El consejero delegado de Renault, Luca de Meo, ha lamentado que las empresas automovilísticas europeas están "penalizadas" por el exceso de regulación frente a China y Estados Unidos, que cuentan con estrategias ambiciosas que favorecen la inversión y han apostado en serio por los coches eléctricos.
En una carta abierta publicada este martes dirigida a las instituciones europeas, De Meo critica la "verdadera acumulación de normas y reglas" que prepara el viejo continente, ya que de aquí a 2030 está previsto que se adopten entre 8 y 10 nuevos reglamentos cada año, sin que esté claro cuál será el calendario de aplicación.
Se trata de un entorno que "penaliza" a las empresas europeas, que a menudo se ven obligadas a adaptarse a un ritmo muy ajustado que les obliga a destinar importantes recursos, de hasta un 25% de su presupuesto de I+D.
Frente a esto, China y Estados Unidos han apostado de forma decidida por el vehículo eléctrico, un mercado en el que el gigante asiático no oculta su intención de convertirse en líder mundial.
Para ello, el Gobierno chino habría introducido una serie de normativas para incitar a los fabricantes a mejorar el desempeño de sus modelos y promover sus ventas. Al dejar entrar en el mercado a todas las empresas que lo deseen, también está fomentando una competencia darwiniana entre ellas: las que sobrevivan serán necesariamente muy poderosas.
No en vano, China tiene hoy en día una gran ventaja competitiva en toda la cadena de valor del vehículo eléctrico. Controla el 75% de la capacidad mundial de producción de baterías, entre el 80 y el 90% del refinado de materiales y el 50% de las minas de metales raros.
En Estados Unidos, la Inflation Reduction Act (IRA), que espera reducir las emisiones un 41% en 2040 desde los niveles de 2005 y cuenta con un presupuesto estimado de 137.000 millones de euros, pone el énfasis en los coches eléctricos fabricados en el país, los únicos que pueden optar a las ayudas.
De Meo cree que Europa debe plantar cara a sus dos principales competidores y propone diversas estrategias, como asociar a las 200 mayores ciudades europeas fabricantes de automóviles, crear una "liga de campeones" que penalice a los que no participen o poner en marcha "zonas verdes especiales" como las que ya existen en China.
Desarrollar eléctricos pequeños y baratos
También sugiere fomentar proyectos de cooperación entre fabricantes para desarrollar y comercializar coches pequeños y furgonetas a bajo coste producidos en Europa. Al mismo tiempo, animar a los consumidores a comprarlos mediante bonificaciones y distintas ventajas, como plazas de estacionamiento reservadas, aparcamientos más baratos o puntos de carga reservados.
De Meo ve imprescindible profundizar en la colaboración público-privada, ya que la transición ecológica "es un deporte de equipo" y los fabricantes europeos son a menudo "prisioneros de la lógica del beneficio a corto plazo impuesta por los mercados financieros".
Por el contrario, son necesarias inversiones a largo plazo aunque no haya garantía de retorno de la inversión.
En China, este dilema se resolvió "movilizando todos los recursos, incluidas las instituciones financieras, hacia un objetivo único; y los estadounidenses son los dueños de los ecosistemas (como Silicon Valley) y aseguran la financiación para todos los proyectos.
En Europa, el enfoque sigue estando fragmentado entre diferentes países y diferentes sectores industriales, con las leyes antimonopolio "más estrictas del mundo". Esto ha situado al viejo continente "una generación por detrás en varias tecnologías y sectores económicos", con empresas de mucho menor tamaño que las estadounidenses o chinas.