Lo dijo Luis de Guindos en el Congreso cuando todavía era ministro de Economía: Banco Popular era un banco zombi. La cuestión, para el debate, es desde cuándo. Sobre todo porque la entidad realizó dos grandes ampliaciones de capital entre 2012 y 2016, a las que acudieron clientes y pequeños inversores, que perdieron su dinero con la resolución del pasado mes de junio. Y estos accionistas pueden preguntarse con razón si se sabía que era un banco zombi, por qué se permitió que captara su dinero para dar una patada hacia delante al problema.
El gobernador del Banco de España, Luis María Linde, avivó ayer las llamas de esta polémica ayer martes en el mismo foro que De Guindos, en la Comisión de la crisis del Congreso. Lo hizo con dos afirmaciones que siembran dudas sobre el estado de Popular antes de las dos ampliaciones.
"Uno se pregunta si fue buena o mala decisión [permitir a Popular evitar el rescate en 2012]. Es verdad que salió adelante, pero no fue suficiente. Esto se ve ahora, pero fue una mala decisión". Ni más ni menos que un gobernador del Banco de España reconociendo que Popular andaba ya muy justo en 2012, cinco años antes de su resolución, y antes de la ampliación de 2.500 millones de euros.
Una de sus manos derechas en el regulador, el exdirector de Supervisión, Mariano Herrera, señaló la semana pasada que los problemas venían incluso de más atrás: en 2009.
Primera patada hacia delante
Sea como fuere, Linde explicó ayer que el regulador aprobó en 2012 el plan de capitalización de Ángel Ron, consistente en la ampliación de 2.500 millones; ventas de activos con plusvalías por valor de 500 millones y un plan de saneamiento de 12.800 millones a tres años.
Según el relato de Linde, Popular transcurrió 2013 "no mal, bien" y pasó el examen de la banca europea de 2014 de forma "aceptable, pero no brillante".
La situación de la cartera inmobiliaria de Popular empeoró a comienzos de 2015, justo cuando cogió el timón de la supervisión el BCE, según Linde
Fue entonces -finales de 2014- cuando el Banco de España cedió el testigo de la supervisión de Popular al BCE. Y -casualmente o no- fue entonces cuando empeoraron las cosas: "Se empezó a apreciar un deterioro considerable en la cartera de activos adjudicados", heredados de la burbuja inmobiliaria.
Pasó un año y la situación siguió empeorando, según Linde, hasta que en 2016 el BCE "presionó" para que se hiciera la segunda ampliación de capital. Aunque matizó el gobernador: "No sé si presionar, instó, aconsejó...". Algo que pone en una situación incómoda al BCE.
El gobernador reconoció que la ampliación se quedó algo corta por factores incontrolables -cláusulas suelo y Targobank- e insistió en que, a pesar de las dificultades, Popular siempre cumplió los requisitos de solvencia. El resto es historia. Y para Linde es una historia relativamente lejana, ya que fue el BCE quien tenía las manijas -incluida la de la liquidez- y la JUR quien decidió el método de resolución. Pero la cuestión no es cuál fue el médico que certificó la defunción, sino con quién se convirtió en zombi.