"Sus conductas, junto a atentar a los más elementales deberes con la entidad, por cuyo patrimonio tenían que velar desde su máxima autoridad, crearon una situación de riesgo potencial de distracción de fondos de la caja". Son apenas tres líneas de una sentencia de 259 páginas, pero describen a la perfección los motivos que han llevado a la Audiencia Nacional a decretar penas de prisión para Miguel Blesa y Rodrigo Rato. Seis años para el primero, y cuatro años y medio para el exvicepresidente del Gobierno.
La sentencia derriba uno a uno todos los argumentos esgrimidos por las defensas de los 65 acusados durante los cuatro meses que duró el juicio. Considera especialmente grave que aquellos que tenían el deber de proteger los intereses de Caja Madrid, se enriquecieran a costa de ella. "La prueba practicada pone de manifiesto que uno y otro lejos de cuestionar a qué respondía la emisión de las tarjetas corporativas que posibilitaron la salida ilícita de fondos de la entidad, se rindieron a una práctica que dilapidaba el patrimonio gestionado", expone la sentencia.
Otro de los dardos contra Blesa y Rato llega con motivo del intento de los dos expresidentes de derivar responsabilidades a alguno de los directivos que trabajaba con ellos. "No se trata tampoco de hacer recaer en responsables de otras áreas, tal, la fiscal, los condicionamientos de las tarjetas [...]. Por encima de todos, se encuentran los presidentes ejecutivos, los dos acusados en este procedimiento que ostentaron dichos cargos al frente de las entidades Caja Madrid y Bankia y de cuyo patrimonio no eran sus dueños sino sus máximos gestores", añade la Audiencia.
Blesa y Rato no eran los dueños de Caja Madrid, sino sus máximos gestores", critica la sentencia
En el caso de Rato, la sentencia se ensaña en distintos puntos de la sentencia: "No se trata de que cuando llegase a la presidencia de Caja Madrid no se le contase el paquete retributivo de los órganos de gobierno, se trata de que era sabedor, siendo de conocimiento público, y más para quien ha ostentado cargos públicos relevantes en materia económico, que conforme a las disposiciones legales, los miembros de los órganos de gobiernos de las Cajas de Ahorros, a lo largo de su existencia no han percibido más remuneración que por el concepto de dieta".
La Audiencia va en este escrito derribando punto por punto los argumentos de los abogados defensores, como el intento de invalidar la principal prueba: el Excel donde figuraban los gastos de cada uno de los 65 acusados.
Era más suculento no despejar la realidad que se les presentaba por el beneficio que le reportó durante años la tarjeta"
"No se trata, como se dijo por los Sres. Blesa y de Rato, y varios acusados secundaron, de que Caja Madrid fuera una entidad milenaria y por tanto solvente e imperando el principio de confianza, de ahí que no se plantease nada teniendo en cuenta que ningún área u órgano interno ni externo opusiera reparo alguno ni que en veintitrés años nadie hubiera suscitado cuestión alguna", expone la sentencia en referencia al argumento de que no quitaron las tarjetas black pensando que eran legales.
Durante el juicio, también usaron la estrategia de cargar contra el presidente de Caja Madrid previo a Blesa, Jaime Terciero. La Audiencia despacha el asunto dando a entender que no está para juzgar el pasado, aunque insinúa que las tarjetas de Terceiro ya podían ser contrarias a la ley. Aun así, fue con Blesa, a partir de 1996, cuando se descontrolaron. Y con Rato, a partir de 2010, cuando iniciaron su última fase. No porque Rato quisiera quitarlas, sino por el rescate de Bankia y su salida de la entidad.
Resto de condenados
Sobre el resto de condenados, la Audiencia deja claro que no pueden desvincularse del caso alegando desconocimiento o falta de preparación: "Eran sus destinatarios, como bien dijo el letrado del Sr. de la Torre, economistas, inspectores de Hacienda, ex Secretarios de Estado de esa rama o de Comercio; a lo que hay que añadir, ingenieros, empresarios, licenciados en derecho y, que para el caso de no contar con formación profesional, la suficiente para efectuar aquella confrontación, con lo que, todos sabían de la ilicitud de sus comportamientos".
"Era más suculento no despejar la realidad que se les presentaba en cada ocasión que usaba la tarjeta, por el beneficio que le reportó durante años a cada uno de los acusados, eso es otra cuestión", sentencia la Audiencia.