Supermario ha vuelto al ataque. Se ha rasgado la camisa, ha mostrado la 'S' mayúscula y se ha lanzado a volar cargado con aún más fardos de billetes que, previblemente, verterá sobre los mercados antes del cierre del año. Si la expresión del 'créanme será suficiente' salvó la zona euro, ahora el nuevo motto de moda en la segunda parte de la saga es el 'trabajar y valorar'. Supermario no descansará hasta que haya erradicado de una vez por todas al monstruo de la deflación, el cual ha acampado otra vez en el patio trasero de su casa. Sólo que esta ocasión el monstruo tiene, además, el sello del Made in China.
La economía china se adentra en un periodo de ralentización tras haber incurrido en un exceso de inversión y deuda. Lo cual se ha traducido en una expectativa de precios a la baja. Por un lado, el parón chino lastra la cotización de las materias primas. Y por otro, la menor demanda del gigante y el exceso de capacidad instalada tiran hacia abajo de los precios industriales de toda Asia. Si además se recurre por doquier a las devaluaciones de divisa, el euro se aprecia frente a esas monedas y hace más baratos los productos de los países emergentes, importando aún más deflación.
Esa deflación supone un riesgo para una economía europea todavía convaleciente. El crecimiento real se compone de la suma de la inflación más el avance del PIB. De modo que a menor inflación el crecimiento real es más bajo, dificultando el pago de las deudas. Y eso implica que cualquier shock, por pequeño que sea, podría descarrilar la recuperación y devolvernos a una situación bastante apurada en la que los stocks de desempleo y endeudamiento todavía se encuentran en cotas demasiado elevadas.
Ante las señales de derrumbamiento de los precios, la promesa de Draghi de más liquidez fue acogida con alzas en los mercados. Supermario puede con todo... ¿Seguro? Al margen de los excesos de deuda, los cambios tecnológicos o la competencia global, fijémonos en uno de los factores que en la actualidad más puede estar perfilando la economía: la evolución demográfica.
"Parece posible que una sociedad en la que la proporción de jóvenes sea cada vez menor se volverá peligrosamente poco progresista, siendo relegada por otras comunidades no sólo en técnica, eficiencia y bienestar económico, sino también en el rendimiento intelectual y artístico”, reza un informe sobre la población elaborado en Reino Unido con fecha del año... ¡1949!
Empezando por las teorías maltusianas, parece evidente que los agoreros de las predicciones demográficas han existido siempre. Muchos economistas sostienen que las ganancias en productividad y la tecnología han conseguido y pueden conseguir que se mantengan unos estándares altos de vida incluso si la población envejece. Sin embargo, desconocemos los efectos que pueden generar las generaciones del 'baby boom' combinadas con el hecho de que las personas fallecen cada vez más tarde, un cóctel de factores demográficos que está cobrando una dimensión muy importante y que, a menudo, se hurta de los análisis de coyuntura económica.
En China se estarían incorporando menos trabajadores nuevos, un fenómeno que también podría estar detrás de la ralentización del gigante asiático
Si bien la población mundial sigue creciendo, en muchos países occidentales se está dando una transformación de su estructura demográfica conforme los 'baby boomers' se acercan a la vejez y las nuevas cohortes de trabajadores son menores en número. Algo que, con sus propias particularidades, también está ocurriendo en China.
Veamos qué está sucediendo con la demografía del país que está en el origen de las últimas turbulencias económicas. A continuación, les ofrecemos la estructura de la población china según el censo de 2010. Como se puede apreciar, la política de un solo hijo ha tenido un impacto sobre la base de la pirámide. A partir de los quince años se percibe un claro achatamiento. Sólo que en 2015 esa primera cohorte más estrecha tiene ahora 20 años y se está incorporando al mercado laboral con unas consecuencias difícilmente mensurables. A fin de conseguir el crecimiento económico, la fórmula es fácil: o trabaja más gente, o se trabajan más horas, o se gana en productividad. Pero en China se estarían incorporando muchos menos trabajadores nuevos, un fenómeno que también podría estar detrás de la ralentización del gigante asiático. Aunque la población china sigue al alza porque los mayores fallecen mucho más tarde, la población activa no se repone como antes. A medio y largo plazo, de este gráfico se desprende que China corre el riesgo de acabar siendo vieja antes que rica.
