“Vaya día que llevo”. Así arrancó ayer Jesús Terciado su ponencia en el Hotel Meliá de Madrid. El presidente de la patronal que representa a los pequeños y medianos empresarios (Cepyme) acababa de dejar la Junta Directiva de CEOE y se le notaba el resuello. Pero la fatiga no venía de CEOE ni de Cepyme: probablemente, venía del embrollo que Terciado tiene montado en Cecale, la patronal castellano-leonesa que todavía preside.
Un lío de los gordos que amenaza con amargarle junio y lo que queda de mayo. Como ya anunciara, Terciado dejará la presidencia de Cecale dentro de un mes –con motivo de las elecciones del 21 de junio- para volcarse en Cepyme, su verdadero escaparate. Pero su despedida no será el camino de rosas al que aspira todo presidente saliente; más bien, sus cinco años al frente del empresariado de Castilla y León se cerrarán con una guerra a cara de perro entre el bando oficial y el sector crítico, abanderado por el presidente de la patronal salmantina Confaes, Juan Antonio Martín Mesonero. Una batalla que contiene denuncias descalificaciones, expulsiones e incluso un “asalto” a la sede de Cecale en Valladolid, según fuentes interesadas.
Lleva tiempo Mesonero disparando contra todo lo que huela a Terciado: el martes Confaes emitió un comunicado en el que revelaba tener conocimiento de “irregularidades que ponen en riesgo la viabilidad económica de Cecale”. Esa información se obtuvo, al parecer, de forma poco heterodoxa: Mesonero, otra persona de su confianza y un notario irrumpieron sin previo aviso en la sede de la patronal castellano-leonesa. Terciado, que se encontraba de misión comercial en Colombia, calificó la intrusión de su rival como “falta gravísima” porque, según el presidente de Cepyme, la obtención de información se logró “presionando al personal”.
División interna
Terciado reaccionó. Defendió la “transparencia” de su gestión, avalada, agregó, por un informe de Deloitte. “Lo que no tiene un pase es que alguien venga a llevarse información aprovechando que no estábamos”, remarcó. Y entonces contraatacó con todas sus fuerzas: convocó el mismo martes con carácter de urgencia al Comité Ejecutivo. Por diez votos contra tres, el órgano adoptó, primero, un procedimiento interno para investigar el caso. Después, el comité aprobó una carta oficial de reprobación a Mesonero. Esta segunda votación retrató la división de Cecale: siete votos contra seis.
Finalmente, llegaron las purgas. Dos históricos asesores jurídicos (Carlos Parra y Sofía de Andrés) han sido suspendidos “cautelarmente” y no pueden acceder a la sede de la patronal. Las razones de esta limpia son extrañas, y se deben, al parecer, a que ambos técnicos se plegaron a la petición de información de Mesonero y los suyos en el momento del asalto al edificio. Por otro, Terciado busca la vía para echar a Mesonero, algo que no está claro que vaya a ocurrir. El último mes del secundario de Juan Rosell al frente de Cecale puede convertirse en su periodo más desagradable.