Pedro Sánchez suma un nuevo enemigo a su gestión. Se trata de Juan Lobato, secretario general del PSOE en Madrid. El exalcalde de Soto del Real, que contó con el apoyo del presidente del Gobierno para hacerse con el control del partido en la región en el año 2021, logrando mejorar los resultados electorales frente a la todopoderosa Isabel Díaz Ayuso, ha decidido plantar cara a Sánchez tras los ataques recibidos por la filtración de los datos de la pareja de la líder del PP madrileño. De esta forma, a las puertas del 41 Congreso Federal, que se celebrará este fin de semana en Sevilla, Lobato se une a Emiliano García Page y Javier Lambán, líderes en Castilla - La Mancha y Aragón, y principales quebraderos de cabeza de Sánchez a nivel orgánico.
En los equipos de García Page y Lambán no quieren hacer más sangre de la situación que vive el PSM. "No tenemos por costumbre meternos en líos internos de otros", aseguran fuentes cercanas a ambos barones, consultadas este martes por Vozpópuli. Pero la realidad es que este viraje de Lobato, considerado durante mucho tiempo un hombre cercano al jefe del Ejecutivo, es visto como una oportunidad por parte de los dos dirigentes que hasta ahora han llevado la voz cantante en las críticas contra Sánchez. En los últimos meses, con cuestiones como la de la financiación singular para Cataluña, el líder del PSM se había ido acercando a sus postulados. Pero lo ocurrido este inicio de semana, explican en Toledo y en Zaragoza, le convierten en "un aliado".
Aunque Page (56), Lambán (67) y Lobato (40) tienen muy poco en común, tanto a nivel generacional, como también orgánico, ya que los dos primeros han probado el poder liderando sus gobiernos y el madrileño ni tan siquiera ha podido liderar la oposición, lo cierto es que a los tres les une haber sido arrinconados por parte del secretario general del partido. Los líderes en Castilla - La Mancha, Aragón y ahora Madrid, son considerados "las bestias negras" del sanchismo. No los llegan a catalogar de amenaza, ya que en opinión de Moncloa "no tienen nada que hacer", pero sí hablan de ellos como un factor desestabilizador en un momento de máxima debilidad interna para el presidente. Tal vez el más complicado desde que retornó a la planta cuarta de Ferraz, en 2017.
Tanto Page, como Lambán, y en buena parte también Lobato, aunque con la diferencia de que a diferencia de ellos solo lleva tres años al frente del PSM, tienen controladas gran parte de sus federaciones. Por lo que su opinión y sus posiciones, más aún ante un proceso congresual como el que vive el PSOE, tienen incidencia en el buen desarrollo de la vida orgánica. En el caso del todavía líder del PSM, con una vida política más larga que la de sus dos colegas manchego y aragonés, hay quienes consideran que incluso puede liderar una alternativa real al actual hiperliderazgo de Pedro Sánchez. Uno de sus principales problemas, para tratar de erigirse como relevo del secretario general, es que no ha tocado poder a nivel autonómico.
Moncloa exige su dimisión
Juan Lobato será, salvo un giro de guion de último minuto, secretario general del Partido Socialista madrileño hasta el próximo mes de enero. Por tanto, este próximo fin de semana, el encargado de liderar la delegación del PSM en el 41 Congreso Federal. Moncloa y Ferraz, que consideran su visita al notario y las posteriores declaraciones rechazando dimitir, un "desafío" a la Ejecutiva Federal, le exigen que dimita. Que renuncie a sus cargos y que ni se deje ver por Fibes, el Palacio de Congresos y Exposiciones de Sevilla, que acogerá el cónclave socialista.
Ni Pedro Sánchez ni nadie, por mucho que se estén revisando letra a letra los estatutos del partido, pueden obligarle a dimitir. Un cambio en el reglamento interno que se produjo en el año 2017, auspiciado precisamente por Sánchez para corregir lo que ocurrió meses antes, cuando la dimisión de la mitad más uno de su dirección le obligó a abandonar sus funciones, impiden ahora al presidente del Gobierno fulminar a Juan Lobato como él querría. Por lo que tendrá que esperar al proceso de renovación orgánica, mediante las primarias que se celebrarán en enero, o bien forzar una moción de confianza, como le piden algunos compañeros al portavoz en la Asamblea de Madrid -que por ahora no parece que tenga muchas opciones-.