La banca estudia canjear el resto de participaciones preferentes vivas por otros activos que no sean acciones, especialmente convertibles contingentes, conocidos como cocos (que son también deuda subordinada perpetua con cupones flexibles, aunque les diferencia tanto de las preferentes como de las convertibles en que se cambian automáticamente por acciones ordinarias en caso de que el ratio de capital Tier 1 de la entidad financiera emisora descienda por debajo de un determinado umbral), a pesar de la CNMV se mostró contraria a esto. También se contempla cambiarlas por depósitos a plazo, convertibles... cualquier cosa menos dinero en efectivo, que es lo que demandan alguno inversores. El hundimiento bursátil tiene la culpa de que los bancos no quieran colocar más acciones en el mercado. Mientras tanto, Adicae sigue intentando sumar afectados por estos activos para presentar demandas conjuntas en busca de una sentencia global, algo que tiene una importante complejidad.
A finales del pasado año, la autoridad bancaria europea (EBA) provocó un inmediato proceso de canje de estos activos, al fijar los nuevos criterios de capital, estableciendo que las preferentes no computarían como tal.
Alrededor de un millón de ahorradores que sumaban un saldo de más de 30.000 millones de euros se vieron envueltos en este proceso y estalló la polémica, ya que los titulares que querían recuperar su dinero se encontraron con que cotizaban en un mercado secundario con muy poca liquidez y además, fijaban precios inferiores al 50% de compra.
Los canjes anunciandos por las entidades (Sabadell, La Caixa, BBVA...), ofrecían acciones a cambio por un importe cercano al 100% de la inversión inicial, con algún periodo de permanencia para no desplomar la cotización que habría causado una desbandada de los titulares de las preferentes.
Un mecanismo que ponía a cero de nuevo las pérdidas, aunque aun así, ha tenido bastante contestación, porque muchos inversores exigen el dinero en efectivo y en el acto. Las entidades financieras, por su lado, se quejan de que no tienen la culpa de que le estén cambiando las reglas constantemente. En su momento, esos productos fueron potenciados con tanta intensidad para reforzar capital. Ahí hubo exceso comercializador por parte de la banca, aunque también reconocen que había lista de espera para esos productos hasta la última parte del pasado ejercicio. Todo el mundo quería preferentes, de la misma manera que todo el mundo quería ladrillo hasta pasada la mitad de la pasada década.
Entre esos tiempos y ahora, las cotizaciones en Bolsa han bajado un 30% o más en general, lo que hace casi imposible que se mantenga ese esquema de canje por acciones. “Cambiaremos por lo que sea más beneficioso para nosotros y los clientes y eso ahora no son las acciones... seguramente son los cocos, sin olvidar convertibles, otro tipo de deuda, depósitos a plazo u otro tipo de participaciones”, indican desde una entidad financiera con preferentes pendientes de canje. Popular, por ejemplo, ya ha canjeado por convertibles.
Prácticamente todas las entidades tienen canjes pendientes (quedan unos 10.000 millones), con mención especial para Bankia, cuyas participaciones de Caja Madrid ascienden a unos 3.000 millones de euros. Pero ahora parece que no hay ninguna prisa.
Movilizaciones
Mientras tanto, la asociación de usuarios de productos bancarios Adicae continúa buscando afectados por las preferentes para intentar presentar demandas conjuntas. Algo complejo, ya que las fuentes jurídicas consultadas en el pasado insisten en que habrá que estudiar caso por caso. Ha habido movilizaciones por provincias ya algunos afectados, a su vez, están moviéndose a título personal, enviando quejas a todas las instancias, incluidas la Presidencia del Gobierno o el Rey.
La venta de estos productos a través de red comercial puede ser denunciable si se ha hecho a clientes carentes de la cultura financiera necesaria, pero ya hay sentencias que han fallado contra el particular, ya que en cuanto su historial demuestra que ha tenido en el pasado productos como fondos de inversión, de pensiones, unit linked o depósitos de alta remuneración, el juez lo considera inversor capacitado.
Las entidades financieras son conscientes de que están ante una cuestión reputacional, pero insisten en que se han vendido sobre todo a clientes relevantes. Aunque puede haber casos concretos de venta inadecuada, comentan que son instrumentos para los que hay que colocar una cifra alta, por lo que no se pueden vender a cualquiera.
Los accionistas, los grandes enemigos
El problema de fondo es que en esta crisis habido un desplome total de cotizaciones y mucho titular de preferentes creyó que esos productos no perdían nunca. Ahora, cuando reclaman su dinero a las entidades, se encuentran con que sus principales enemigos son los accionistas de dichas entidades, que sufren la caída de la cotización y a su vez sienten que el dinero que reclaman los titulares de las preferentes es dividendo que se les evapora. Consideran que darles el capital es un trato de favor en detrimento de ellos.
La regulación ha fallado una vez más. Estos productos fueron aprobados sin el menor problema por las autoridades económicas, aunque a finales de año ya se percataron del problema. En aquellos momentos, las entidades estaban recomprando las preferentes a los clientes que querían vender al valor nominal de inicio, a pesar de que en el secundario cotizaban por debajo del 50%. Como había tanta demanda, no tenía tanta importancia, aunque fue entonces cuando Julio Segura se dio cuenta de que ahí había una bomba de relojería que ha terminado por estallar. En noviembre, advertia que era una mala práctica que un banco revendiera preferentes a un cliente "a un precio superior al del mercado".
Ahora, aunque ha advertido en febrero que no quiere canjes por cocos, lo cierto es que las entidades financieras siguen pensando en ello.