El ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, afronta una de las peores legislaturas que se recuerdan en lo que al ferrocarril se refiere. Arrancó la misma con la liberalización del tren en su punto caliente, con Ouigo e Iryo apretando los precios de los billetes, y con un incremento inédito de las averías en las infraestructuras, a las que se han sumado las detectadas en los trenes Talgo Avril (denominados técnicamente S106) en los últimos meses. Hasta seis al día se han llegado a sufrir.
El pasado 19 de octubre se producía el descarrilamiento de un tren que era remolcado por otro hacia la base de Renfe en Fuencarral, en Madrid, desde La Sagra (Toledo). Había sufrido un problema y debía ser trasladado al taller para su reparación. El convoy afrontaba la subida hacia Chamartín pero el motor de la unidad remolcadora no pudo en un primer momento superar la gran pendiente que registra la vía en esa zona.
La situación que se vive en Valencia, con núcleos urbanos arrasados por la riada y el transporte ferroviario entre Madrid y la capital del Turia interrumpido, ha hecho que los planes de retirada de la unidad descarrilada en Chamartín se vean notablemente ralentizados"
La decisión fue dar marcha atrás para tratar de coger de nuevo velocidad, pero el tren averiado se separó del principal y se precipitó cuatro kilómetros hasta que descarriló a metros de profundidad del Jardín Botánico. Una información detallada en los audios de uno de los técnicos de control de Adif publicados en exclusiva por Vozpópuli.
Poco después del incidente se comunicó que Adif y Renfe comenzarían la retirada del tren durante las noches y los fines de semana. El objetivo era no interrumpir el tráfico ferroviario -la vía en paralelo a la del descarrilamiento está operativa y no hay problemas significativos en el servicio-, pero lo cierto es que más de 15 días después no hay movimientos en la zona y el tren continúa exactamente en el mismo lugar en el que quedó inmovilizado tras el accidente. Así lo atestiguan hasta tres fuentes distintas consultadas por este diario que han visitado el lugar del suceso.
El Ministerio de Transportes, con Óscar Puente al frente, se encuentran volcados con todo lo que tiene que ver en Valencia. Su objetivo es trabajar para restablecer la normalidad en la ciudad cuanto antes.
La DANA ha trastocado los planes
La retirada del tren es una tarea ímproba. "Es un esfuerzo técnico y logístico sin precedentes en el ámbito ferroviario", explicó Renfe en un comunicado la semana pasada.
El túnel que une Atocha con Chamartín tiene una longitud de 7,3 kilómetros. La extracción del tren, que Adif y Renfe establecieron se hiciera por piezas, supone muchos operarios trabajando en desmontar las piezas y trasladar las mismas a través de las vías mediante unidades ferroviarias de menor tamaño pensadas a tal efecto.
En el comunicado se informaba de este extremo -su retirada por piezas-, pero además se aseguraba que se haría a la mayor brevedad posible, cosa que de momento no ha sucedido. Fuentes oficiales de la compañía explican a preguntas de este diario que desde Renfe se sigue ultimando el plan de retirada con el fin de garantizar que no afecte al servicio y que se lleve a cabo en máximas condiciones de seguridad del personal involucrado y de la infraestructura.
La situación que se vive en Valencia, con núcleos urbanos arrasados por la riada y el transporte ferroviario entre Madrid y la capital del Turia interrumpido, pero también afecciones en el transporte por carretera y los autobuses, ha hecho que los planes de retirada de la unidad descarrilada en Chamartín se vean notablemente ralentizados. El Ministerio de Transportes, con Óscar Puente al frente, se encuentra volcado en todo lo que tiene que ver con la situación que se vive Valencia. El objetivo es trabajar para restablecer la normalidad en la ciudad cuanto antes en lo que afecta a su ámbito de actividad.