Hace unas semanas se supo que Cerberus se hacía con Habitat, la división inmobiliaria de Bankia. La semana pasada, que TPG hacía lo propio con Servihábitat, de La Caixa, y ahora se espera que ocurra lo mismo con Altamira, del Santander, por la que pujan 10 fondos de inversión oportunistas.
La peculiaridad de estas operaciones reside en que tanto Cerberus como TPG no se han hecho con los activos, algo que parece lo lógico. Tanto Bankia como La Caixa vendieron sus inmobiliarias previo traspaso de los activos a la matriz. Los fondos sólo han comprado las plantillas y una razón social en el caso de Bankia. Pero los edificios siguen en poder de los bancos, y en sus balances.
Cerberus se ha hecho con 457 empleados. TPG, con 250 y se prevé que quien se haga con el mandato de Altamira asumirá otros 300. En total, 1.000 empleados de banca de cualificación media-alta que salen de plantilla sin el menor coste laboral para las entidades.
Hoy negocia Bankia
Evidentemente, estos fondos no hacen estas operaciones pensando en la sostenibilidad del empleo ni por el bien de España. Para empezar, aplican recortes de inicio a las condiciones de los trabajadores recién llegados. Así lo apuntan fuentes sindicales de Bankia, que indican que hoy mismo comienza la mesa de negociaciones entre la entidad (con la asistencia del despacho Sagardoy y la habitual Marina Mateo) y los trabajadores para intentar delimitar las condiciones en las que se pasarán a manos de Cerberus.
Pero las fuentes aclaran que “los 8 empleados que se incorporan el 1 de octubre a Accenture, del departamento de compras, ya han asumido rebajas salariales”. Pero ese sólo es el primer paso: el segundo e inevitable es el adelgazamiento. Muchos de estos ejecutivos ‘inmobiliarios’ son mayores, con antigüedad y buenas condiciones.
Para los bancos resulta más complicada su salida, en un entorno en el que las prejubilaciones han dejado de ser una solución. Todos han anunciado ERES en estos tiempos, en medio de la lógica conflictividad. Algunos, incluso, se han visto obligados a retirarlos. Traspasando plantilla a fondos buitre, el aligeramiento ya es cosa de otros. “Un ERE encubierto”, denuncian los sindicatos, aunque es cierto que Bankia ya anunció hace tiempo que emplearía el modelo de la externalización de servicios para adelgazar personal. De los 1.500 que planteaba reducir, ya están fuera (o a punto, una vez se llegue a un acuerdo por Habitat), 1.300.
Los fondos, de esta manera, se hacen cargo de la estructura de personal, con el correspondiente descuento de los costes laborales en el precio de la inmobiliaria. A su vez, obtienen la exclusiva de venta de los inmuebles en poder de los bancos, a cambio de una generosa comisión que compense. Por el camino, el aligeramiento de plantilla está cantado.