España está totalmente abandonada a su suerte, por muchos recortes que aborde a toda prisa el Gobierno. Por eso, a la mínima incertidumbre cunde el pánico. Si el Banco Central Europeo (BCE) no apoya algo al mercado doméstico, ya sea con compras de deuda en el secundario o inyecciones de liquidez extraordinarias (o las dos cosas), el Ibex y el bono sólo serán simples peleles, imagen de una economía entregada y resignada a su suerte. Ayer, la escena era dantesca a las 16,00 horas: el Ibex caía un 2,8%, el bono repuntaba al 6,8%, llovían los ataques desde EE UU y el FMI y la contestación social comenzaba a ser un estrépito en la calle. Por supuesto, España lideraba las pérdidas tanto en renta fija como variable.
La comunidad financiera cree que si no llegan ayudas inmediatas a España, se irá a la ruptura del euro. Así de claro lo dicen en Nueva York.
María Dolores de Cospedal, presidenta de Castilla La Mancha y secretaria general del PP, decía enfadada que “parece que algunos están deseando que nos intervengan”. Pero lo cierto es que entre esos que lo desean están, antes que el PSOE (al que se supone que iban los ataques), los inversores anglosajones, sin olvidar a Alemania y al BCE, que se rige mediante una ortodoxia milimétrica que no empleó antaño cuando los germanos sufrían una indigestión económica derivada de la unificación.
El Gobierno se afana en defender la necesidad de las medidas de recorte, aunque hace tiempo que Luis de Guindos, ministro de Economía y Competitividad, ha dejado de ser un catalizador de la comunidad financiera internacional. Desgraciadamente, tiene más peso un artículo en prensa anglosajona, un informe de banca de inversión o una previsión de un ogranismo internacional.
Tensa calma
Por la mañana, los mercados abrían con ligeros descensos y un mínimo volumen de negocio, que se traducía en caídas del orden del medio punto porcentual en el Ibex y ligeros repuntes del bono a 10 años, en línea con las principales plazas y todo con una flojísima cifra de contratación. Pero el toque de campana en EE UU trajo un nuevo ataque, detonado por un informe del FMI que insistía en más de lo mismo, así como oportunos artículos destacando la dureza del Memorando de Entendimiento para España. Sin olvidar algunos comentarios que llegaban desde Wall Street.
Algunos de ellos eran tan gráficos como este correo electrónico, que iba de entidad en entidad justo tras la presentación de resultados de Citigroup: “Citi CFO says bank is prepared for euro breakup” o “Citi CFO says he´s more concerned about Europe tan China”.
Ruptura del euro. Es lo que descuenta Citigroup y es lo que está detrás del actual cambalache de los mercados, cuyo punto más débil es España ahora. Hoy hay una buena prueba de fuego para comprobar la credibilidad que puede haber generado las condiciones puestas al rescate (MoU) y los nuevos recortes. El Tesoro afronta una pequeña subasta de Letras a 12 y 18 meses en la que pretende captar entre 2.000 y 3.500 millones de euros. El jueves, adjudicará bonos a corto y medio plazo (2, 5 y 7 años), por otros 2-3.000 millones de euros. En total, unos 6.500 millones de euros para las arcas públicas. Esa es la pervisión.
Pero lo cierto es que según calentaban motores los mercados estadounidenses, estalló España, totalmente vapuleada. El Ibex llegó a caer por debajo de los 6.500 puntos, casi un 3% a la baja, mientras el bono repuntó hasta el 6,81%, ya para quedarse en dicha cota. En esos momentos, eran los más penalizados del mundo con diferencia. Al final, la Bolsa suavizaba algo la presión, lo que le permitía al índice selectivo finalizar un 1,99% en negativo, siendo el peor de la Eurozona, eso sí.
España paga Letras a 12 meses al 5%. Alemania, mientras tanto, tiene su tipo a tres años al 0,004%. Asimetría total.
Así están las cosas: España penalizada de modo absoluto, con los mercados aguardando algún apoyo de su banco central o, al menos, un decidido impulso de los socios europeos. Mientras esto no ocurre, el Banco de Inglaterra aprueba nuevas medidas de recompra de deuda (su bono está al 1,49%) y la Reserva Federal dijo el pasado viernes que hará todo lo que esté en su mano para impulsar la reactivación económica. No le temblará la mano si debe abordar una nueva expansión monetaria. Su deuda, al 1,45%.
Las Letras deberían colocarse sin problemas, teniendo en cuenta que en la anterior colocación se pagaron intereses superiores al 5%. Una rentabilidad más que jugosa para inversores cualificados, ya que la garantía es del Estado. El interés es apetecible, aunque el Gobierno lo puede adjudicar testimonialmente: no es sostenible, tal como ha reconocido el propio Mariano Rajoy.
Bono basura e intervención
El aval del Estado, sin embargo, está bastante depreciado ahora. Firmas como HSBC señalan que salvo que haya un inesperado cambio de sesgo del mercado, que inevitablemente sería de la mano del BCE, los inversores descontarán en pocas semanas la pérdida del investment grade por parte del Reino de España. Es decir, si continúa el actual goteo bajista, nuestro país será ‘bono basura’, con alta probabilidad de impago de su deuda, el mes que viene como mucho.
Eso acarrearía necesariamente una intervención con todas las de la ley, con implicación en el Gobierno. Es el siguiente paso hacia el que se empuja a un país con unas acuciantes necesidades no sólo de dinero para refinanciar su deuda, sino de liquidez para afrontar sus pagos de pensiones, desempleo, nóminas de funcionarios, sanidad, etcétera. Una vorágine a la que se enfrenta el Ejecutivo, envuelto en una maraña de reformas contestadas desde todas partes.
Pero hay algo más. Mientras España paga los activos a 12 meses al 5% (veremos hoy), Alemania tiene el tipo de interés a 3 años más bajo del mundo: un testimonial 0,004%. Por debajo de Japón, (país que históricamente se ha beneficiado de tipos al 0), Holanda, o la misma Dinamarca, que se permitió hace pocos días colocar la facilidad de depósito de su banco central en el -0,25%, es decir, el inversor que deposite dinero deberá abonar, en lugar de recibir intereses. Esta crisis de deuda soberana está trayendo circunstancias realmente inimaginables.
El país que comanda Ángela Merkel es un absoluto refugio paneuropeo financiero, a pesar de que hasta 2007 no cumplía con los criterios de convergencia, por lo que el BCE debió mantener unos tipos de interés artificialmente bajos en la zona euro. El imperio alemán parece incontestable y si no socorren a España, el futuro es desolador. Sólo que esta dominación no podrá ser considerada nunca una Unión Monetaria, sino una asimetría vertical monetaria.