Las múltiples crisis energéticas que protagoniza el mundo globalizado ponen frecuentemente sobre la mesa el concepto de eficiencia energética como un objetivo prioritario. Vehículos, industrias e incluso edificios más eficientes. Pero muchos se preguntan: ¿hay cifras que justifiquen la puesta en marcha de políticas y normativas al respecto? Los balances de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) no dejan lugar a las dudas. Los esfuerzos se traducen en resultados más que tangibles.
El último informe del organismo multilateral sobre la materia, referente al año 2015, arroja datos más que interesantes. La eficiencia energética ha mejorado un 14% de media cada año, desde 2000, en los países que forman parte de la AIE. Una cifra que se traduce en un ahorro energético, solo en 2015, de 450 millones de toneladas de petróleo equivalente. Para hacerse una idea de la magnitud de esta referencia, sería una cantidad de energía suficiente para abastecer un país como Japón durante todo un año.
Pero, ¿cuál ha sido el resultado económico de este ahorro? Los cálculos de la AIE apuntan a que el gasto en energía durante 2015 se ha reducido en 540.000 millones de dólares, gracias sobre todo a la aportación de las políticas de eficiencia energética en edificios e industrias.
De hecho, la eficiencia energética se ha convertido en un enorme mercado que va camino de robarle protagonismo al de la generación. Para muestra, la inversión en eficiencia durante 2015 se ha ido hasta los 221.000 millones de dólares, lo que ha supuesto un incremento del 6% en relación con el año anterior. Pero hay más: la inversión en eficiencia energética fue durante 2015 dos tercios mayor que la destinada a generación convencional.
Para evaluar el tamaño que está adquiriendo la industria de la eficiencia energética, la AIE pone de manifiesto que las empresas que proporcionan servicios relacionados con esta materia generaron ingresos de 24.000 millones de dólares durante 2015. Sólo en EEUU, la facturación por este concepto fue de 6.400 millones.
A pesar de la magnitud de estas cifras, el organismo internacional considera que aún queda mucho por hacer. Y en este sentido hace especial mención a la aportación de China, en tanto en cuanto es el país en el que se ha registrado un mayor incremento de la ratio que relaciona la energía utilizada con el Producto Interior Bruto (PIB). El crecimiento del gigante asiático en este capítulo ha sido del 30% en los últimos 15 años.
Desde 2006, las inversiones de China en eficiencia energética han superado los 370.000 millones de dólares. El ahorro generado por la implantación de estas políticas equivale al suministro total de energía renovable en el gigante asiático.
Sin embargo, la AIE constata que el peso energético en el PIB chino todavía es demasiado elevado, en torno a un 50% por encima del registrado de media en los países de la OCDE. El actual plan quinquenal del Gobierno chino contempla inversiones adicionales de 270.000 millones de dólares en eficiencia energética, lo que debería situar al gigante asiático a la vanguardia de esta nueva industria.