El Banco Central Europeo ha aprobado un mecanismo de rescate para países como España que, según su comunicado, "no contempla límites cuantitativos por adelantado". Sin embargo, los cálculos internos de la entidad sí estiman dónde puede estar el tope de ese rescate. Según fuentes de la entidad, las primeras semanas serán de estampida compradora por parte del BCE (en su primer plan de apoyos en 2010 gastó 16.500 millones en comprar deuda pública en los primeros siete días). Sin embargo, tras la primera euforia, las compras de deuda soberana pueden rondar los 3.500 millones semanales, según han revelado a Vozpópuli fuentes del Banco de España.
Ese flujo contiene dos grandes "peros" para España: el Gobierno Rajoy deberá pedirlo y, además, deberá compartirlo. España e Italia (cuando lo soliciten) deberán compartir esos fondos con países que tendrán acceso automático a ese programa porque ya están en condiciones de rescate. Dicho de otra manera, Grecia, Irlanda, Portugal y Chipre se llevarán una parte importante de los nuevos apoyos. Según los cálculos del BdE, en dinero eso significa que España podría recibir un 19% de los nuevos fondos emitidos, es decir, unos 700 millones de euros semanales o unos 2.400 millones al mes cuando el sistema de bombeo se estabilice.
Públicamente, nadie ha querido poner cifras al tamaño final del rescate, aunque las líneas de crédito anteriores hablaban de apoyos por valor de hasta el 10% del PIB de los países rescatados. Para España eso significaría disponer de hasta 100.000 millones de euros de manos del BCE. Sin embargo, oficialmente, el Presidente de la entidad, Mario Draghi, se limitó a asegurar que "el tamaño será el adecuado para cumplir nuestros objetivos".
Un mecanismo con marcha atrás si Rajoy incumple la "estricta condicionalidad"
Según esas mismas fuentes, el mecanismo de bombeo a economías como la española contempla la posibilidad de un enorme castigo si se incumple la "estricta condicionalidad". El BCE no sólo tiene capacidad de comprar deuda española sino que, además, podrá venderla en caso de que el gobierno de Rajoy incumpla lo que se le exija. En la práctica, coinciden diversos analistas, esa amenaza puede resultar difícil de ejecutar puesto que puede provocar un pánico en el mercado. Sin embargo, en teoría, esa amenaza estará siempre sobre la mesa y su impacto puede ser brutal.
El nuevo mecanismo podrá comprar deuda española pero también venderla si el Gobierno incumple la "estricta condicionalidad impuesta"
Pese a que el BCE no publica cuánta deuda ha comprado ya de cada país,las estimaciones internas de fuentes de la entidad hacen el siguiente reparto: 103.000 millones en deuda italiana (un 43% del total), 50.000 millones de Grecia (un 21% del total), 41.000 millones de deuda española (un 17% del total), 25.000 millones de deuda portuguesa (un 11% del total) y 18.000 millones de Irlanda (un 8% del total). Si el BCE decidiera vender su deuda española, la prima de riesgo podría dispararse de manera inmediata. El resultado final es, pues, el de que el BCE tiene en todo momento el dedo sobre el gatillo.
El BCE aumentará la exposición de su balance a la deuda española
El BCE está dispuesto a aumentar su exposición al riesgo soberano de España pero lo hace de manera "esterilizada", es decir, vendiendo otros activos para no aumentar la cantidad de dinero en circulación y, en último término, la inflación. Por ese motivo, el peso de la deuda española en el balance del BCE puede saltar del 17% actual hasta quedar por encima del 20%, según sus cálculos internos.
Esa mayor exposición ha sido objeto de críticas contundentes por parte del Bundesbank que ayer mismo mostró su oposición a la medida en el Consejo del Banco Central, describiendo esa posibilidad como el "equivalente a financiar a los gobiernos mediante la impresión de billetes de banco". Draghi recuerdó que este no es el plan Draghi sino el de la amplia mayoría del BCE pero el divorcio con el sector alemán dentro del regulador está ya consumado.
A la tercera puede ir la vencida
El plan del BCE para sofocar las llamas en la eurozona es el tercero que el banco central despliega.
El primero se aprobó en mayo del año 2010, cuando el BCE comenzó la compra de bonos de Grecia, España y Portugal. En aquel momento gastó 16.500 millones de euros sólo en la primera semana de despliegue del cortafuegos. Aquel plan provocó la salida del entonces presidente del Bundesbank, Axel Weber. Weber anunció su oposición al mismo apenas horas después de que se anunciara y presentó su renuncia al cargo varios meses después.
El segundo programa se lanzó en 2011. Tras cuatro meses de pausa en las compras iniciales, el BCE tuvo que volver a comprar deuda para evitar el contagio de la crisis griega a España e Italia. Entonces se amplió la compra de bonos. Después de recibir la primera ayuda, Italia dio marcha atrás en sus promesas de reformar las pensiones. Eso explica que, desde entonces, se busquen mecanismos de "estricta condicionalidad" que acompañen a los rescates para evitar la marcha atrás de los países auxiliados.
El tercer intento llega ahora, tras casi un año sin compra de deuda pública española e italiana y con sus primas de riesgo en máximos históricos.