En octubre del pasado año, el Gobierno aprobó limitar el montante de las aportaciones que se pueden realizar a planes de pensiones individuales con derecho a deducciones fiscales hasta un máximo de 2.000 euros anuales, en lugar de los 8.000 euros que estaban vigentes hasta 2020. El argumento esgrimido por el Ejecutivo fue que las deducciones no resultaban eficaces para generar ahorro a largo plazo y sólo beneficiaban a las rentas más altas. El mismo por el que ha vuelto a reducirlas para el próximo ejercicio a 1.500 euros.
En los diez primeros meses del año, las aportaciones realizadas a los planes de pensiones han sumado 2.587 millones de euros, un 17,7% menos que las efectuadas en los mismos meses de 2020 (3.143 millones), según los datos de la patronal Inverco. Ya lo había pronosticado Ángel Martínez-Aldama, presidente de la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensiones, hace un año, cuando destacó que la medida no era acertada cuando estaba (y está) en entredicho el estado de salud del sistema público de pensiones.
Es pronto aún para aventurar la caída de las aportaciones para el conjunto del año, porque faltan los meses en los que se concentra la mayor parte de la captación de dinero, noviembre y diciembre, para aprovechar los beneficios fiscales que acompañan a las aportaciones y que suponen, a falta de una rentabilidad elevada, su mayor atractivo.
En los dos últimos meses de 2020, los españoles aportaron 2.000 millones de euros a sus planes de pensiones, el 36% de todas las inversiones del año (5.561 millones). En 2019, año con el que parece más razonable comparar para evitar el efecto pandemia, contribuyeron con 1.900 millones de euros, un porcentaje similar.
Sólo en el mes de diciembre del pasado año, los planes de pensiones “recaudaron” 1.433 millones de euros, el 25% del total del año; en 2019, la cifra alcanzó lo 1.408 millones, el 26,5%, según las cifras publicadas en su momento por Inverco. El hecho de que en el mes de octubre se hayan aportado apenas 179 millones, un 35,6% menos que los 278 millones del mismo mes de 2020 o los 275 millones de octubre de 2019, hace prever un fuerte descenso en el cómputo global 2021.
Un total de 2,9 millones de personas realizan aportaciones anuales a sus planes de pensiones, según los últimos datos que figuran en la Memoria de la Agencia Tributaria. Representan el 13,75% de todos los que efectúan declaración por el IRPF. La aportación media es de 1.870 euros, para un total cercano a los 5.400 millones.
La participación en planes de pensiones está íntimamente relacionada con la capacidad adquisitiva de los contribuyentes (ahí no le falta razón al Eejecutivo), pero también con la cultura financiera de los ciudadanos. No es casualidad que los contribuyentes de Madrid sean los que más dinero aportan de media a esta modalidad de ahorro a largo plazo, 2.303 euros anuales, por delante de los de La Rioja (2.231 euros), Cataluña (2.015), Aragón (1.993) y Castilla y León (1.867). En las grandes concentraciones urbanas (por encima de los 500.000 habitantes) las aportaciones medias son más altas (2.407 euros anuales), que en los municipios más pequeños, los de menos de 1.000 habitantes, (1.440 euros).
Los registros más bajos se dan en Canarias (1.300 euros), Extremadura (1.464) y Andalucía (1.568). Por debajo de la media nacional están aún Murcia, Castilla-La Mancha, Galicia, Baleares, Asturias, Cantabria y la Comunidad Valenciana. País Vasco y Navarra quedan fuera de esta clasificación al tener sus propios regímenes tributarios.
Con los últimos datos de Inverco, en España, algo menos de 9,4 millones de personas son partícipes de planes de pensiones, que disponen de un patrimonio, a cierre de octubre pasado, de 87.978 millones de euros, aunque apenas un tercio realiza aportaciones anuales. El recorte fiscal aprobado por el Gobierno el pasado año ha reducido en 100.000 su número en los últimos doce meses. La falta de su principal atractivo, la deducción fiscal, hace que los planes de pensiones sean menos interesantes como fórmula de ahorro/inversión en tiempos de tipos de interés cero.
Desde que en 1987 se regularan las condiciones de los planes de pensiones por primera vez, el importe máximo de las aportaciones que pueden beneficiarse de deducciones fiscales ha sido el caballo de batalla de todos los Gobiernos, fueran del signo que fueran. Sólo Mariano Rajoy y Pedro Sánchez se han atrevido a reducirlo.
La primera normativa permitía deducirse en la declaración de la renta un máximo de 500.000 pesetas (3.000 euros), que Felipe González elevó a 750.000 pesetas (4.200 euros) en 1992. En tiempos de José María Aznar, el tope subió a 1.100.000 pesetas (6.600 euros) en 1998, primero, y después, en 2003, a 8.000 euros más 1.250 euros por cada año cumplido a partir de 52, con un tope máximo de 24.500 euros.
En 2007, con José Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa, se fijaron los topes en 10.000 euros para las personas con menos de 50 años y en 12.500 euros para los que ya los habían cumplido. En 2014, con Mariano Rajoy, se redujo a 8.000 euros, cantidad que ha permanecido inalterada hasta el pasado año. No es de extrañar que a cierre del año 2010 se alcanzara la cifra récord de partícipes en fondos de pensiones: 10,8 millones.