Los datos oficiales de afiliación y paro de julio han sido mejores de lo esperado gracias a las expectativas que generó la finalización del estado de alarma a finales de junio y al rebote laboral en las tres primeras de julio en el sector servicios y en particular en la hostelería. Es decir, se ha producido un cierto efecto de euforia porque daba la sensación de que ya se había salido de la crisis de la pandemia a la espera del devenir del otoño.
Estos datos, ERTEs aparte, habrían sido espectaculares si no se hubiera producido el rebrote del virus, detectado en la última semana del mes, metiendo el miedo en el cuerpo a muchas actividades relacionadas con el turismo y la hostelería. Así, hasta el 23 de julio (jueves) la variación neta de afiliados entre altas y bajas era positiva en 355.561 nuevos empleados. A partir de esa fecha, el saldo empezó a deteriorarse. Y, en los últimos cinco días laborables de meses, es decir, del 27 de julio al 31 de julio, se despidieron a 494.717 trabajadores frente 303.936 altas. Por tanto, la variación neta de afiliados en este período fue negativa en -190.778 y de -177.982 sólo en último día, que cayó en viernes (el día más proclive a los despidos y sobre todo por ser fin de mes).
En la estadística se puede observar que ha habido jornadas de más de 300.000 altas (el primero del mes) y de 152.000 el 13 de julio, por ejemplo, pero nueve de los 23 días laborables del mes registraron una variación neta negativa (más bajas que altas). Todo esto demuestra que el grado de expectativas creado durante casi todo el mes de julio se han trocado en cierta desesperanza en los últimos días.
Como consecuencia del rebote que siempre se produce sobre los meses precedentes cuando se procede de fuertes ajustes, la afiliación media creció en 161.217 frente a, por ejemplo, los 15.514 en el mismo mes de 2019. Se trata del alza más importante en julio desde 2005. Y, aunque la calidad contributiva de estas nuevas cohortes es muy baja (empleo de baja calidad), el número de cotizantes se situó en 18.785.554 frente a los 19.250.229 que había en febrero. Por tanto, todavía hay 474.675 cotizantes menos que antes del inicio de la pandemia, cifra que se aproxima a los 700.000 si computamos los efectos desde el 12 de marzo, el día laboral anterior al decreto de confinamiento.
En términos anuales, ahora hay 747.657 cotizantes menos que hace un año (es el peor registro en este mes desde 2009) en que precisamente la Seguridad Social consiguió el récord de 19.533.221 afiliados. Por sectores, el mayor empuje los registra la hostelería, con casi 67.000 cotizantes nuevos frente a los 29.000 en el mismo mes del año pasado, y las actividades administrativas (34.000 ahora frente a 15.000 en julio de 2019). Llama la atención el exponencial decrecimiento en la educación, que es habitual en estos meses de verano (los profesores son despedidos para que los centros se ahorren cotizaciones). Se anota una caída de 109.000 afiliados frente a los 82.000 en julio del año pasado. Significa que los ERTES en este sector se están tramitando ya como despidos.
En cuanto a los datos de afiliación diaria, la afiliación aumentó en 189.577 hasta los 18.673.847. Desde febrero, el número de puestos perdidos es de 606.000 y supera los 670.000 desde el 12 de marzo.
En esta estadística, y en la de paro, no aparecen los trabajadores en situación de ERTE. Siguen hibernados. De todas formas, a la espera de lo que suceda en agosto, ya se han incorporado a sus puestos dos de cada tres empleados. Aun así, quedan en suspensión más de 1,1 millones, la mitad de los cuales son trabajadores de bares (205.358), de comercio al por mayor y por menor (169.831), servicios de alojamiento (142.982), y educación (47.353).
Un dato preocupante de la información facilitada por los ministerios de Trabajo y de Seguridad Social es que en junio, últimas cifras disponibles, siguió la sangría de empresas con Código de Cuenta de Cotización a la Seguridad Social. Lo que demuestra que la situación dista aún mucho trecho de la anterior a la pandemia. Entre mayo y junio han desaparecido unas 16.000 empresas, cifra que se eleva hasta 91.636 (-6,15%) desde febrero y a 132.093 (-8,63%) respecto a la situación de hace un año. En número, las que más desaparecen son las que menos trabajadores tienen. Pero, en términos relativos caen un 6,2% las empresas con plantillas entre 101 y 500 trabajadores (hay casi un millar de empresas menos desde febrero) y también desaparecen un 3,3% (80 sociedades) con más de 500 empleados.
Una estadística poco fiable
La estadística del paro sigue siendo poco fiable porque los servicios del SEPE están retrasando hasta octubre las citas presenciales y, además, hay muchos trabajadores que desconocen la mecánica online. Por tanto, tampoco son creíbles las cifras del pago en prestaciones. Según el ministerio de Trabajo, el paro bajó en 89.849, la primera cifra negativa desde el inicio del coronavirus. Hace un año, decreció sólo en 4.253. Desde 1997 no se producía una reducción tan importante en este mes, auspiciada también por el rebote laboral, aunque en 2016 se produjo una similar cercana a 84.000. La cifra total de desempleados alcanzó los 3.773.034, que, frente a los 3.246.047 que había antes de la pandemia, da como resultado la existencia de 526.987 parados más de los que había registrados hasta febrero. En términos anuales, el desempleo alcanza a 761.601 personas más (el peor dato desde 2009), un 26% más.
En cuanto a la contratación, creció respecto a los meses anteriores como consecuencia de la activación en una parte sustancial de la hostelería, pero las cifras no tienen nada que ver a la situación anterior al virus. Se hicieron 1.536.122 contrataciones, 376.530 más que en el mes anterior, pero son 643.405 menos que en el mismo mes de 2019.
En el acumulado del año sale que se han hecho 4,3 millones de contratos menos que en los siete primeros meses de 2019. Sólo el 9% de los contratos (141.105) fueron indefinidos y de ellos el 41% (58.018) se formularon a tiempo parcial. En todo caso, se han formalizado 44.608 contratos menos que hace un año, 355.000 menos en el acumulado del año y 26.712 más que en junio pasado. En cuanto a los temporales, la contratación se acercó a 1,4 millones, 350.000 más que en junio, pero se han realizado casi 600.000 menos que en julio de 2019 y unos cuatro millones menos respecto al acumulado del año anterior.
Agosto suele ser otra cosa distinta en el endeble mercado laboral respeto a julio, un mes totalmente benigno para el modelo de crecimiento económico español. Pero, si este año se añade la incertidumbre de otra segunda ola de la pandemia, la estadística podría ser incontrolable.