En la zona euro, sólo Francia se está salvando por el momento de estos estragos. De acuerdo con diversas proyecciones, se espera que Italia reduzca su fuerza laboral un 30 por ciento en los próximos 40 años. Y Alemania cerca de un 20 por ciento. En España, la parte baja de la pirámide no es muy distinta de la china. De hecho, un informe del INE destaca que en el periodo 2011-2014 el colectivo entre los 16 y 64 años se desplomó en unas 750.000 personas, mientras que la franja de 65 o más años engordó en unos 400.000 individuos. Cada trimestre se jubilan en España cerca de 80.000 efectivos sin que éstos lleguen a reponerse por completo. Y una parte de la caída en población activa puede achacarse a estas dinámicas. En opinión de los expertos consultados, semejante contracción de la fuerza laboral podría detraer más de un punto de crecimiento al año. De hecho, el propio Banco de España ha alertado de que el crecimiento potencial de la economía se ha recortado desde una media del 3 por ciento al entorno del 1,25 por ciento, en gran medida por la evolución de la población. Supermario tiene muy complicado luchar contra eso.
Pero ahí no queda la cosa. Un documento del servicio de estudios de La Caixa alertaba la semana pasada sobre las repercusiones del 'baby boom' sobre la economía, una generación mucho más poblada que en la mayor parte del mundo occidental comprende a los nacidos entre 1946 y 1964 pero que en España recoge a los nacidos entre 1955 y 1979.
Al aproximarse a la edad de jubilación, los 'baby boomers' han estado ahorrando en masa, generando una sobreoferta de dinero que puede haber provocado una caída de los tipos de interés del orden de hasta dos puntos según un estudio de Barclays. Mezclado además con la política de los países asiáticos de acumular reservas tras las fugas de capitales sufridas en los noventa, eso creó un mar de liquidez tal que alimentó la madre de todas las burbujas.
Al aproximarse a la jubilación, los 'baby boomers' ahorran en masa, generando una sobreoferta de dinero que puede haber provocado una caída de los tipos de interés de hasta dos puntos. Cuando tomen sus ahorros para jubilarse, podrían revertir el proceso y subir los tipos reales hasta el 3%
Y por más que ahora se inunde el mercado con liquidez, de poco sirve para activar la economía real porque los 'baby boomers' lo ahorran. La demanda no se estimula y ello desalienta la inversión real, lo que a largo plazo socava la productividad. Y todo ello conduce a un estancamiento de la economía que se ve empeorado por la incorporación de unas hornadas de trabajadores más pequeñas. Poco puede hacer la política monetaria de Draghi contra esto. Las nuevas inyecciones de liquidez tan sólo consiguen mantener el precio de los activos financieros, fomentando la inversión financiera en lugar de la productiva.
Sin embargo, ¿qué ocurrirá en los próximos años en tanto se vaya jubilando el grueso del 'baby boom'? En principio, al retirarse deberían recuperar ahorro y gastarlo. A su vez, eso iría disminuyendo esa oferta masiva de dinero existente. El ahorro global podría reducirse hasta en un 25 por ciento, y como consecuencia los tipos de interés reales podrían volver a subir. De acuerdo con las estimaciones mencionadas por La Caixa, para el 2025 podrían situarse en el entorno del 2,5 ó el 3 por ciento una vez los 'baby boomers' hayan consumido buena parte de sus ahorros. Por otra parte, los jubilados tendrían que vender sus activos a unas generaciones más reducidas de posibles compradores, por lo que la presión a la baja sobre los precios debería ser sustancial. Y quienquiera que esté dirigiendo la política monetaria para entonces poco podría hacer frente a ello. El invierno demográfico, ese término acuñado por Michel Schooyans, se acerca. Y tan solo las revoluciones tecnológicas, los ciclos migratorios o las reformas que mejoren la productividad podrían paliarlo.