias y acabó viendo como los passing de Nadal le condenaban a perder el set. La cabeza de Rafa se imponía a la derecha de Juan Martín. Del Potro estaba obligado a llevar el partido a un tercer set, Nadal vivía bola a bola. Dos formas diferentes de enfocar el partido.
Después de lograr el set Rafa se tomó un respiro. Dejó de pensar. Desactivó su cabeza y lo aprovechó Del Potro para romperle el servicio en el tercer juego. Tocaba épica de nuevo. Como si lo fácil no tuviese mérito, otro partido cuesta arriba. Sin mirar el marcador. Bola a bola, juego a juego, set a set. Con 5-3 para el tandilense, que volvía a sacar bien y meter la derecha desde dentro de su pista, Nadal vivía sus momentos más comprometidos. La situación era lo suficientemente peliaguda como para que Rafa asumiera el desafío de darle la vuelta. Con 5-4 y servicio para Del Potro, no había vuelta atrás. Una pelota blanda machacada por la derecha del argentino, una derecha larga y una que se quedó en la red condenaron a Nadal. Salvó una bola con bolas profundas, pero una caña de Rafa daba el set a Del Potro. Su cuerpo, agotado, era incapaz de seguir el ritmo a su cabeza. Once errores no forzados y siete winners delataban el cansancio del manacorí.
Cuando los peloteos superaban el primer cruce de golpes, aumentaban las opciones de Nadal de ganar los puntos por falta de físico y de paciencia de Del Potro
Diez horas y media de tenis (en tres días) después, se jugaría la medalla en un todo o nada ante un pistolero con la mano caliente. El set comenzó con Rafa esquivando el drive de Del Potro, retroalimentándose en cada sprint, angulando su derecha hasta ganar su saque. Tocaba subir la montaña, romper el servicio del argentino. Juan Martín sumaba 29 errores no forzados muchos por su pesado desplazamiento lateral. Si los peloteos superaban el primer cruce de golpes, aumentaban las opciones de Nadal por falta de físico y de paciencia de su rival. En el cuarto juego tuvo una pelota de break el balear, pero no pudo levantar dos pelotas seguidas que pesaban toneladas. Segundos más tarde conquistaba en blanco su servicio. El partido estaba en la derecha de Del Potro. Si Rafa era capaz de desactivarla, Murray esperaba al fondo. Del Potro tuvo dos bolas de break en el quinto, dos bolas esterilizadas con agresividad por el español. Se jugaba en un campo de minas.
Nadal trataba de revolotear como Ali alrededor de un Del Potro que parecía Tyson. Cuando el argentino descuidaba su guardia, Nadal entraba con astucia. Pero el grado de exigencia al que el español sometía al argentino le obligaba a vaciarse en cada derecha. En el séptimo juego Rafa echó mano de su derecha. En el noveno tres errores del manacorí, agotado, le dieron el juego al argentino, que disponía de su saque para meterse en la final. Los dos primeros hachazos del argentino, a más de 200 kilómetros, los salvó el mejor jugador del mundo en los momentos difíciles. Un Nadal feroz ganaba un juego increíble. Bolas a las que muchos no habrian llegado y otros ni perseguido, pero él las devolvió y ganó. 5-5. El partido era épico. En el siguiente, con servicio de Rafa, Del Potro tuvo tres bolas para ganarlo, pero Nadal supo sufrir para darle la vuelta. 6-5. No era Río de Janeiro, era Vietnam.
El partido llegó al tie-break, digno final de la agonía. Un tie break digno de una tanda de penaltis. Rafa se dejó tres bolas, una fuera y otra a la red. Demasiada ventaja para Del Potro y su martillo. Del 0-3 se pasó al 2-3 con el servicio de Rafa. Un buen saque de Juan Martín puso el 2-4 y tres hachazos pusieron el 2-5. De nuevo Rafa ganó sus saques y puso el 4-5. La presión era para el argentino, que tenía servicio para meterse en la final. Juan Martín se aferró a su saque. Sumó el primero y cuando peor pintaba, Rafa rompió un servicio. Sacaba Nadal. Pero en la primera oportunidad, en una bola a media pista metió la derecha y se le fue por poco. Del Potro, con su descomunal derecha, estará merecidamente en la final. El martillo del argentino y el cansancio derrotaron a la cabeza de Nadal. El deportista más indómito del deporte mundial. Mañana despellejará a Nishikori para ganar la medalla de bronce. Del Potro ya es plata. Nadal acabará el torneo ganando.